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GRUPOS FAMILIARES EN YZAGRE A PARTIR DEL CATASTRO DE ENSENADA

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GRUPOS FAMILIARES EN YZAGRE A PARTIR DEL CATASTRO DE ENSENADA
PROPÓSITO
El presente trabajo de investigación tiene por objeto la reconstrucción de los grupos familiares que vivían en el lugar de Izagre (León), en el momento de realizarse allí el Catastro de Ensenada (15-3-1752).

Para su mejor articulación y comprensión, desde el punto de vista histórico, se ha estimado conveniente el esbozo de un marco general social y político, el de la España del XVIII, así como una aproximación al ámbito de Tierra de Campos, en cuyo territorio se inscribe el entorno inmediato del lugar de Izagre. Todo ello, sin olvidar la estructura señorial vigente en aquel entonces y a la que pondrían término las Cortes de Cádiz (1812).

Desde el punto de visto técnico, como instrumentos básicos para el logro del objetivo propuesto, se integran en el trabajo consideraciones generales y elementos puntuales de descripción, tanto del Archivo Parroquial de Izagre -fuente imprescindible y necesaria en esta investigación-, como del Catastro de Ensenada y su aplicación en el lugar de Izagre -punto de arranque del estudio-. Además, se incluyen recursos de Genealogía que posibilitan un mejor seguimiento de las conclusiones, así como unas tablas que ilustran aspectos de la dinámica demográfica de Izagre en el XVIII.

Tanto la estructura indicada como los contenidos reflejados, definen suficientemente, a nuestro entender, un momento histórico de una pequeña población del sureste de la provincia de León. Dentro de ese gran marco institucional, social y económico, se desarrolló la existencia de las mujeres y hombres que entonces vivían en Izagre.


METODOLOGÍA
El punto de partida del trabajo es el Catastro de Ensenada en el lugar de Izagre (15-3-1752): por un lado, las Respuestas Generales y, por otro, el Libro de Seglares. Del estudio de ambas fuentes, extrajimos un total de 78 personas, que constituyen los cabezas de casa y/o de familia que había en aquel momento en dicha población.

Paralelamente, elaboramos dos bases de datos parciales (Bautizados de 1650 a 15-3-1752 y Difuntos de 15-3-1752 a 1852), a partir de las generales realizadas, previamente y con fidelidad paleográfica, con los libros sacramentales que se conservan en el Archivo parroquial de la iglesia de Santa Marina de Izagre. De esta manera, simplificamos la identificación de las personas de la lista elaborada a partir del Catastro en las bases referidas. Pero antes tuvimos que realizar algunos reajustes, para aquilatar más las bases de datos que íbamos a manejar.

En primer lugar, eliminamos de la base de datos de Nacidos 19 fichas, en cuyos registros originales consta, al margen, que fallecieron al poco de nacer, con lo que nos quedamos con 749 individuos. En la base de Difuntos, prescindimos de los ‘niños’ y ‘párvulos’ fallecidos a partir de 1757 y de los ‘mozos’ muertos a partir de 1772, quedándonos 422 fichas operativas de las 833 de partida.

En el paso siguiente, procedimos a la normalización de las bases de datos, adecuando su grafía a los usos actuales, de modo que nos facilitase las consultas alfabéticas, tanto de los titulares de los registros como de sus progenitores, estos últimos también por separado. A resultas de tal actuación, escribimos Vega por Bega, Paniagua por Panyagua, Bayón por Vastón y Vayón, Arce por Arçe, Harce y Arze, Recio por Reçio Rezio y Recia, Calvo por Calbo y Clavo, Mazón por Marón y Triguero por Trigero, por ejemplo. Del mismo modo, prescindimos de los ‘de’, ‘del’ y ‘de la’.

A continuación, cotejamos cada uno de los nombres de la relación de cabezas de familia y/o casa del Catastro con los asientos de las bases de datos que habíamos elaborado al efecto. Puesto que a partir del s. XVI se empieza a unir al apellido paterno el materno, hemos incluído éste, entre paréntesis, en los casos en que lo hemos podido documentar.

Todas las fechas van siempre entre paréntesis, y las referidas a defunciones van precedidas de una ‘+’. En el caso de titulares de registro y sus cónyuges, se anotan las fechas completas –día, mes y año-, y en el caso de hermanos e hijos de aquéllos, sólo el año. Las referencias al año 1752 incluyen la fecha completa, como prueba de que viven el día 15-3-1752, en que se realizó el Catastro en Izagre.

Para las localizaciones positivas, elaboramos una ficha, encabezada con los apellidos y el nombre de la persona documentada, en negrita. Al lado, se anotan las fechas de nacimiento y defunción, si se dispone de ellas, y, a renglón seguido, cuantos datos significativos constan en las bases de datos acerca de esa persona.

Las identificaciones verificadas, han sido fruto de un minucioso trabajo que nos ha llevado hasta la certeza objetiva de que cada quien es quien es, de manera inequívoca. Cuando la identificación no ha sido posible, por existir más de una persona con iguales nombre y apellido y por carecer de elementos definitivos que avalasen su aceptación, la inscripción se ha dejado sin destacar y con los solos datos recogidos del libro de seglares.
SOCIEDAD E INSTITUCIONES EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII
Con la llegada de los Borbones A España en el s.XVIII, se implantó un sistema nuevo de dominio en el que todo giraba en torno al poder Real, tenía más peso el poder civil que el religioso y primaba la unificación ideológica y lingüística.

En la nueva estructura, garantizada y servida por los Capitanes Generales y sus agentes más eficaces a nivel local, los corregidores, se integraron Diputaciones, Municipios, Cabildos, Hermandades y todas las instituciones con antiguos entramados autodefensivos. El municipio se consolidó como el órgano de gestión y control Real por excelencia, a pesar del régimen señorial aún existente. El ejército Real, creado en el último tercio del s.XVIII, mantuvo el órden público y el sistema.

La sociedad española del s.XVIII se articulaba en tres instituciones fundamentales -el municipio, el señorío y el ejército-, y en tres estados –el clero, la nobleza y el estado llano-.

El municipio
Los vastos términos de los municipios medievales se fueron fragmentando a medida que las aldeas y lugares compraron a la Corona un privilegio de villazgo y se independizaron.

Fundamentalmente, el municipio atendía cuestiones sanitarias, culturales y benéficas, recaudaba contribuciones, reclutaba tropas cuando el gobierno lo ordenaba, promulgaba ordenanzas rurales para la explotación de su término, vigilaba los gremios, el orden y tenía competencias judiciales, etc.

La hacienda municipal se sustentaba en los bienes de propios que, disminuidos a causa de la presión fiscal del Estado, en muchos casos fue preciso sustituir o complementar con sisas y arbitrios.

Alcaldes y regidores manejaron a su gusto no sólo los padrones, en que se anotaban hidalgos y pecheros, sino la administración de los bienes de propios y comunales y pósito. De ahí que las luchas políticas en el Antiguo Régimen tuvieran por escenario el ámbito municipal.

El señorío
Mientras que las ciudades y villas de cierta importancia eran de realengo, la mitad de los pueblos y lugares de España eran de señorío.

Los señoríos se clasificaban jurídicamente en tres categorías básicas: solariegos, en los que tanto el pueblo como la tierra pertenecían al señor; jurisdiccionales, en los que el señor ejercía atribuciones delegadas -desgajadas de la soberanía-, como el nombramiento de justicias y el cobro de ciertos impuestos; mixtos era una combinación de los dos anteriores.

Los abadengos, señoríos de la Iglesia, estaban en manos, sobre todo, de benedictinos, jerónimos y cartujos, pues los obispos y las órdenes militares los habían perdido en las secularizaciones decretadas por Carlos I y Felipe II.

El ejército
En el campo de la milicia, los Borbones constituyeron un ejército permanente, siguiendo el modelo europeo, y establecieron dos niveles: milicias provinciales y ejército profesional, cuyas filas se nutrían con levas de vagabundos y quintas o sorteos.

En cuanto a la sociedad, el sistema jerárquico medieval se acomodó a un mundo cambiante, más secularizado, en el que la defensa del territorio no incumbía a una clase militar y cambiaba la relación entre las fuerzas productivas.

Sin embargo, la inercia legislativa, el peso de la tradición y la rutina eran tan grandes que estos cambios no se reflejaron en la legislación. En plena Ilustración, a pesar de que tras la expulsión de judíos y musulmanes la unidad religiosa, vigilada por la Inquisición, hizo innecesarios los estatutos de limpieza de sangre, cuantos aspiraban al ingreso en órdenes militares o en colegios mayores se vieron obligados a presentarlos, originando gastos, papeleo y corrupción en la elaboración de las ‘informaciones’ pertinentes.

En el s.XVIII se acometieron reformas esenciales para adaptar la sociedad estamental a las nuevas circunstancias, siendo la Iglesia el sector preferido de los reformistas y el Concordato de 1753 el instrumento que reforzó la autoridad de la Corona sobre la de la Iglesia.

El clero
Entre el clero secular y el regular sumaban cerca de 150.000 personas, no dedicadas, la mayor parte de ellas, a la cura de almas. Sus posesiones, el 14% de las tierras cultivadas, rendían el 24% del producto bruto agrícola. A ello había que sumar rentas, donaciones y, especialmente, el diezmo de los frutos del campo. Buena parte de los beneficios que tales posesiones generaban se aplicaban en beneficencia, enseñanza y mecenazgo, pero también se despilfarraba y se repartía injustamente, como pone de manifiesto el hecho de que lo percibido por un obispo y un cura rural estuviese en la relación de mil a uno. En el clero regular, también había más y menos patrimonio, más o menos riqueza, según comunidades religiosas.

