Foro- Ciudad.com

Laguna de Negrillos - Leon

Poblacion:
España > Leon > Laguna de Negrillos
02-07-14 06:37 #12122855
Por:j vicente futuro fut

El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 70ª Sección
Y si de este beneficio no se aprovecha la humanidad como deben, será lamentable su castigo, y su severidad será la recompensa de haber caminado Dios con pasos lentos en su venganza.-
Esta respuesta de los Ángeles acrecentó el dolor de la afligida Madre, porque no se le había manifestado que su Hijo santísimo había de ser herido con la lanza, y el recelo de lo que sucedería con el sagrado cuerpo la puso en nueva tribulación y congoja.-

María, la Madre de Jesús ya muerto, vio luego el tropel de gente armada que venía encaminándose al monte Calvario, y creciendo el temor de algún nuevo oprobio que harían contra el Redentor muerto, habló con Juan Evangelista y las Marías y dijo: ¡Ay de mí, que llega ya el dolor a lo último y se divide mi corazón en el pecho! ¿Por ventura no están satisfechos los ministros y judíos de haber dado muerte a mi Hijo y Señor? ¿Si pretenden ahora alguna nueva ofensa contra su sagrado cuerpo ya difunto?.-

Era víspera de la gran fiesta del sábado de los judíos y para celebrarla sin cuidado habían pedido a Poncio-Pilatos, licencia para quebrantar las piernas a los tres ajusticiados, para que acabasen de morir, y los bajasen aquella tarde de las cruces y no quedasen en ellas hasta el día siguiente. Con este intento llegó al Calvario aquella compañía de soldados que vieron a María, y llegando hasta donde estaban los ajusticiados, como hallaron vivos a los dos ladrones, les quebrantaron las piernas, con lo que acabaron con la vida de los mismos.-

El Soldado Romano Longinos.-
Pero llegando a la Cruz donde se encontraba Jesús, como le hallaron muerto, no le quebrantaron las piernas. Pero un soldado que se llamaba Longinos, arrimándose a la cruz de Jesús, le hirió con una lanza penetrándole en su costado, saliendo de la herida sangre y agua, como lo afirma Juan Evangelista que lo vio y dio testimonio de la verdad. Esta herida de la lanzada, que no pudo sentir el cuerpo sagrado ya muerto Jesús, la sintió su Madre, recibiendo en su pecho el dolor, como si recibiera ella misma la herida. Con este tormento sobreexcedió el que recibió su alma, viendo la nueva crueldad con que habían roto el costado de su Hijo ya difundo; y movida de igual compasión y piedad, olvidando su propio tormento, dijo a Longinos: El Todopoderoso te mire con ojos de misericordia por la pena que has dado a mi alma. Hasta aquí llegó la indignación de María, manifestando con este deseo a Longinos, la mansedumbre, para doctrina de todos los que fuesen ofendidos. Porque en la estimación de María este deseo no era injuria sino alabanza, que en Jesús ya muerto fue muy ponderable, y el retorno que le dio al delincuente Longinos, fue el mayor de los beneficios, que fue mirarle Dios, con sus ojos de misericordia, dándole bendiciones y dones por agravios al ofensor.-

Y sucedió así; porque obligado Jesús por la petición de su Madre, ordenó que de la sangre y agua que salió de su costado, salpicasen la cara de Longinos y por medio de este beneficio le dio vista corporal, porque casi no la tenía, pues apenas podía ver, y al mismo tiempo se la dio en su alma para conocer al Crucificado, a quien inhumanamente había herido. Con este conocimiento se convirtió Longinos y llorando sus pecados los lavó con la propia sangre y agua que salió del costado de Jesús, y lo conoció y lo confesó por verdadero Hijo de Dios y Salvador del mundo. Y luego lo predicó en presencia de los judíos, para mayor confusión y testimonio de su dureza.-

Con este acto de Longinos, la Reina y Señora del Cielo, conoció el misterio de la lanzada y cómo por medio de esta sangre y agua que salió del costado de su Hijo, salía de Él la nueva Iglesia Evangélica Cristiana ya lavada, y renovada en la virtud de su pasión y muerte, y que del sagrado pecho salían como de raíz los ramos que por todo el mundo se extenderían con frutos de vida eterna. Confirió asimismo en su pecho interiormente el misterio de aquella piedra herida con la vara de la Justicia del Eterno Padre, para que despidiese agua viva con que mitigar la sed de todo el linaje humano, refrigerando y recreando a cuantos de ella quieren beber. Consideró la correspondencia de estas cinco fuentes, dos de sus pies, dos de sus manos y una del costado, que se abrieron en Jesús, para el nuevo paraíso de la humanidad.
346

