La Ercina - Leon

Desde que aprendí a leer no he dejado de hacerlo. He leído de casi todo, pero, para mi, los libros eran como novelas. Nunca me planteé si existía alguna conexión con la realidad o que era posible conocer esa realidad a través de los libros. De esto último, de conocer la realidad a través de los libros, tuve experiencia un lejano día de mi adolescencia, en un lugar concreto y también en una hora concreta.

La hora debían ser las 12 del mediodía, bajo un sol de justicia y con el cielo de un azul purísimo. El lugar era un paraje agreste, solitario y casi selvático, llamado por los naturales del lugar “castiello”. Era un paraje relativamente alejado del pueblo de mi madre, donde pasábamos el verano que, como he contado en otro relato, es un pueblo de la provincia de León, situado en las estribaciones de la Cordillera Cantábrica.
El lugar está dominado por una imponente masa pétrea que llaman la Peña del Castro.
A sus pies estaba una antigua mina de carbón, ya cerrada, donde mi abuelo trabajó durante muchos años.

Pues bien, en ésta hora y éste lugar encontré en el suelo una piedra, en cuyo lomo destacaban dos valvas de almeja del mismo tamaño y forma que las que ponía mi madre en el arroz los domingos, “¡Ahí va!”, exclamé para mí mismo, “Esto es un fósil”. Inmediatamente vinieron a mi mente las páginas del libro de Ciencia Naturales que había estudiado ese curso. Busqué por los alrededores y encontré algunos fósiles más. Mi entusiasmo creció cuando encontré uno que identifiqué perfectamente por venir ilustrado en dicho libro. Con mis pequeños tesoros y no cabiendo en mí de gozo volví al pueblo.

Una vez en casa, mostré a todos lo que había encontrado. Mis fósiles causaron general admiración y dieron lugar a una conversación con especulaciones de la existencia de un mar hacia muchos miles de años. Como una cosa lleva a otra, se contó que alguien había encontrado unas ruedas de molino, otro habló que hacía algunos años estuvieron por allí unos holandeses buscando uranio. Mi abuela contó que muchos años atrás un párroco del pueblo cavó dos pozos buscando oro. Incluso indicó dónde habían cavado.

Ni que decir tiene que, al día siguiente, estaba yo en el lugar donde habían cavado los buscadores de oro. Encontré los agujeros de las excavaciones, que habían sido rellenados posteriormente. No encontré oro, pero si unos hermosos cristales de calcita, pues todas las rocas de la zona eran calizas. Los cristales los identifiqué perfectamente gracias a las ilustraciones de mi libro. Como llevaba una bolsa pude coger bastantes y, con mi nuevo tesoro, volví a casa.

Los nuevos descubrimientos volvieron a causar admiración, de nuevo las conversaciones giraron sobre las maravillas de la Naturaleza, alguno habló sobre los troncos de árbol petrificados que salían con el carbón en las minas, -estábamos en una antigua cuenca minera-, yo pregunté qué hacían con lo que encontraban, me respondieron que los tiraban a las escombreras de la mina. En un momento dado, mi abuela, con su habla cantarina, contó como ella encontró “una piedra amarilla con cajonines, muchos cajonines”, “pirita”, pensé. A estas alturas yo era ya casi un experto geólogo.

Al día siguiente salí mas temprano que de costumbre, iba armado de una bolsa y una azadilla. Mis planes eran ir primero a las escombreras de la mina para ver qué encontraba y después bajar por el torrente donde mi abuela decía que encontró lo que para mí eran piritas. Bordeando la imponente mole de la Peña del Castro llegue a la mina. Me pase un par de horas revolviendo en las escombreras con la azadilla. Al final mis esfuerzos resultaron premiados. Encontré una placa de pizarra de unos 10x10 cm. en la cual se veía, nítidamente impreso, una rama de helecho, con todos sus detalles.
Con ésta joya me dirigí a buscar las piritas. Cuando lo recuerdo ahora, no puedo por menos de pensar en mi atrevimiento, el lugar era un sitio que llamaban “la cuesta”, cuyo nombre ya lo definía. Eran una serie de colinas, muy fácilmente accesibles por su parte Norte, la que daba a Castiello, pero, en cuya ladera Sur, la que daba al valle donde estaba el pueblo, tenía una más que respetable pendiente. Es en ésta ladera donde el agua había tallado unos torrentes que bajaban hasta el fondo del valle. En uno de ellos era donde mi abuela, en su adolescencia, había encontrado las supuestas piritas.
Sin pensarlo dos veces me metí en el más grande de ellos. Nada mas iniciar mi andadura, me di cuenta que la cosa era complicada, pues se podía bajar mas o menos fácilmente, pero el retorno era casi imposible. Hoy pienso en lo que podría haberme ocurrido si hubiera quedado atrapado, sin poder seguir, ni poder volver. Pero aquello no pasaba por mi mente. Lentamente fui descendiendo por el cauce del torrente. Como a la mitad del recorrido, encontré unos estratos de una arena de color amarillo limón. Según mi libro, aquello era limonita, un mineral de hierro, que puede encontrarse acompañando la pirita, pero de esta última ni rastro. Estuve un buen rato cavando aquí y allá, pero sin resultado. Decepcionado, seguí mi marcha hasta el final del torrente.