La nobleza
Respecto al estamento nobiliario, sus integrantes no pasaban de unos pocos centenares, residentes en ciudades y villas grandes.

Los caballeros (algunos millares), formaban una clase media nobiliaria que había acaparado los cargos municipales. Los simples hidalgos (casi 400.000) se repartían por el país Vasco, Asturias, León y ciertas regiones de Castilla la Vieja. A finales de siglo se registró un descenso en el número de hidalgos pobres del norte, atribuible, tal vez, a un mayor rigor en la exigencia de pruebas. Domínguez Ortiz cita un documento en el que se dice que en 1598 vivían en Castilla 137.000 familias de hidalgos, lo que se aproxima mucho a la proporción de un noble por cada diez habitantes, semejante a la que existía a mediados del s.XVIII.

En muchos pueblos, los hidalgos no sumaban ni las tres familias requeridas para que pudieran disfrutar de la mitad de oficios, y en no pocos, incluso de bastante vecindario, no había más que pecheros. Donde no había padrones se acudía a otros indicios para acreditar la hidalguía, por ejemplo, ostentar escudos, estar exentos de alojamientos, tener patronatos de capillas, cargos de hijosdalgo, casas solariegas, pertenecer a cofradías nobiliarias… La mayoría de estos indicios o señales externas se reducían a ‘vivir noblemente’, es decir, en ocio, fasto y riqueza.


El estado llano
En el tercer estado, el general o estado llano, entraban jornaleros y labradores ricos, mendigos, analfabetos y profesionales renombrados, vendedores ambulantes y altos financieros (el 95% de la nación). Los más ambiciosos se hacían con una hidalguía. En la 2ª mitad del s.XVIII creció el interés por el saber, la competencia y la riqueza, y aumentó el desprecio hacia los privilegios de cuna.

En el tercer estado estaban también un gran número de marginados sociales que se refugiaban en las ciudades: pobres, pícaros, prostitutas, delincuentes, vagabundos y minorías étnicas y religiosas. Unos se mantenían de la caridad institucional (vergonzantes), y otros de la limosna a la puerta de las iglesias (mendicantes).

La pobreza (fiscalmente entre el 20 y el 40 % de la población) generó una respuesta social materializada en acciones de caridad, ejercida por los particulares (limosna), y asistenciales, protagonizadas por iglesia, hospitales, cofradías, hermandades y municipios, sin que se llegase a articular la beneficencia como un todo.



LA TIERRA DE CAMPOS
A finales del s.XIII, tras el período de consolidación de la sociedad feudal (ss.XI-XIII), la Tierra de Campos reforzó su señorialización. Fue el momento en que los Enríquez, los Pimentel y los Velasco ocuparon el centro de la vida social y económica de la comarca. Más adelante, entre finales del s.XV y principios del XVI, se produjo la transición de Castilla al capitalismo.

En el s.XVI, el impulso experimentado por la economía preindustrial de Castilla contribuyó al aumento demográfico y de la producción agraria, reforzando, a su vez, la capacidad de crecimiento de la población. Todo ello desembocó en una revalorización del terrazgo de Campos: las tierras, fáciles de cultivar (cereal de secano), pobladas (mano de obra abundante) y cercanas a encrucijadas de caminos y vías pecuarias, ofrecían posibilidades al comercio (desarrollo y auge de las ferias) y se perfilaban como elementos logísticos de primera magnitud para la señorialización (imposición de rentas).

Al mismo tiempo, a partir de las estructuras de la sociedad feudal, el territorio se jerarquizó y, como consecuencia del desarrollo de ferias y mercados, se estructuró una red de poblaciones de alta densidad demográfica.

Dinámica poblacional
Entre los ss.XIV-XVII la población evolucionó negativamente en el occidente peninsular, debido, en parte, a las campañas militares y colonizadoras, así como a una estructura económica incapaz de absorber los flujos de oro y plata procedentes de América. En el Archivo General de Indias se conservan los listados de los pasajeros a Indias, es decir, el nombre de los viajeros legales de los barcos que partieron hacia alguna colonia española en América. Según Antonio Domínguez Ortiz, que recoge datos y estudios de otros historiadores, más del 50% de los que emigraron lo hicieron de manera clandestina o sin licencia.

Unido a lo anterior, debemos sumar un régimen de mortalidad catastrófica, en el que las epidemias y la falta de alimentos acabaron con el crecimiento natural experimentado en los años normales. Destacamos las crisis de mortandad más importantes:

- 1506-7: Fue el período más crítico del siglo. Se registraron fuertes variaciones en los precios.
- 1521-22: Fue de proporciones relevantes. Las de comienzos de los años treinta supusieron otro duro golpe, parejo en intensidad a la caída de los precios del trigo, como reflejan tanto las curvas de bautismos (parroquias de Guaza, Medina de Rioseco y Valderas) como los precios del trigo vendido (parroquia de San Cebrián de Villacreces).
- 1541-2: No hay mejor índice que la caída del diezmo de dicha parroquia, así como la del Cabildo eclesiástico de Medina de Rioseco y el descenso de las series bautismales.

No obstante las variables y riesgos catastróficos de la época, la vitalidad poblacional se mantuvo en una coyuntura ascendente, capaz de contrarrestar rápidamente los efectos de la crisis. Tomando como fuente los recuentos fiscales del momento, se puede hablar de una tasa de crecimiento de 0,7% anual.

Estudios sobre población, actividad agrícola, renta de la tierra y actividad comercial, apuntan a que la expansión poblacional y agrícola de Tierra de Campos se inició en el s.XV, y, después de un paréntesis (1504-25), se recuperó. Para don Ramón Carande, máxima autoridad del Quinientos, la densidad de población creció entre 1530-70 y debió descender en 1590, apreciaciones que han sido confirmadas por estudios realizados con los libros sacramentales de las parroquias. Por otra parte, la peor situación económica, política y social del Seiscientos acarreó un parón y un descenso poblacionales, con una intensificación de las crisis de mortalidad anteriormente citadas, cuyos efectos no se neutralizaron hasta un siglo después.

En el censo de 1591 la tasa de crecimiento anual era del 0,57%, mientras que en el siguiente, en 1768, pasó al 0,17%, según datos extraídos de las series de bautismos de las parroquias.

Vicente Pérez Moreda, en su libro Las crisis de mortalidad en la España interior, siglos XVI-XIX, sostiene que la Meseta, por su ubicación y configuración, se libró de las enfermedades importadas y que las epidemias del tiempo de la decadencia, netamente autóctonas y de efectos devastadores para la población, estuvieron ligadas a alteraciones climatológicas que desembocaron en crisis de subsistencias:

- 1604-7: A la sequía siguieron cosechas desastrosas y una epidemia de ‘tabardillos’ (tifus), que se cebó en la población infantil.
- 1615-6: Epidemia de ‘garrotillo’ (difteria), con alta mortandad entre los menores.
- 1629-31: Epidemia no bien filiada, de tifus, seguramente.
- 1647-50: Cosechas catastróficas seguidas de epidemia, puede que de tifus (en todo caso no de peste).
- 1659-62: Elevada mortalidad, sin causa definida.
- 1684-5: Tras diez años de importantes alteraciones climáticas que repercuten muy negativamente en las cosechas, hace su aparición el tifus, posiblemente asociado al paludismo.
- 1694-9: Epidemia de tifus, con disenterías en los veranos.

La Corona de Castilla también perdió población por la emigración a las Indias y por los contingentes de soldados y funcionarios con destino en las posesiones europeas. Por otro lado, el hundimiento de la industria lanera tradicional castellana provocó la emigración masiva de Castilla a la periferia peninsular, quedando reducida su población a casi la mitad. Por último, la guerra de Sucesión, en el XVIII, supuso una pérdida importante de población.

En la España interior, la depresión del siglo XVII duró hasta muy entrado el XVIII. Una fuerte presión fiscal, más un considerable incremento de los préstamos usurarios de tipo hipotecario, pusieron en riesgo la continuidad de la aldea castellana. Con el siglo XVIII el crecimiento inició una trayectoria de signo positivo, manteniendo la tendencia hasta nuestros días. La ‘revolución de los precios’, basada en la superior demanda de bienes de consumo con respecto a la oferta, estimuló la producción, el empleo y el aumento de la población. La recuperación fue espectacular en regiones como Valencia y Cataluña, mientras prosiguió el estancamiento de la Meseta.

Se pasó de 8 millones de habitantes, escasos, en 1700, a más de 11 al comenzar el s.XIX. Aumentó la producción, mejoraron los transportes, se perfeccionaron los pósitos, con lo que las crisis alimenticias, aunque las hubo y muy duras (las de 1709-10, 1804-5 fueron terribles), no tuvieron efectos tan desastrosos como en el s.XVII. Subió ligeramente el nivel de vida y aumentaron los matrimonios precoces y la natalidad. La mortalidad, sobre todo la infantil, siguió siendo altísima, y disminuyó la intensidad de las epidemias, gracias a la mayor resistencia del organismo frente a virus y bacilos, no por los avances de la higiene y la medicina.