Estas cinco fuentes, más copiosas y eficaces para fertilizar el mundo que las del paraíso terrestre divididas en cuatro partes por la superficie de la tierra. Estos misterios recopiló la Reina y Señora del Cielo y de la Tierra, en un cántico de alabanza que hizo en gloria de su Hijo, después que fue herido con la lanza. Y con el cántico hizo ferventísima oración, para que todos aquellos sacramentos de la Redención se ejecutasen en beneficio de todo el linaje humano.-

María piensa como enterrar a su Hijo:
Corría ya la tarde de aquel día de Pasión, y María, estaba sufriendo la muerte de su Hijo Jesús en la Cruz, y la Madre piadosísima de la humanidad, aún no tenía certeza de lo que deseaba, para la sepultura de su difunto Hijo Jesús. Y estando así de afligida María, levantó los ojos al cielo y dijo: Eterno Padre y Señor mío, por la dignación de Vuestra bondad y sabiduría infinita fui levantada del polvo a la dignidad altísima de Madre de vuestro Eterno Hijo, y con la misma liberalidad de Dios inmenso me concedisteis que le criase con mis pechos, le alimentase y le acompañase hasta la muerte; ahora me toca como Madre dar a su cuerpo honorífica sepultura y sólo llegan mis fuerzas a desearlo y dividiéndose mi corazón, porque no lo consigo. Suplico a Vuestra Majestad, Dios mío, dispongáis con Vuestro poder los medios para que yo lo pueda ejecutar y pueda dar sepultura a mi Hijo y a tú Hijo.-

Con esta preocupación, la Madre de Jesús estaba orando en alto, delante de José de Arimatea y Nicodemo, para que solicitasen la sepultura y entierro de su Maestro. Porque ambos, eran discípulos de la nueva Doctrina de Jesús, aunque como Maestros de la Ley Judía, no pertenecían al número de los setenta y dos; porque eran ocultos en su nueva Doctrina, por el temor que tenía de los judíos, que aborrecían como a sospechosos y enemigos a todos cuantos seguían la Doctrina nueva de Jesús. Más a Jesús ellos mismos le reconocían por Maestro, y sin mediar palabra con la afligida Madre, José de Arimatea, se dirigió a la casa de Poncio Pilatos.-

José de Arimatea y Nicodemo.-
Y aunque, hasta la muerte de José de Arimatea, era discípulo encubierto, pero en el deseo de la Madre y mediante la oración de ella se manifestó en el corazón de José de Arimatea, y obrando en el mismo estos nuevos efectos, la eficacia de la Redención. Y rompiendo José el temor que ahora tenía, y no reparando en el poder de los romanos, llegando a la casa, entró con osadía en busca de Poncio Pilatos, y le pidió el cuerpo de Jesús, difunto ya en la cruz, para bajarle de ella y darle honrosa sepultura, afirmando ante Poncio-Pilatos, que Jesús era inocente y verdadero Hijo de Dios, y que esta verdad estaba testificada con los milagros que Jesús durante toda su vida Él realizó. Poncio-Pilatos, no se atrevió a negar a José de Arimatea lo que pedía, dándole licencia para que dispusiese del cuerpo difunto de Jesús, y de todo lo que le pareciese bien. Y con este permiso salió José de Arimatea, de la casa del juez y llamó a Nicodemo para que le acompañase, que también era justo y sabio en las letras divinas y humanas y en las Sagradas Escrituras.-
347

