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Caricaturas de Mahoma en El Jueves


'El País' explica con hipocresía los asaltos a las embajadas de EEUU
clippingLa Iglesia sólo debe abstenerse de entrar en política cuando ofende a los progres, no cuando los apoyaCada uno a lo suyo en la Conferencia de Presidentes

Carlos Esteban / El Trasgo, 03 de octubre de 2012

"El cartel de la película blasfema" (no se puede ver aquí)

El cartel de la película blasfema:

Un día de estos no me extrañaría encontrarme en la primera de un periódico nacional que ha estallado la guerra con Irán y en otro que se ha firmado la paz definitiva. Y es que ya no se ponen de acuerdo sobre la realidad ni en lo básico. Hay montado en Madrid un sarao llamado Conferencia de Presidentes, con todos los mandamases de las autonomías llegándose a la Villa y Corte, mayormente a ver qué hay de los suyo, cuenta hoy El Trasgo de La Gaceta.

Y con los recortes y la amagada independencia catalana, la cosa tiene su interés. ¿Cómo ha ido? Su opinión es tan buena como la mía, querido lector: no me aclaro. De 'El País' saco que "Rajoy pide unidad a los presidentes para calmar la tormenta autonómica". Para 'La Vanguardia', el asunto ni siquiera existe, al menos entre los seis temas que publica en su primera.

Tampoco 'El Periódico de Catalunya' parece especialmente interesado; prefiere salir con que "Mas aboga por una vía pacífica sin decir 'Adeu a Espanya". 'El Correo' (¿ex español?) llora: "El Gobierno vasco tendrá 553 millones menos y deberá adoptar más recortes".

LOS NACIONALES

La noticia para 'El Mundo' es: "Más se jacta de que España ‘no podrá usar las armas". La prensa afecta, comprensiblemente, lo tira en sus portadas. 'La Razón', tan indignada que ni siquiera ha echado mano de sus diseños surrealistas, se limita a un sucinto "Deslealtad con España", mientras que el decano madrileño le gana por la mano al rival en el poco sutil arte del peloteo con un "Rajoy se blinda con sus barones para frenar a los soberanistas".

Se me pasó el Día Internacional del Derecho a la Blasfemia, que, me entero ahora, fue el lunes. Uno no sabe bien cómo digerir tanta estupidez, y aunque imagino que los inspiradores de esta patochada quieren cabalgar la ola de las caricaturas de Mahoma aparecidas en 'Charlie Hebdo' y la película que provocó la "espontánea" reacción de unos tipos con lanzagranadas (que es algo sin lo que nadie sale de casa) en Libia, la definición está mal.

Quiero decir que para blasfemar hay que creer. Por eso uno no puede blasfemar contra Odín sin que le dé la risa. Blasfemar es profanar lo sagrado, y dudo mucho de que los redactores de la revista satírica francesa o el productor de la infame cinta crean en el profeta más que yo. Hundir un crucifijo en orina, como hizo el aclamado 'artista' neoyorquino Andrés Serrano, sería blasfemia si lo hiciera, digamos, yo; si lo hace un no creyente son, sin más, ganas de tocar las narices. Que por lo visto es un derecho.

En esto la progresía tiene el corazón partido. Por un lado, su adoración políticamente correcta por lo ajeno a Occidente y su cobardía innata la llevan a ponerse muy circunspecta con cualquier expresión ofensiva para los que es sagrado fuera de la cristiandad, como pudimos leer en el repulsivamente hipócrita editorial de 'El País' con motivo de los asaltos a las embajadas americanas.

Por otro, la blasfemia anticristiana es de rigor. Esa debe ser blindada y defendida con uñas y dientes en el nombre de la sacrosanta -esta sí- libertad de expresión. No hay nada sagrado.
Salvo que todos sabemos que sí lo hay. La blasfemia real requiere, al menos, cierto valor, porque significa oponerse a lo que se cree cierto y poderoso. Lo otro es mezquino y odioso, un modo directo de ofender sin argumentar.

En cuanto a lo que ahora constituiría una blasfemia real, de las que se pagan, basta con que el lector piense en todo aquello que la modernidad considera sagrado. Le propongo que visualice mentalmente titulares que nunca leerá en la prensa, opiniones que jamás verá reflejadas en la televisión, frases que provocarían encendidos editoriales en 'El País' (sin referencia alguna a la sacrosanta libertad de expresión), amenazas, manifestaciones.

No estoy animando a blasfemar contra los ídolos de la modernidad. Pero eso de que no existe nada sagrado y que toda las expresiones merecen respeto... Venga, no me fastidien.
Curas en política

"¿Y la iglesia? ¿Qué hace la Iglesia católica?", es el cansino titular de la enésima tribuna de 'El País' contra el catolicismo patrio. Podría contestar a su autor que la Iglesia ha hecho Occidente y le ha dado todos los conceptos que le permiten ponerse tan estupendos. O que instituciones suyas como Cáritas están salvando a sucesivos Gobiernos de una revolución probable.

Lo que preocupa al autor de la tribuna, un Julián Casanova, es que "no reclama políticas al servicio de los ciudadanos, que se propongan la redistribución de los recursos sociales". Es decir, que la Iglesia sólo debe abstenerse de entrar en política cuando ofende a los progres, no cuando los apoya. Aunque por qué tendría que reclamar eso se me escapa; Cristo alaba al buen samaritano porque pagó con su dinero, pero por lo visto debería haber llamado al Samur y que se ocupara del herido el Estado.

Así vamos. De mal en peor. De peor en mucho peor. De mucho peor en precipicio. De Precipioen precipicio.