Los Pimentel
Muy difícilmente se habría dado la unión entre el linaje de los Pimentel y el condado de Benavente, de no haberse producido la ruptura castellano portuguesa de 1396, año en que Enrique III empezó una serie de donaciones a los exiliados portugueses en Castilla. Don Juan Alfonso Pimentel, señor de Bragança y Vinhaes, recibió el condado de Benavente en 1398, cuatro años después de haber sido desposeído del título don Fadrique.

Desde el soporte de su aparato militar, judicial y hacendístico y en coordinación con su propia cancillería, los condes de Benavente acometieron una señorialización intensa, ampliando el soporte material y la base económica del señorío.

El II conde de Benavente, don Rodrigo, recibió Mayorga en 1430, después de que el rey de Castilla confiscara los bienes que los infantes don Enrique y don Juan tenían en Tierra de Campos. En la jurisdicción de Mayorga se incluían las aldeas de Villagrá, Villalogán, Castrobol, San Martín del Río, Sahelices, Villalba, San Llorente, Piliella e Izagre.



GENEALOGÍA
La Genealogía, ciencia que se ocupa del conocimiento de los progenitores, ascendientes, descendientes, colaterales y afines de una persona, presta su contribución directa a ciencias como la Historia, la Estadística, la Biología, la Genética y, también, a la Medicina, a la que facilita información sobre enfermedades hereditarias, previa la confirmación de su presencia en el árbol familiar, lo que posibilita la aplicación de tratamientos preventivos a individuos con riesgo de padecerlas.

Desde fines del s.XV, y sobre todo en el XVI, podemos conocer los datos exactos de la biografía básica de cualquier persona y su tronco familiar, gracias a la iniciativa del Concilio de Trento (1556-1573) de registrar las defunciones y nacimientos ocurridos en cada parroquia en los llamados libros sacramentales. Desde entonces hasta la aparición del Registro Civil (1870), nacido era sinónimo de bautizado, lo que significa que a través de dichos libros deberíamos poder remontarnos, para cualquier genealogía, hasta la 11ª generación. Todo depende del estado en que se encuentren los libros. En el caso de familias de la nobleza o casas reales, los archivos privados y otras fuentes históricas pueden facilitar el acceso a generaciones anteriores a la indicada, aunque las casas existentes en el s.XVII no llegaban a remontarse, documentalmente, a la Baja Edad Media.

Onomástica
La Onomástica, más allá de la catalogación, análisis etimológico y evolución posterior de los nombres propios, tiene como objeto el ofrecer un desarrollo integral del nombre, con las implicaciones de tipo étnico, racial, sociolaboral y cultural, entre otras, que ello supone.

La dominación visigoda en gran parte de la Península Ibérica, a partir del s.V, hizo que los invasores abandonaran sus lenguas, adoptaran el latín y conservaran y popularizaran sus nombres. La onomástica germánica se impuso, predominando durante toda la Edad Media nombres como Ildefonso, Recaredo, Gutierre, Fernando, Rodrigo… En tiempos de la Reconquista, hasta la Baja Edad Media, los nombres facilitaban información acerca de la condición social y del origen geográfico de las personas, pero en la España cristiana del s.XIII se dejaron de utilizar los nombres primitivos de la población originaria.

En la Alta Edad Media los nombres eran hereditarios entre la nobleza, por vía paterna o materna. Hasta el s.XVIII, el primogénito solía llevar el nombre del abuelo paterno, quedando el del materno para el segundo hijo. Necesariamente, la lista de nombres era reducida y sólo se incrementaba con las aportaciones matrimoniales, por lo que no es difícil fijar la entrada de un nombre o de un apellido y seguir su rastro en el tiempo.

A partir del s.XVIII, los nombres judeo-cristianos (personajes bíblicos, mártires, santos y advocaciones marianas), desplazaron a los usados tradicionalmente en el mundo romanizado. Entonces se difundieron nombres hebreos y griegos citados en el Antiguo Testamento, en los Evangelios o en los Hechos de los Apóstoles: David, José, María, Juan, Mateo, Marcos, Lucas… En el s.XIX se estableció la costumbre de imponer el nombre del santo del día.

Apellido y linaje
La repetición de los nombres de pila hizo necesario el uso de un segundo nombre, el apellido, que evitara confusiones e identificara al individuo como miembro de una familia concreta.

Para la validación de documentos de los ss.VIII y IX, en la suscriptio se especificaba el grado de participación de los intervinientes en el acto documentado: su voluntad personal, su consentimiento o su presencia. El escribano consignaba los nombres de pila de los nobles, como confirmantes, y los de clérigos y plebeyos, como testigos. En el último tercio del s.IX, al lado del nombre de cada noble se anotaba el de su padre, en genitivo latino y seguido de la palabra filius. En el s.XI, empezó a anotarse el nombre seguido del patronímico.

Entre los siglos XIII y XV se extendió a todos los estratos sociales la costumbre de transmitir por vía de herencia el segundo nombre, el apellido, de modo que quedaba ligado a la posesión y sucesión de los bienes y legados familiares.

La forma actual del apellido se consolidó a principios del s.XVII, si bien hasta entrado el XVIII se podía escoger cualquiera dentro de los apellidos familiares, práctica que se generalizó entre los hidalgos con aspiraciones. En el caso de familias de abolengo, el primogénito continuaba el apellido del padre, o el impuesto por el mayorazgo que hubiese heredado.

El estado llano, al abandonar los primitivos nombres hispanorromanos, utilizó la alcuña como método distintivo, formada casi siempre por apodo o topónimo (oficio del cabeza de familia, alguna característica física, lugar de residencia o de origen familiar), costumbre que todavía perdura en las zonas rurales.

Sin ánimo de ser exhaustivos, podemos agrupar los apellidos atendiendo a la clasificación siguiente:

* Patronímicos:
Se derivan de un nombre propio y constituyen el grupo de apellidos más antiguo. De igual patronímico derivan, según zonas y dialectos, apellidos diferentes: de Ferrandus o Fernán se derivan los Fernández, Hernández, Ferrández, Ferrándiz…

En los reinos de Navarra, Castilla y León se adoptó el modelo de añadir al nombre de pila el del padre, más el sufijo ‘ez’ –‘hijo de’-. Pudo ser un préstamo lingüístico del vascuence, llegado a través de Navarra gracias a la influencia ejercida por este reino sobre el castellano-leonés en las centurias IX y X. Entre los siglos XI y XII su uso se normalizó en Castilla y León.

A partir del s.XIII, fue preciso dar con un término que abarcara a toda la familia, no sólo a una de sus generaciones. El nombre patronímico cayó en desuso y desde entonces los nombres en ‘ez’ se transmitieron como apellidos hereditarios. Así, los Sánchez, Fernández, Gutiérrez, González…, son apellidos procedentes de los nombres propios Sancho, Fernando, Gutierre y Gonzalo, respectivamente, y reflejan con exactitud los nombres de pila utilizados en los ss. XIV y XV, formados a partir de los primitivos nombres godos o vascos.

Es importante señalar la diversidad geográfica de la que provienen los apellidos patronímicos, por lo que su abundancia no implica que sean de origen plebeyo.

* Toponímicos:
Los nombres que designan lugar de nacimiento o de residencia abarcan desde continentes (África, América), hasta nombres comunes referentes a la orografía (Sierra, Montes, Valle, Cuevas, Peña) pasando por países (España, Luxemburgo, Grecia), regiones (Charro, Aragonés, Castellanos), ciudades (Málaga, León, Madrid), tipología poblacional (Villa, Aldea, Barrio), construcciones varias (Puente, Iglesias, Cabañas) o nombres relacionados con el agua (Ribera, Fuentes, Aceña, Laguna, Arroyo), por decir algunos.

* Cargos, títulos y oficios:
El medio eclesiástico cristiano generó apellidos, lo que no deja de ser una ironía o un contrasentido, puesto que se trata de un estamento célibe, teóricamente sin descendencia. Los tres primeros Concilios de Letrán (1123, 1139 y 1179) introdujeron y aprobaron la condena de la vida en pareja de los sacerdotes, obligándoles al celibato. El Concilio de Trento (1545-63) recogió definitivamente los decretos de los tres concilios lateranenses y determinó la prohibición de admitir en el seno de la Iglesia a hombres casados. De donde concluimos que los linajes alusivos a cargos eclesiásticos debieron originarse en apodos referentes a hijos ilegítimos de sacerdotes, como por ejemplo Abad, Cardenal, Monje, Sacristán…

Los apellidos procedentes de títulos nobiliarios los llevaban quienes servían en casa de alguno de estos señores, aunque también se trataba de motes puestos a personas arrogantes, altivas: Rey, Conde, Duque, Marqués, Hidalgo.

* Otras profesiones:
- Militares y funcionarios: Alférez, Alcalde, Escribano.
- Artesanía y comercio: Herrero, Molinero, Zapatero, Sastre.
- Agricultura y ganadería: Labrador, Ovejero, Pastor, Vaquero.
- Servicio: Criado, Escudero.

* Apodos:
Es el procedimiento más antiguo que existe para distinguir a los individuos, atendiendo a:
- Características físicas: Bajo, Gordo, Rubio, Calvo.
- Características morales: Bueno, Alegre, Salado.
- Lazos de parentesco: Casado, Joven, Mayor, Nieto, Sobrino, Viejo.