Después que María recibió el cuerpo de su Hijo Jesús, difunto ya, observó que venía hacia el Calvario otra tropa de gente con escaleras, imaginándose María, que venían para quitar de la cruz su inestimable tesoro; pero como no sabía el fin, se afligió de nuevo en el recelo de la crueldad judaica, y volviéndose a Juan Evangelista le dijo: Hijo mío, ¿qué será este nuevo intento de los que vienen con tanta prevención? El Apóstol Juan, respondió a María: No temáis, Señora mía, de los que vienen hacia aquí, son José de Arimatea y Nicodemo con sus criados y todos sus amigos y siervos de vuestro Hijo. José de Arimatea, era justo a los ojos de Jesús y gozaba de la estimación del pueblo y noble de corazón. Con el oficio de gobierno y perteneciente al Consejo, que no consintió José de Arimatea, las obras que pretendían los homicidas de Cristo, a quien José de Arimatea, reconocía por verdadero Mesías. Estos dos varones, con valeroso esfuerzo se resolvieron en dar sepultura a Jesús crucificado. Y José previno la sábana y sudario en que poder envolver el cuerpo de Jesús y Nicodemo compró hasta cien libras de las aromas con que los judíos acostumbraban a ungir a los difuntos de mayor nobleza. Y con esta prevención, y de otros instrumentos, caminaron al Calvario, acompañados de sus criados y de algunas personas, en quienes también obraba ya la sangre del Divino Crucificado, por todos derramada. José de Arimatea y Nicodemo, llegaron a la presencia de María, que con dolor incomparable asistía al pie de la cruz, acompañada de Juan Evangelista y las otras Marías, y en vez de saludarla, con la vista del Divino y lamentable espectáculo se renovó en todos el dolor con tanta fuerza y amargura, que por algún espacio estuvieron José de Arimatea y Nicodemo postrados a los pies de la gran Reina y Señora del Cielo, y todos alrededor de la cruz, no pudieron contener las lágrimas y suspiros, y sin hablar palabra; lloraban todos con clamores y lamentos de amargura.-

María la Reina y Señora ya del Cielo, los levantó de tierra, los animó y confortó, y entonces la saludaron con humilde compasión. La Madre les agradeció su piedad y el obsequio que hacían a su Dios, Señor y Maestro, en dar sepultura a su cuerpo muerto, en cuyo nombre les ofreció el premio de aquella obra. José de Arimatea respondió y dijo: Ya, Señora nuestra, sentimos dentro de nosotros el secreto de nuestros corazones, de la dulce y suave fuerza del Divino Espíritu, que nos ha movido con afectos tan amorosos, que ni los pudimos merecer, ni los sabemos explicar. Luego se quitaron las capas o mantos que tenían, José de Arimatea y Nicodemo arrimaron las escaleras a la Cruz y subieron para desclavar el cuerpo de Jesús, estando la Madre muy cerca, Juan Evangelista con María Magdalena asistiéndola. A José de Arimatea, le pareció que se renovaría el dolor de la María, cuando llegando a tocar el cuerpo de Jesús para bajarle, y dirigiéndose a María, con amor la dijo que se apartase hacia un lado le dijo a Juan Bautista y que la retirase un poco de aquel acto. Respondiendo María, la Reina y la gran Señora del Cielo y de la Tierra les dijo: Señores míos, puesto que me hallé viendo clavar en la cruz a mi dulcísimo Hijo, tened por bien me halle ahora para verle desclavar, que este acto tan piadoso, aunque lastime de nuevo el corazón, cuanto más tratado y visto, dará mayor aliento en el dolor. Y con esto comenzaron a disponer el descendimiento de Jesús Crucificado.-

Comenzando PRIMERAMENTE, por quitarle la corona de la cabeza, descubriendo las heridas y roturas que dejaba en ella muy profundas, y la Corona la bajaron con gran veneración y lágrimas y la pusieron en manos de su Madre. Recibiéndola, estando la Madre arrodillada y con admirable culto la adoró, y acercándola a su rostro, regó la corona con abundantes lágrimas, recibiendo con el contacto alguna parte de las heridas de las espinas. Pidió al Padre Eterno hiciese cómo aquellas espinas consagradas con la sangre de su Hijo fuesen tenidas en digna reverencia por los fieles a cuyo poder viniesen en el tiempo futuro.-

Luego, Juan Evangelista, María Magdalena con las Marías y otras piadosas mujeres y fieles que allí estaban, imitando a María la Madre de Cristo, adoraron y lloraron sobre la Corona de espinas. y lo mismo hicieron con los clavos. Entregándoselos primero a María y ella los adoró, y después todos los allí presentes.-
348