Al llegar a casa, la placa de pizarra fue motivo de discusión. Estaba pasando el verano con nosotros un tío mío, fraile paulino, el cual sostenía que aquello se formaba porque el barro que venía con el carbón, al caer sobre los helechos y endurecerse posteriormente, formaba aquello. Yo era de otra opinión, aquello era un fósil de la Era Primaria que tenía la misma edad que el carbón. Mi abuela me apoyaba, estas cosas salían con el carbón de la mina.

Bueno, pues con estas cosas pasó el verano y volvimos a Madrid, yo con una buena colección de fósiles que, dicho sea de paso, no interesaron a ninguno de mis amigos.

Hola Nicasio: He leido tus relatos, y francamente, son muy interesantes,yo, también tenía mi colección de fósiles, y aún recuerdo el lugar donde se pueden encontrar bastantes, pero aunque regreso a La Ercina con mucha frecuencia, hace años que no subo a "Castiello" al menos a pie, subí hace unos años en coche por Sobrepeña, y verdaderamente, la vista del valle, es fascinante, pero no se puede ir en coche 4x4.
Creo deberías publicar tus vivencias en el pueblo, en la revista "Peña el Castro", se publican unas cuatro al año, gracias a la labor de su directora Magdalena, y todos lo que colaboran con la misma escribiendo artículos.
ALIA

Conozco la revista. Si alguien me manda una direccion de correo, envio el relato completo.
Un saludo

Si conoces la revista te habrás dado cuenta de las ansias de protagonismo que tiene la Magdalena, no hay número publicado de la revista que no aparezca su foto, empalaga y da hasta nauseas la chica esta. El trabajo lo hacen otros y la que vende la moto es ella.
Ha estoy de acuerdo con el que dice lo del aburrimiento de las fotos del foro y desde luego lo de TOPÓNIMOS DE LOS PUEBLOS, que rollo¡¡ se les da bien el cortar y pegar, y eso lo sabemos hacer todos, o no?

Conozco a Magdalena, y no tiene ningún ansia de protagonismo, simplemente, sale en la revista, ya que organiza todo acto, como la semana cultural en La Ercina, se molesta por el pueblo, es una persona inteligente, tiene su carrera, su trabajo, y no tiene ninguna necesidad de protagonismo, me pregunto que sería La Ercina sin ella, gracias a la revista, el pueblo se ha dado en conocer, se han publicado historias del mismo, y todo el mundo puede participar, no esta vetado a nadie, también tengo entendido, la gusta la música, y ha organizado el coro parroquial, siendo famoso en la comarca.
Me pregunto cuanta gente de La Ercina sería capaz de gestionar una revista, en dicho pueblo, hay mucha envidia. Yo, conozco a Magdalena muy poco, solamente de visitar la farmacia cuando estoy de vacaciones, pero reconozco su labor, y todo ello, lo aprecio desde la distancia, reconociendo, que yo, no sería capaz de mover un dedo en La Ercina, poca gente, y algo que se intenta hacer, tienes que vencer el muro de la envidia.

Magdalena, no empalaga, pero si da nauseas, la gente que dice esas cosas, cuando hay que intentar, hacer cosas por el pueblo, y si hay una persona, de nauseas, o no, que esta haciendo algo por el pueblo, aunque empapele el pueblo con sus fotos, hay que ayudarla.

Mi voto, por la gente inteligente, como dicha persona, MAGDALENA.

ALIA

NICASIO, INTENTARE BUSCAR EL CORREO DE LA REVISTA.


ALIA

Si te parecen aburridos los temas que tratamos, inicia tú otros temas que a tí te gusten y te contestaremos

Saludos a todos.

Tiene razón el anterior, y Tú eres otro/a emmpalagoso/a, y casi seguro que familia de la farma.

No conozco a Magdalena, pero si se preocupa de sacar adelante la Revista hay que agradecerselo, pues estas cosas dan bastantes quebraderos de cabeza .
A mi la revista me llega muy de vez en cuando, pero la encuentro interesante porque da noticia de un mundo que ya se ha ido, y del que todos nosotros somos herederos.
Saludos.
Nicasio

si envez de ser Madalena la que se encarga de la revista fuera otra persona tambien se la criticaria a si que....pasando del tema y que este muchos años organizando cosas en el pueblo un saludo para Madalena.Besitos para todos.conchi

He preguntado por a dirección de correo de la revista, y me han facilitado a siguiente, para que puedas enviar tus relatos, francamente, están muy bien, es posible que alguno se dedique a la búsqueda de fósiles, a mi, personalmente, me gustaba mucho.

dirección de correo : magsallo@hotmail.com

Un saludo

Muchas gracias. Le enviaré el relato completo.
Un saludo