* Varios:
- Fauna: Conejo, Vaca, Borrego, Oveja, Cordero, Mulas.
- Utensilios: Botella, Porras, Cadenas, Hoz, Trillo.
- Flora: Encina, Peral, Manzano, Fresneda, Bosque.

* Desiderativos:
Hasta que el Concilio de Trento hizo obligatorio bautizar a los niños con nombres del santoral católico, las gentes del medievo utilizaron una onomástica abierta y diversa, llena de deseos, de carácter elogioso (Lozano, Valiente), afectivo (Tierno, Bello), de buen augurio (Buendía) o recordatorios de la divinidad (Diosdado, de Jesús, de Dios).

* Circunstanciales
También hubo apellidos alusivos a las especiales circunstancias de paternidad desconocida o ilegitimidad concurrentes en algunos nacimientos: Bastardo, Expósito, Temprano, Tirado.

No hay datos ni estudios suficientes para sostener que a los niños expósitos se les impusieron, en inclusas e instituciones benéficas, apellidos de meses, santos o vírgenes. Se les aplicó la denominación de ‘expósito’, que ha dado lugar al apellido homónimo. A los abandonados a la puerta de algún templo o en su interior se les pusieron apellidos como ‘de la Iglesia’ o ‘Capilla’.

El nombre de linaje fue una iniciativa social, espontánea, al margen de la voluntad u opinión de los interesados, para distinguir a unas familias de otras, llegando a consolidarse, en muchas ocasiones, como apellido.

En la segunda mitad del s.XII, se utilizó el lugar de origen o el de ubicación del señorío para designar linajes. Se colocaba, precedido de la preposición ‘de’, detrás del patronímico. Otras veces, el nombre del linaje se tomó de un nombre de pila, convertido en patronímico, con o sin preposición.

En los apellidos compuestos se integran dos o más linajes, bien por ser ambos ilustres y querer que no se pierda ninguno o para distinguir a unas familias de otras cuando el nombre patronímico es el mismo, como en los numerosos compuestos en que figuran García, Fernández, etc. Unir apellidos fue costumbre de la nobleza, aunque muchos plebeyos lo hicieron también por pura eufonía y con un afán evidente de emulación y mimetismo con la nobleza.

A partir del s.XVI, se adoptó la costumbre de unir el apellido paterno y el materno, aunque éste no se heredara más allá de la primera generación, y se hizo obligatoria a partir de 1870, con la ley del Registro Civil, y está vigente, aunque no rígidamente, en nuestros días.



TRENTO Y LOS LIBROS SACRAMENTALES
El Concilio de Trento (1545-1563), en su sesión XXIV, celebrada el 11 de Noviembre de 1563, aprobó, entre otras, la norma de que en las parroquias se llevaran Registros de bautismos y matrimonios. Estas disposiciones se aplicaron en España a raíz de un Decreto dado por Felipe II el 12 de Julio de 1564; más tarde, en 1614, se ordenó abrir Registros de defunciones, confirmaciones y estado de las almas. No obstante, desde el siglo XIV, las parroquias de Toledo, Tarragona y Burgos tenían instrucciones para registrar bautismos y matrimonios, y el Cardenal Cisneros, en 1497, extendió a toda España la obligación de censar a los bautizados. Así y todo, podemos decir que la mayoría de los Archivos parroquiales empiezan en el siglo XVI.

Desde Trento hasta hoy, los párrocos han venido cumpliendo el mandato con fidelidad desigual, aunque suficiente en orden al fin perseguido. Las diócesis inspeccionan los libros sacramentales desde un principio y, así, en las visitas pastorales, los obispos o sus delegados estampan en ellos una diligencia, haciendo constar las observaciones y recomendaciones que sirvan de pauta a los párrocos en la confección de las partidas sacramentales.

En el siglo XVI, los registros de estos libros son muy breves; aumentan su contenido con el paso del tiempo, y desde la 1ª mitad del XVIII recogen datos de lo más variado y preciso. De ellos podemos obtener información para el conocimiento de la biografía biológica de las personas, troncos y relaciones familiares, profesiones, costumbres y ritos funerarios, derecho consuetudinario, dinámica demográfica, creencias y devociones, estratificación social, usos médicos y relaciones con el entorno.

El período pre-estadístico español, por tanto, queda cubierto, en gran medida, por los libros custodiados en las parroquias de nuestros pueblos y ciudades. Hasta la creación del Registro Civil, en 1870, jugaron un papel importante en el ámbito civil, siendo objeto directo de la acción de los Reales Consejos, que dictan órdenes sobre el contenido de las inscripciones-registros (R.O. de 1-12-1837).

A partir de 1870, tras unos años de coexistencia de los dos Registros, el Civil y el Eclesiástico, los libros sacramentales pasan a tener valor y significación exclusivos como fruto de la actividad de la Iglesia y de su presencia en el mundo. No obstante, su fiabilidad como Registro es casi total, pues la tradición católica en España mantuvo su universalidad hasta bien entrado el siglo XX, y nacido seguía siendo sinónimo de bautizado, como ya hemos dicho anteriormente.

Hoy, muchos de esos libros, de los históricos, los del siglo XIX y anteriores, llegan hasta nosotros deteriorados y mutilados por la acción de insectos y roedores, con sus tintas desvaídas, atacadas por la humedad y el agua; otros, han desaparecido, pasto de las llamas, en incendios fortuitos o en las hornillas de hogares del medio rural; otros, están en manos de particulares, desconocedores de la significación histórica de esos papeles antiguos; otros, en fin, esperan comprador en trastiendas de anticuarios y libreros de viejo, después de su salida, indebida, de la parroquia a la que pertenecían.

Cierto es que los párrocos no contaban, ni cuentan, con los medios necesarios para poner este tesoro documental a salvo de los agentes que pudieran perjudicarle; pero no es menos cierto que había clérigos que no daban importancia a aquellos libros viejos, precisamente por viejos, y los arrinconaban en el desván o en la sacristía. Por otra parte, las diócesis, en general, no disponían de efectivos, ni humanos ni materiales, para garantizar la integridad de los archivos parroquiales in situ. Por ello, se puso en marcha, en los años 70, un plan de concentración de los libros históricos de las parroquias en los Archivos Diocesanos, plan hoy todavía vigente.

Debemos recordar, sin embargo, que las desamortizaciones sucedidas en España a partir del siglo XVIII también repercutieron en el Patrimonio Documental de muchas parroquias, más concretamente en la documentación de Cofradías, Hermandades, Fundaciones y, sobre todo, en la de contenido económico -apeos, donaciones, censos, diezmos y tazmías, libros de fábrica-, fundamental para el Estado a la hora de acometer la política desamortizadora. Además, los Archivos parroquiales también fueron presa de los excesos de guerras y revueltas, con lo que libros y documentos sufrieron los efectos del saqueo y el pillaje. Recientemente, desde los años 60, el retroceso demográfico, que acaba con parroquias y pueblos, ha venido a darles otro zarpazo, este, ya, en los libros sacramentales. De ahí la iniciativa del proyecto, ya citado, de la concentración.



EL CATASTRO DEL MARQUÉS DE LA ENSENADA
Según Joan Corominas, catastro procede del francés antiguo, catastre, y éste del italiano catasto, ‘inventario’ ‘catastro’, anteriormente catástico, del griego bizantino katástikhon, ‘lista’. La Real Academia de la Lengua Española recoge dos acepciones: 1. Contribución real que pagaban nobles y plebeyos, y se imponía sobre todas las rentas fijas y posesiones que producían frutos anuales, fijos o eventuales, como censos, hierbas, bellotas molinos, casas, ganados, etc. // 2. Censo y padrón estadístico de las fincas rústicas y urbanas. Para Segura í Mas, catastro, en una acepción en consonancia con nuestros días, es “[...] la estadística o inventario de toda la riqueza inmueble de un territorio [...]”. El catastro, pues, es un instrumento para liquidar un impuesto, la contribución.

El catastro, en Europa, se remonta a tiempos del Emperador Augusto (siglos I a.C. y I d.C.), y los contemporáneos tienen su origen entre los siglos XVII y XIX. En el caso de España, D. Zenón de Somodevilla, ministro de Fernando VI y Marqués de la Ensenada, acometió el proyecto más importante del Antiguo Régimen en el campo estadístico, aunque no llegó a aplicarse a efectos contributivos.

La información que contiene se refiere a la España de 1749-1756. A través de las Respuestas Generales a las 40 preguntas del Interrogatorio del Catastro de Ensenada, se puede obtener una instantánea, bastante fiel, de nuestros pueblos y ciudades, como se comprobará más adelante. Las Respuestas Particulares, con la distinción entre clérigos y seglares, refleja datos de naturaleza industrial, comercial, ganadera, urbana y sobre sociodemografia y economía.

A mediados del s.XVIII se quiso adoptar en los territorios de la Corona de Castilla una Única Contribución, en sustitución de las llamadas ‘rentas provinciales’: la alcabala, que gravaba las compraventas; los millones, que gravaban los consumos (vino, aceite, azúcar, carne y pescado, velas de sebo y papel, entre otros) y los cientos (cuatro unos por ciento, con dos modalidades, antiguos y renovados). También se pretendía reemplazar otros impuestos, como las siete rentillas (derechos sobre el azufre, el plomo, la pólvora, el azogue, el bermellón, salitre, alcohol y solimán), las tercias reales, y los servicios ordinario y extraordinario, que pagaban los pueblos por encabezamiento. Los destinatarios de las exacciones fiscales eran la Real Hacienda, la Iglesia, los señoríos y los pueblos.