Seguidamente la Reina y Señora del Cielo y de la Tierra, recibió el cuerpo muerto de su Hijo, y la Madre puesta de rodillas extendió los brazos con la sábana desplegada. Juan Evangelista sujeto la cabeza de Jesús, y María Magdalena los pies de Jesús, para ayudar de esta manera a José de Arimatea y a Nicodemo, y todos juntos con gran veneración y lágrimas pusieron el cuerpo de Jesús en los brazos de su Madre. Este paso fue para ella de igual compasión y regalo; porque el verle, todo su cuerpo lleno de llagas y desfigurado su rostro, renovó los dolores del corazón de la Madre, y el tenerle en sus brazos y en su pecho le era de incomparable dolor y juntamente de gozo, por lo que descansaba su ardentísimo amor con la posesión de su tesoro.-

La Madre dolorosa, lo adoró con supremo culto y reverencia, vertiendo lágrimas de sangre, sobre el cuerpo sin vida de su Hijo. En este dolor, los Ángeles allí presentes, ocultos estos mismos al resto de los presentes asistían a María. Más todos los allí presentes adoraron con suma reverencia al cuerpo sin vida de Jesús de Nazaret. Pasado algún espacio de tiempo que la dolorosa Madre tuvo en su seno al difunto Jesús, porque corría ya la tarde, Juan Evangelista y José de Arimatea, permitiendo la Madre, fue ungido el cuerpo de Jesús con las especies y ungüentos aromáticos que trajo Nicodemo, gastando en este religioso obsequio, el importe de cien libras. Y así ungido fue colocado el cuerpo en un féretro, para ser llevado hasta el sepulcro. En el instante que comenzó la marcha fúnebre, del cielo bajaron coros de Ángeles, que solamente eran visibles, para María su Madre.-

Siendo levantando el cuerpo de Jesús, por el Apóstol Juan Evangelista, José de Arimatea, , Nicodemo y el Centurión Romano Longinos, que asistió a la muerte y le confesó por Hijo de Dios; siguiéndoles su Madre, siendo acompañada de María Magdalena, las otras Marías y las otras mujeres que ya eran sus discípulas. Juntándose más adelante a esta comitiva, otras personas en gran número de fieles, que movidos por la Divina luz, vinieron al Calvario después de la lanzada.-

Todos ordenadamente y con el rostro lleno de lágrimas y en silencio, caminaron hacia un huerto que estaba cerca, donde José de Arimatea, tenía labrado un sepulcro nuevo, en el cual nadie se había enterrado. En este sepulcro depositaron el cuerpo de Jesús. Y antes de cubrirle con la lápida, le adoró de nuevo la prudente Madre, y con admiración de todos, Ángeles y hombres, la imitaron, y todos adoraron al crucificado y sepultado Jesús de Nazaret, y cerraron el sepulcro «con la lápida, que era muy grande y pesada. Cerrado el sepulcro de Cristo, quedaron muchos Ángeles guardándolo, por mandato, de la Reina y Señora del Cielo y de la Tierra, como quien dejaba en él depositado el corazón.
Y con el mismo silencio y orden que vinieron todos del Calvario, se volvieron a él. Y la Madre se llegó hasta la Santa Cruz donde su Hijo fue crucificado y la adoró con veneración y culto. Luego la siguieron en este acto Juan Evangelista, José de Arimatea y todos los que asistían al entierro. Era ya tarde y caído el sol, y la gran Señora desde el Calvario se fue a recoger a la casa del Cenáculo, a donde la acompañaron los que estuvieron al entierro; y dejándola en el cenáculo con Juan Evangelista y las Marías y otras compañeras, se despidieron de María los demás y con lágrimas y sollozos la pidieron que les diese su bendición. Y la humildísima y prudentísima Madre les agradeció el obsequio que a su Hijo le habían hecho y el beneficio que ella había recibido de todos los allí presentes, y los despidió llenos de otros interiores y ocultos favores y de bendiciones de dulzura de su amable naturaleza y piadosa humildad. Los judíos, confusos y turbados de lo que iba sucediendo, fueron a Poncio Pilatos el sábado por la mañana y le pidieron mandase guardar el sepulcro; porque Cristo, a quien llamaron seductor, había dicho y declarado que después de tres días resucitaría, y sería posible que sus discípulos robasen el cuerpo y dijesen que había resucitado. Pilatos contemporizó con esta maliciosa cautela y les concedió los guardias que pedían, y los pusieron a custodiar el sepulcro. Pero los pérfidos pontífices sólo pretendían oscurecer el suceso que temían, como se conoció después cuando sobornaron a los guardias para que dijesen que no había resucitado Cristo nuestro Señor sino que lo habían robado sus discípulos. Y como no hay consejo contra Dios por este medio se divulgó más y se confirmó la resurrección.-
349