Para acometer tal reforma, era preciso conocer la riqueza con que contaba la Corona. Don Zenón de Somodevilla, primer marqués de la Ensenada, Secretario de Estado y del Despacho de Hacienda entre 1743-54, fue el impulsor del R.D. de 10 de octubre de 1749, firmado por Fernando VI, por el que se aprobaba el conocido como Catastro de Ensenada, “… con el fin de reducir a una sola contribución las de Millones, Alcabalas, Cientos y Servicio ordinario y extraordinario y sus agregados, contribuyendo cada vasallo a proporción de lo que tiene con equidad y justicia…”. Los datos obtenidos en las pesquisas y averiguaciones llevadas a cabo entre la primavera de 1750 y la de 1756 se reunieron en las tablas estadísticas llamadas ‘Estados generales’.

La reforma fiscal que propugnaba el Catastro nunca se llevó a efecto, pero la información del trabajo de campo realizado es la más importante para el conocimiento de la Corona de Castilla en el Antiguo Régimen.

Instrumento fundamental de penetración del Catastro fue el llamado ‘Interrogatorio’, que debían contestar las justicias y peritos en cada lugar. En un libro se reflejaron los bienes que producían alguna utilidad a su propietario; en otro, los cabezas de casa, su estado y condición, así como el número de hijos, mayores y menores de 18 años, y el resto de individuos que vivían bajo un techo común, los bienes raíces que poseía en el término, casas, corrales y bodegas… y cuanto le reportara utilidad. También se averiguaron las haciendas del estado eclesiástico.


IZAGRE
El municipio de Izagre, situado al SSE. de la provincia de León, en el Km. 50 de la N-601 León-Valladolid, y a una altitud de 819 metros sobre el nivel del mar, lo integran los lugares de Albires, Izagre y Valdemorilla, siendo Izagre la cabeza del municipio. Su población es de unos 300 habitantes.

En los 44 km2 de extensión del municipio se cultivan cereales, pastan los rebaños de ovejas, se caza la liebre, el conejo, la perdiz y la codorniz, hay espacios para la avutarda, y se cuentan numerosos palomares en las cercanías de los núcleos urbanos.

El lugar de Izagre raya con la provincia de Valladolid. Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar (1845-1850), no da noticia histórica alguna sobre él. Sólo menciona al señor de Zalamillas, al Monasterio de las Huelgas de Valladolid, a los dominicos de Mayorga y al Monasterio de Sandoval como titulares del derecho de presentación al curato de la parroquia de Santa Marina, patrona del lugar.

El Catastro del Marqués de la Ensenada (en Izagre se lleva a cabo el 15-3-1752), ofrece interesantes datos sobre la estructura social y económica del pueblo a mediados del siglo XVIII. Como datos históricos, en sentido estricto, aporta su dependencia del Conde de Benavente y sus contribuciones para el sostenimiento de las grandes iglesias de León (Catedral y San Isidoro) y las Huelgas de Valladolid.

A través de la Carta arqueológica provincial, está atestiguado el asentamiento de efectivos humanos en el campo de Izagre en el IV milenio a.C., así como el hallazgo de materiales líticos (piedras de rayo) y posibles molinos propios del Neolítico.

El Izagre de hoy surge en tiempos de la Reconquista, aproximadamente entre los siglos X y XI. De ahí le vendría, precisamente, el ascendiente árabe que encierran nombres como Valdemuza, Valdemorilla, Albires, Izagre. Para el historiador Eutimio Martino, la raíz árabe “iz” se refiere al agua, y Pascual Madoz, en su Diccionario, destaca que este pueblo cuenta con “buenas aguas potables”. Javier García Martínez dice que …”debe ser un nombre mozárabe”.

Para los habitantes de Izagre, la personalidad más destacada que ha dado el pueblo es la del licenciado don Cristóbal Vaca de Castro (1492-1566), señor de Izagre y gobernador del Perú entre 1541 y 1545. Sus restos reposan en la colegiata del Sacro-Monte de Granada, adonde fueron llevados por su hijo Pedro de Castro, arzobispo de la ciudad.

En un pasaje de la tradición popular peruana acerca de la avaricia de Vaca de Castro, se refiere cómo después de la batalla de Chupas recibió éste a un fraile mercedario que había ido con él a la escuela y que pretendía interceder por un prisionero. Vaca de Castro no reaccionó ante ninguna de las muestras que del conocimiento sobre él dio el fraile, con lo que éste terminó por decir que era un error suyo, lo que sentía enormemente porque para el amigo de la infancia y compañero de escuela traía como regalo dos pequeños lingotes de oro. Entonces el licenciado, en actitud reflexiva le dijo:
- “Espere, padre, ¿Vuesa merced tiene familia en Izagre?
- Oriundo soy del lugar, como vueseñoría…
- ¡Toñuelo, hermano Toñuelo¡ ¡Dáme acá esos brazos, hombre¡ Trabajillo me ha costado el conocerte…¡
- ¡Aprieta, Tobalillo, aprieta¡ …

Tal vez don Cristóbal naciera en Izagre, pudo ser, y pasara en él parte de su infancia, pero después no tuvo nada más que ver con el pueblo. Y no deja de ser extraño que, perteneciendo a su familia el señorío de Izagre, no quede resto alguno de la casa solariega ni recuerdo en la memoria colectiva. Por otra parte, cuando el emperador Carlos mandó a las Indias a don Cristóbal, éste se llevó para su servicio, como criados, gentes de Mayorga, pero ninguno de Izagre, como resulta de la consulta del Catálogo de Pasajeros a Indias, por lo menos hasta el año 1600.

El archivo parroquial
Don Justino Bajo Santos, titular de las parroquias de San Andrés de Albires, Santa Marina de Izagre y San Martín de Tours de Valdemorilla nos atendió con interés y simpatía cuando le expusimos nuestra idea de ayudarle a ordenar el Archivo parroquial, sobre todo los libros históricos, a lo que accedió de muy buen grado, facilitándonos, en lo que pudo, la tarea.

Al final de nuestro trabajo hemos abierto un total de 64 fichas, de las que 12 corresponden a Albires, 41 a Izagre y 11 a Valdemorilla. Los libros se han agrupado en las series siguientes: Bautizados, Difuntos, Casados, Confirmados, Fábrica y Casa Rectoral, Fundaciones, Aniversarios y Obras Pías, Propiedades y Diezmos, y Statu Animarum.

Por lo que al Archivo de Izagre se refiere, basta con echar una ojeada a la relación de fondos para darse cuenta de que estamos ante un Archivo muy completo, por el número de series que lo integran, y de gran alcance histórico, por los períodos de tiempo que cada una de ellas abarca. El estado medio de conservación de los libros es bueno.

En vista de que las series de Bautizados y Difuntos de Izagre han llegado completas hasta nuestros días, hicimos un estudio pormenorizado, consistente en volcar la totalidad de las Partidas de Bautismo y de Defunción en dos bases de datos.

El resumen, en números, es el siguiente: 3.121 registros de bautizados (de 10-II-1569 a 14-XII-1994), con 48 campos y un máximo de 1215 dígitos por registro; 2.261 registros de difuntos (de 23-XI-1554 a 02-II-1996), con 27 campos y un máximo de 996 dígitos por registro. Por otra parte, hemos registrado 89 sacerdotes que oficiaron en alguna ceremonia sacramental, y 35 visitas pastorales, entre los años 1575 y 1850, de las que 16 fueron giradas por los titulares de la Sede de León y las restantes por sus delegados. El Obispo don Joseph de Lupia y Roger realizó cuatro visitas, entre 1740 y 1751.

Las anotaciones de las visitas pastorales dan muestra de la preocupación por la fidelidad de los datos en sí y por sus repercusiones en la economía eclesiástica. Sin ir más lejos, el 15 de Abril de 1711, don Manuel Pérez de Araciel, Obispo de León, anota en el libro de Difuntos “[…] vistos sus asientos y que el cura no cumple con la obligación de poner en ellos el día que falleció el difunto, ni de dónde era feligrés […] por estas faltas y omisiones usando S. Ilma. de benignidad con el dicho cura le condena en quatro ducados […] de limosna para el convento de las Madres franciscanas Descalzas de la ciudad de León […]”.

En el mismo libro, en su visita del 6 de Octubre de 1722, el Obispo de León, don Martín de Zelayeta, escribe: “[…] expresando el número de el escribano ante quien se testa, el número de misas y demás piadoso, herederos y testamentarios, que anote la fundación de anibersarios expresando el número de misas, días en que se deben cumplir, heredades sobre que están fundadas, asignación de limosna y quienes son sus posehedores[…]”.

En el libro de Bautizados, en la visita que en el año 1747 efectúa el Obispo don Joseph de Lupia y Roger, se llama muy severamente la atención al párroco, en estos términos: “[…] y haviéndole reconocido [el libro] halló estar sus partidas muy defectuosas por las barias emiendas, entre renglonaduras y tastaduras […], se reconoce el ningún cuidado que el cura tiene en el cumplimiento de párroco, que si le hubiera no dejara tan absolutamente su obligación en manos del vicario; respecto de dicho libro y de los demás sacramentales resulta no aber administrado en muchos años los Santos Sacramentos a feligrés alguno sin refleysionar la estrecha cuenta que ha de dar en el Debino y tremendo tribunal por lo qual […] se ha hecho digno de sebero castigo, ahora usando de venignidad Su Ilma. […] solo le haperzibe, amonesta y manda que pena de treynta y cinco ducados […] ponga más cuidado, limpieza, […] y solo le multa en diez ducados […]”.

Es mucha la emoción contenida en estos libros. Cada uno es un auténtico yacimiento, solo que aquí los estratos son las páginas y, siguiendo su orden, aparece primero lo más antiguo y lo más moderno al final. Y han llegado hasta nosotros, después de cientos de años, tras pasar mil y una vicisitudes. Sobrecoge tanta Historia, de tantas gentes, en un soporte humilde, frágil y delicado como es el papel.
RESPUESTAS AL INTERROGATORIO EN EL
LUGAR DE IZAGRE (LEON), 15-III-1752

A continuación, ofrecemos la transcripción de las Respuestas Generales en Izagre (León). El documento utilizado es una segunda copia que se conserva en el Archivo General de Simancas. En cuanto a la transcripción, al ser este un trabajo de carácter informativo-divulgativo, no paleográfico por tanto, hemos obviado los aspectos gráficos, ortográficos y de puntuación del texto original, así como la estructura y distribución de los párrafos, para facilitar la lectura e inteligencia del escrito.

INTERROGATORIO A QUE HAN DE SATISFACER, BAJO de juramento, las Justicias, y demás personas, que harán comparecer los Intendentes en cada pueblo.
Copia sacada del original de las respuestas generales dadas al Interrogatorio que antecede por la justicia del lugar de Izagre, jurisdicción de la villa de Mayorga, y peritos nombrados, así por parte de S.M. como por la referida justicia, y son como se siguen:

1- Cómo se llama la población.
A la primera pregunta dijeron que esta población se llama el lugar de Yzagre, jurisdicción de la villa de Mayorga.

2- Si es de realengo o de señorío; a quién pertenece; qué derechos percibe y cuánto producen.
Dijeron que este dicho lugar es de señorío, y su dueño es el Conde de Benavente, a quien pertenece el derecho de Alcabala y el de huzmazga o martiniega, y este produce cada año por el derecho de la alcabala setecientos veinte y nueve reales de vellón conforme a la última escritura de encabezamiento, y por el de martiniega cuarenta y ocho.

3- Qué territorio ocupa el término, cuánto de Levante a Poniente y del Norte al Sur, y cuánto de circunferencia, por horas y leguas; qué linderos o confrontaciones y qué figura tiene, poniéndola al margen.
Dijeron que el término de este referido lugar, desde Levante a Poniente, que es a lo largo, tiene poco más de una legua, y de Norte a Sur o Mediodía tiene una legua escasa, y por horas lo mesmo, regulando hora por legua; que por dicho Levante confronta con el término del lugar de Saelices, a Poniente con el Monte Pequeño de la villa de Mayorga y término de Valdemorilla; al Norte con término de la villa de Albires y despoblado de Macudiel, propio este del señor de Villamete; al Mediodía o Sur con el despoblado de San Martín del Río, incluso en el término de dicha villa de Mayorga, y que en la figura se remite al que resulta de la medida dieron los agrimensores, por no tenerla presente.

4- Qué especies de Tierra se hallan en el término, si de regadío y de secano, distinguiendo si son de hortaliza, sembradura, viñas, pastos, bosques, matorrales, montes y demás, que pudiere haber, explicando si hay algunas que produzcan más de una cosecha al año, las que fructificaren sólo una y las que necesitan de un año de intermedio de descanso.
Dijeron que todas las tierras del expresado término, a excepción de una huerta pequeña que hará una hemina, son de secano, y se componen de sembradura, viñas, prados de pastos y de guadaña y las eras de concejo y particulares, que todas ellas producen un año si y otro año no, exceptuando las viñas, y que no les comprende lo demás de la pregunta.

5- De cuántas calidades de tierra hay en cada una de las especies que hayan declarado, si de buena, mediana e inferior.
Dijeron que en las tierras de secano de este referido término hay tres calidades, que son buena, mediana e inferior; los prados de buena calidad, las viñas todas de inferior y la huerta es de la buena calidad.

6- Si hay algun plantío de árboles en las tierras que han declarado, como frutales, moreras, olivos, higueras, almendros, parras, algarrobos, etc.
Dijeron no haber plantío alguno de árboles en las tierras que llevan declarado, sino el que nuevamente se ha hecho de orden de S.M. (Dios le Guarde) que es de chopos, y paleros y ocupará hemina y media de tierra, poco más o menos.

7- En cuáles de las tierras están plantados los árboles que declararen.
Dijeron que los árboles, o pies de chopos, y paleros que llevan declarados, están plantados en una parte de los prados de guadaña.

8- En qué conformidad están hechos los plantíos, si extendidos en toda la tierra o a las márgenes, en una, dos, tres hileras, o en la forma que estuvieren.
Dijeron que el referido plantío está extendido por toda aquella parte de tierra y puestos todos los árboles en hileras.

9- De qué medidas de Tierra se usa en aquel pueblo, de cuántos pasos o varas castellanas en cuadro se compone; qué cantidad de cada especie de granos de los que se cogen en el término se siembra en cada una.
Dijeron que el nombre de medidas de que se usa en este dicho lugar, por lo tocante a tierras de sembradura, prados y huertas es el de cargas,
y cada carga de divide en cuatro fanegas, y cada una de estas se compone de tres heminas, que tiene cada una cuatro celemines, y cada uno de ellos se divide en cuatro cuartillos;
que cada carga de tierra se compone de mil y seiscientos palos cuadrados, de a tres varas y media castellanas cada uno,
y que cada carga de buena calidad, que es la primera, el año que se siembra de trigo, lleva otra carga de sembradura, y cuando se siembra de cebada, lleva carga y media;
la de segunda calidad, que es la mediana, sembrándola de cebada lleva cinco fanegas de esta especie; la de tercera calidad, que es la inferior, en donde sólo se puede sembrar centeno, lleva cada carga de tierra ocho heminas de centeno,
y en cuanto a las viñas, se les da el nombre de cuartas, que se compone cada una de éstas de ciento y veinte y cinco cepas que ocupan una hemina de tierra.

10- Qué número de medidas de tierra habrá en el término, distinguiendo las de cada especie y calidad, por ejemplo: tantas fanegas, o del nombre que tuviese la medida de tierra de sembradura, de la mejor calidad; tantas de mediana bondad y tantas de inferior, y lo propio en las demás especies que hubieren declarado.
Dijeron que en el referido término de este lugar habrá mil y cuarenta cargas de tierra, en las que habrá sembradura de secano ciento y cincuenta de primera calidad, cuatrocientas de segunda, y trescientas de tercera; los prados y eras comprenderán cien cargas; las viñas quince, y las restantes las ocupan los caminos y tierras incultas.

11- Qué especies de frutos se cogen en el término.
A la undécima dijeron que las especies de frutos que se cogen en este referido término son trigo, cebada y centeno y vino, y tal cual año avena, y las pocas legumbres de la mencionada huerta.

12- Qué cantidad de frutos de cada género, unos años con otros, produce, con una ordinaria cultura, una medida de tierra de cada especie y calidad de las que hubiere en el término, sin comprender el producto de los árboles que hubiese.
Dijeron que la carga de tierra
de primera calidad con una ordinaria cultura produce, al año que se siembra de trigo, cuatro cargas, y el que se siembra de cebada ocho;
la de segunda calidad, que es la mediana, sembrándola de trigo produce tres cargas de trigo, y la que se siembra de cebada produce seis;
la de tercera calidad, que es la inferior, produce dos cargas de centeno, y en el año que se siembra de avena produce lo mismo;
que cada carga de tierra de los prados de guadaña puede producir, por no ser de regadío, dos carros de hierba, que se benefician por una carga de cebada cada año.
y en cuanto a las viñas, por ser todas de inferior calidad, podrá producir cada cuarta dos cántaras de vino, regulado uno y otro por un quinquenio,
y con arreglo a esto declaran que cada carga de tierra de la primera calidad les puede dejar de utilidad a los colonos cuatro heminas de trigo, y por consiguiente, ocho de cebada al año que la siembra de esta especie,
y la de segunda dos y media, y la de tercera calidad una hemina de centeno;
que cada cuarta de viña dejará de utilidad a los colonos que las siembran un real de vellón.

13- Qué producto se regula darán por medida de tierra los árboles que hubiere, según la forma en que estuviese hecho el plantío, cada uno en su especie.
Dijeron no comprenderles, mediante los árboles que llevan declarados son novalios y ninguno fructífero.

14- Qué valor tienen ordinariamente un año con otro los frutos que producen las tierras del término, cada calidad de ellos.
Dijeron que cada carga de trigo regulada por un quinquenio tiene el valor de cuarenta reales vellón, la de centeno treinta, la de cebada veinte, la de avena quince, y la cántara, regulada por un quinquenio tiene el valor de cinco reales de vellón;
que en cuanto a las legumbres, son de tan corta entidad que después de haber sólo un año que ha que se plantó la huerta que llevan declarada, apenas dará para el gasto de su dueño, y los pocos años que se siembran de garbanzos, sólo se cogen para el gasto de los interesados, y con efecto no hacen memoria de que ninguno los haya vendido, pero si llegase el caso de venderlos regulan el precio de cada carga a sesenta reales.