María da las gracias a los que la acompañaron.-
Después del entierro de Jesús, y estando en el aposento donde se celebraron las cenas, acompañada de Juan Evangelista y de las otras Marías y otras mujeres que seguían al Señor desde Galilea, María habló con ellas y con el Apóstol, dándoles las gracias con profunda humildad y lágrimas por la perseverancia con que hasta aquel punto la habían acompañado en el transcurso de la pasión de su Hijo, en cuyo nombre les ofrecía el premio de su constante piedad y afecto con que la habían seguido, y asimismo se ofrecía por sierva y amiga de aquellas mujeres. Y todas ellas con Juan Evangelista reconocieron este gran favor y la besaron la mano, pidiéndole su bendición. Suplicándola también que descansase un poco y se alimentase: Respondiendo María: Mi descanso y mi aliento ha de ser ver a mi Hijo y Señor resucitado. Vosotras, satisfaced vuestra necesidad como conviene, mientras yo me retiro a solas con mi Hijo.-

María estando a solas con Juan Evangelista y con lágrimas en sus ojos y rostro le dijo: No es razón que olvidéis las palabras que mi Hijo nos habló desde la Cruz. Te nombró por hijo mío, a mí por madre Vuestra. Y Vos, señor, sois sacerdote del Altísimo. Por esta gran dignidad es razón que os obedezca en todo lo que hubiere de hacer y desde esta hora quiero que me lo mandéis y ordenéis, advirtiendo que siempre fui sierva, y toda mi alegría está puesta en obedecer hasta la muerte, y el Apóstol con otras copiosas lágrimas respondió.-

Señora mía y Madre de mi Redentor y Señor, yo soy quien ha de estar sujeto a Vuestra obediencia, porque el nombre de hijo no dice autoridad sino rendimiento y sujeción a su madre, y el que a mí me hizo sacerdote Os hizo a Vos su Madre y estuvo sujeto a vuestra voluntad y obediencia, siendo Creador de todo el Universo. Razón será que yo lo esté, y trabaje con todas mis potencias en corresponder dignamente al oficio que me ha dado, de serviros como hijo, en que deseara ser más Ángel que terrenal para cumplir con él. Más María le volvió a responder: Juan hijo mío, mi consuelo será obedeceros como a cabeza, pues lo sois. Yo en esta vida siempre he de tener superior a quien rendir mi voluntad y parecer; para esto sois ministro del Altísimo y como hijo me debéis este consuelo en mi trabajosa soledad. Hágase, Madre mía, Vuestra voluntad, respondió Juan Evangelista, que en ella está mi acierto.
Y sin replicar más, pidió licencia la Madre para quedarse sola en la meditación de los misterios de su Hijo, y le pidió también saliese a prevenir alguna refección para las mujeres que la acompañaban y que las asistiese y consolase; sólo reservó a las Marías, porque deseaban perseverar en el ayuno hasta ver al Señor resucitado, y a éstas, dijo a Juan Evangelista, las permitiese que cumpliesen su devoto afecto.-
350
Puntos:

Tema (Autor) Ultimo Mensaje Resp
El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 79ª Sección Por: j vicente futuro fut 08-07-14 06:37
j vicente futuro fut
0
El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 62ª Sección Por: j vicente futuro fut 27-06-14 06:34
j vicente futuro fut
0
El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado. 56ª Sección Por: j vicente futuro fut 24-06-14 08:45
j vicente futuro fut
0
El velo que cubre los Misterios de la Biblia se ha retirado.22ª Sección Por: j vicente futuro fut 09-05-14 06:29
j vicente futuro fut
0
Simulador Plusvalia Municipal - Impuesto de Circulacion (IVTM) - Calculo Valor Venal
Foro-Ciudad.com - Ultima actualizacion:08/08/2020
Clausulas de responsabilidad y condiciones de uso de Foro-Ciudad.com