15- Qué derechos se hallan impuestos sobre las tierras del término, como diezmo, primicia, tercio-diezmo, u otros, y a quién pertenecen.
Dijeron que sobre dichas tierras y viñas del término de este citado lugar no se hallan impuestos más derechos que el diezmo y primicia, y de aquel se exige de diezma,
y de la primicia se exige sólo una hemina de trigo y otra de centeno, siempre que el labrador coja treinta heminas de cada una de estas especies, y aunque de ellas y de otras coja mucha más cantidad, sólo contribuye con la hemina de cada especie que llevan declaradas,
la que se exige del labrador, o senarero que no cogen las treinta heminas de trigo, o centeno, sin embargo que coja mucha más cebada, cuya especie no devenga este derecho, el que corresponde y percibe enteramente la fábrica de la Iglesia de este dicho lugar,
y del todo de los referidos diezmos que se exigen en su término correspondientes a pan y vino, pertenecen
la tercia real, o tres novenos, al Cabildo y Mesa Capitular de la Santa Iglesia de León,
y las otras dos tercias, o seis novenos, que componen el globo de todos los diezmos mayores, corresponden al cura párroco de este lugar, que al presente lo es don Sebastián Bernaldo de Quirós, con la advertencia
que antes de repartir dichos diezmos se sacan dos casas diezmeras, la primera se reparte con el propio arreglo entre el cura y Cabildo de la Santa Iglesia de León, y la segunda, que llaman el diezmo de Rey, corresponde por iguales partes a la fábrica de dicha Santa Iglesia y el real convento de San Isidro de León,
y por lo tocante a los diezmos menudos como son lana, corderos, pollos, legumbres y soldadas de criados, estos pertenecen por entero a el expresado cura párroco, que tiene la obligación de dar anualmente por todos los derechos que percibe diez y nueve heminas de trigo y diez y nueve de cebada a tres de los cuatro patronos de dicho curato por razón de patronato, las que se reparten en la forma siguiente:
diez heminas de trigo y diez de cebada las percibe doña María Bernaldo de Quirós, viuda del Marqués de Innicio, en quien reside una de las cuatro voces iguales como Señora que es de Zalamillas y poseedora del Mayorazgo de Villapadierna;
cinco heminas de trigo y cinco de cebada las percibe el prior y convento de Nuestra Señora del Rosario, Orden de Predicadores, sito en dicha villa de Mayorga;
las restantes cuatro heminas de trigo y cuatro de cebada pertenecen a la abadesa de las Huelgas de Valladolid, previniendo que aquellos diezmos que causan los vecinos de este lugar que siembran en término extraño los parten con igualdad dicha Santa Iglesia y el expresado párroco.

16- A qué cantidad de frutos suelen montar los referidos derechos de cada especie, o a qué precio suelen arrendarse un año con otro.
Dijeron no saben a qué cantidad de frutos puede ascender los referidos diezmos y primicias, ni a qué precios se podrían arrendar, por lo que se remiten a las tazmias.

17- Si hay algunas minas, salinas, molinos harineros o de papel, batanes, u otros artefactos en el término, distinguiendo de qué metales, y de qué uso, explicando sus dueños, y lo que se regula produce cada uno de utilidad al año.
Dijeron que no les comprende en parte alguna.

18- Si hay algún esquilmo en el término, a quién pertenece, qué número de ganado viene al esquileo a él, y qué utilidad se regula da a su dueño cada año.
Dijeron que los esquilmos que hay en este lugar y su término son de ganado lanar, bacas, yeguas, pollinas y palomas, y que de ganado lanar habrá ochocientas cabezas de vientre y novecientas de vacío, incluyendo los carneros, y que de ellas pertenecen
cuatrocientas de Francisco del Pozo, vecino de este lugar, las ciento y ochenta de vientre y setenta carneros y las restantes de vacío;
a Manuel López trescientas y ochenta, las doscientas de vientre y las ciento y ochenta de vacío,
y las que restan corresponden a Joseph Siero, Isidro del Pozo, Juan Paniagua, Joseph Redondo, Hermenexildo del Pozo, Jazinto Perez, Eugenio y Francisco de la Bega, Joseph Paniagua, Miguel Dominguez, Francisco Redondo, Martín Riol, Santiago y Manuel Pérez, Francisco y Lorenzo Rodríguez, Caiethano Andrés, Andrés García, Juan Seco, Juan Martínez, maior, Juan Martínez, menor, Pablo de la Viuda, los herederos de Francisco Riol, Gregorio, Francisco y Marcos Martínez, y Juan Riol, casi por iguales partes, siendo la mitad de vientre y la otra mitad de vacío,

y el producto de las de vientre regulan a nueve reales, el de los carneros a cinco, el de los vacíos a tres reales;
que habrá cuarenta vacas repartidas entre todos los vecinos y que el producto de cada una de ellas regulan en veinte reales vellón,
el de las yeguas a cuarenta reales y que éstas pertenecen cuatro a Hermenexildo del Pozo, tres a Francisco del Pozo, dos a Manuel López, una a Andrés Martínez, una a Simón de Vega, otra a Matheo Pérez, otra a don Antonio Herrero, presbítero;
que las pollinas también están repartidas entre los vecinos, y el producto de cada una regulan a doce reales de vellón;
también declaran que hay cien pares de palomas dentro de un palomar inmediato al lugar, y podrá producir a su dueño cien reales de vellón, regulándolo todo por un quinquenio,
y que en el referido término no hay otro esquileo que las mismas casas de los propios dueños de los ganados expresados donde se sacan los esquilmos referidos.

19- Si hay colmenas en el término, cuántas y a quién pertenecen.
Dijeron que no les comprende.

20- De qué especies de ganado hay en el pueblo, y término, excluyendo las mulas de coche, y caballos de regalo, y si algún vecino tiene cabaña, o yeguada, que pasta fuera del término, dónde y de qué número de cabezas, explicando el nombre del dueño.
Dijeron que en este lugar no hay especies de ganado que las que llevan declaradas en la pregunta diez y ocho y que ninguno tiene vacada ni yeguada fuera ni dentro de este término.

21- De qué número de vecinos se compone la población, y cuántos en las casas de campo, o alquerías.
Dijeron que esta población se compone de cincuenta y ocho vecinos y cuatro viudas cabeza de casa, sin que haya ninguna casa de campo ni alquería.

22- Cuántas casas habrá en el pueblo, qué número de inhabitables, cuántas arruinadas, y si es de señorío, explicar si tienen cada una alguna carga, que pague al dueño, por el establecimiento del suelo, y cuánto.
Dijeron que hay en este pueblo setenta casas y ninguna inhabitable ni arruinada y que aunque es de señorío no se paga al dueño cosa alguna por el establecimiento del suelo.

23- Qué propios tiene el común, y a qué asciende su producto al año, de que se deberá pedir justificación.
Dijeron que el común de este lugar tiene de propios cuatro cargas de centeno y dos de cebada que producen anualmente las tierras, prados y eras de concejo.

24- Si el común disfruta algún arbitrio, sisa u otra cosa, de que se deberá pedir la concesión, quedándose con copia que acompañe estas diligencias, qué cantidad produce cada uno al año, a qué fin se concedió, sobre qué especies, para conocer si es temporal, o perpetuo, y si su producto cubre, o excede de su aplicación.
Dijeron que no les comprende.

25- Qué gastos debe satisfacer el común, como salario de justicia y regidores, fiestas de corpus, u otras, empedrado, fuentes, sirvientes, etc. de que se deberá pedir relación auténtica.
Dijeron que el común de este dicho lugar satisface por gastos precisos del concejo cuatrocientos setenta y cinco reales anualmente en esta forma:
cincuenta reales que tiene de costa el amillaramiento, arreglar los cuarteles y repartir con justificación los reales tributos;
treinta reales por el gasto de predicador de Semana Santa, Y otros treinta de la procesión de rogativa que llaman de Val de Hernando;
veinte y cuatro reales de las misas votivas del novenario de Nuestra Señora del Rosario, a que asiste la Justicia con el Concejo, por los buenos temporales;
quince reales por las limosnas forzosas de las tres redenciones;
trece reales por el derecho que llaman del Canto de Regla e inocentes locos, de los que cobra ocho reales la Santa Iglesia de León y los otros cinco el Hospital de San Antonio Abad de dicha ciudad;
cuarenta y ocho reales por el pedido de marzo o martiniega, que se paga al Conde de Benavente;
catorce reales por el aviso de Bulas y conducción de su importe;
doce reales a la casa Santa de Jerusalén por la limosna forzosa,
cuarenta reales del importe de una carga de trigo por razón del Boto de Santiago;
setenta y un reales que se pagan al Procurador del Común por las veredas precisas que hace a Valladolid, Mayorga, Villalón, por la conducción del dinero que importan los reales tributos de las alcabalas, y el del sal que se consume en el pueblo, quedando incluso dicha cantidad el gasto de cotar los prados;
quince reales que lleva el potador de Mayorga por aferir los pesos y medidas;
catorce reales por los derechos y salarios del fiel de fechos;
treinta reales que importan los gastos del nombramiento de justicia que van a jurar en el ayuntamiento de Mayorga;
seis reales que se pagan por la luminaria y el vino que se consume para celebrar las misas,
y cuarenta y cinco reales que tiene de costo la formación de las cuentas de propios, incluyendo los derechos de escribano y las propinas de contadores, y una carga de trigo al párroco por razón de conjuros,
cuyas partidas se pagan con los propios de este dicho lugar y las que no cubren se reparten entre sus vecinos siempre que no alcancen, estos, y en la senara que se echa de concejo, y de todo darán la relación auténtica que se les pide.

26- Qué cargos de justicia tiene el común, como censos, que responda, u otros, su importe, por qué motivo, y a quién, de que se deberá pedir puntual noticia.
Dijeron que el común de este lugar tiene contra si dos censos,
el uno de mil y cuatrocientos reales de principal y sus réditos a tres por ciento en favor del Cabildo o cofradía del Hospital de San Lázaro de la villa de Mayorga, el que se tomó con real facultad, y su importe se empleó en las treinta y tres cargas y una fanega de trigo que al presente existen en el pósito de dicho lugar;
y el otro de ochocientos reales de principal y sus réditos a tres por ciento a favor de dicho cabildo, al que están afectas diversas heredades, y algunos por no estar impuesto con real facultad sin embargo de haber servido su importe por los gastos que se hicieron de las levas de soldados y la contribución de el forraje y cuarteles.

27- Si está cargado de Servicio ordinario, y extraordinario, u otros, de que igualmente se debe pedir individual razón.
Dijeron que este dicho lugar sólo paga setenta y cinco reales vellón anualmente por el Servicio real y ordinario según la escritura de este último encabezamiento.

28- Si hay algún empleo, alcabalas, u otras rentas enajenadas, a quién, si fue por Servicio pecuniario, u otro motivo, de cuánto fue, y lo que produce cada uno al año, de que se deberán pedir los títulos, y quedarse con copia.
Dijeron que en este lugar no hay más empleos ni rentas enajenadas que las que llevan declaradas en las preguntas antecedentes, esto es,
las alcabalas pertenecientes al Conde de Benavente, cuyo producto asciende a setecientos veinte y nueve reales vellón,
y el del pedido de marzo o martiniega, por el que percibe dicho conde cuarenta y ocho reales cada un año;
la tercia real de pan y vino perteneciente al Cabildo de la Santa Iglesia de León,
y la casa diezmera de Rey por iguales partes percibe la fábrica de la Santa Iglesia y real Convento de San Isidro,
y el producto de uno y otro como llevan dicho no le pueden regular por lo que de nuevo se remiten a las Tazmias,
Y que tampoco saben el motivo con que gozan este derecho los referidos interesados.

29- Cuántas tabernas, mesones, tiendas, panaderías, carnicerías, puentes, barcas sobre ríos, mercados, ferias, etc. hay en la población y término, a quién pertenecen, y qué utilidad se regula puede dar al año cada uno.
Dijeron que en este lugar sólo hay una taberna que no produce cosa alguna al común, y sólo contribuye al presente Simón de la Vega obligado de ella, con trescientos reales vellón por razón de sisa y sirve para ayuda de pagar la escritura de encabezamiento de este derecho quedándole a éste por razón de su trabajo e industria quinientos reales de vellón, y que no les comprende nada de lo restante que contiene dicha pregunta.

30- Si hay hospitales, de qué calidad, qué renta tienen, y de qué se mantienen.

31- Si hay algún cambista, mercader de por mayor, o quien beneficie su caudal, por mano de corredor, u otra persona, con lucro, e interés; y qué utilidad se considera le puede resultar a cada uno al año.

32- Si en el pueblo hay algún tendero de paños, ropas de oro, plata, y seda, lienzos, especería, u otras mercadurías, médicos, cirujanos, boticarios, escribanos, arrieros, etc. y qué ganancia se regula puede tener cada uno al año.
30ª, 31ª y 32ª- Dijeron no les comprende.

33- Qué ocupaciones de artes mecánicos hay en el pueblo, con distinción, como albañiles, canteros, albéitares, herreros, sogueros, zapateros, sastres, peraires, tejedores, sombrereros, manguiteros, y guanteros, etc. explicando en cada oficio de los que hubiere el número que haya de maestros, oficiales, y aprendices, y qué utilidad le puede resultar, trabajando meramente de su oficio, al día a cada uno.
Dijeron que en este dicho lugar hay un herrero, que se llama Santiago Garcia; un zapatero de viejo, llamado Juan de Baldesaz; un sacristán que también es maestro de niños y fiel de fechos, y se llama Miguel de Arce, y un hortolano, llamado Jacinto Pérez
que el herrero tendrá de utilidad al día por razón de su oficio dos reales de vellón, y lo mismo Miguel de Arce por los tres que ejerce; otro tanto el hortolano, y real y medio el zapatero de viejo.
que también hay diez y seis labradores, cuyo trabajo personal en su propia hacienda le podrá producir cada un, computando invierno con verano, dos reales vellón al día, sin incluir los festivos

34- Si hay entre los artistas alguno, que teniendo caudal, haga prevención de materiales correspondientes a su propio oficio, o a otros, para vender a los demás, o hiciere algún otro comercio, o entrase en arrendamientos; explicar quiénes, y la utilidad que consideren le puede quedar al año a cada uno de los que hubiese.
Dijeron que no les comprende.

35- Qué número de jornaleros habrá en el pueblo, y a cómo se paga el jornal diario a cada uno.
Dijeron que habrá en este pueblo doce jornaleros que ganarán al día, computando invierno con verano, real y medio, excluyendo los festivos, y con este arreglo declaran tendrán de utilidad cada día los mozos que sirven a la labranza dos reales vellón cada día, y a los que sirven de pastores dos reales y medio.

36- Cuántos pobres de solemnidad habrá en la población.
Dijeron hay en este lugar ocho pobres de solemnidad de ambos sexos.

37- Si hay algunos individuos, que tengan embarcaciones, que naveguen en la mar, o ríos, su porte, o para pescar: cuántas, a quién pertenecen, y qué utilidad se considera da cada una a su dueño al año.
Dijeron no les comprende.

38- Cuántos clérigos hay en el pueblo.
Dijeron que en este lugar hay dos clérigos presbíteros, que el uno sirve de párroco, y se llama don Sebastián Bernaldo de Quirós, y el otro de vicario, o teniente de cura, y se llama don Antonio Herrero.

39- Si hay algunos conventos, de qué religiones, y sexo, y qué número de cada uno.
Dijeron no les comprende.

40- Si el Rey tiene en el término, o pueblo alguna finca, o renta, que no corresponda a las generales, ni a las provinciales, que deben extinguirse: cuáles son, cómo se administran y cuánto producen.
Dijeron no pertenece a S.M. (Dios le Guarde) en este dicho lugar y su término renta alguna que no sea correspondiente a las generales y provinciales con que los expresados de justicia y peritos satisficieron el contenido de dicho Interrogatorio y cada una de sus preguntas.

Es copia como queda dicho de las Respuestas Generales que constan en los autos de esta operación. Izagre, y marzo quince de mil setecientos cincuenta y dos años.

Santiago Lorenzana y Arias



VOCABULARIO
Alcabala: Tributo del tanto por ciento del precio que pagaba al fisco el vendedor en la compraventa, y ambos contratantes en la permuta. Inicialmente fue un 5%, pasando después a un 10. Existía en Al Andalus. Se adoptó en Castilla desde 1342.
Aferir: Contrastar los pesos y medidas.
Alquería: Casa de labranza o granjas lejos de poblado.
Amillarar: Regular los caudales y beneficios de los vecinos de un pueblo para repartir entre ellos las contribuciones.
Casa diezmera: La del vecino hacendado que se elegía para percibir los diezmos.
Censo: Contrato por el que se sujeta un inmueble al pago de una pensión anual, como interés de un capital recibido en dinero.
Común: Lo que no es privativo de ninguno. Los bienes comunales pertenecían, por igual, a todos los habitantes, fuesen o no vecinos, del pueblo. Estos bienes no podían enajenarse.
Derecho de patronato: Poder o facultad de presentar personas hábiles para los beneficios y capellanías vacantes. El beneficio curado tiene obligación aneja de cura de almas.
Diezmo: Prestación que los fieles hacían a la Iglesia, generalmente la décima parte de todos los frutos recogidos de la tierra, así como de los productos obtenidos del ganado, de otros elaborados (vino, aceite,queso) y de la sal, para sostenimiento del culto y de los sacerdotes. Para repartirlo, la Iglesia los dividía en mayores y menores. Los mayores se dividían en tres partes o tercias; una era para el obispo, otra para el cabildo diocesano y otra para el clero local. Cada tercia, a su vez, se dividía en tres partes, llamada cada una noveno. Los reyes castellanos obtuvieron parte de los diezmos, las tercias, como ayuda en las luchas con los musulmanes.
Esquilmo: Conjunto de frutos y provechos que se sacan de las haciendas y ganados. En Méjico, provechos accesorios de menor cuantía que se obtienen del cultivo o de la ganadería.
Martiniega: O huzmazga, tributo o contribución que se debía pagar el día de San Martín.
Pósito: Institución municipal destinada a mantener acopio de granos, principalmente de trigo, y prestarlos en condiciones módicas a los labradores y vecinos durante los meses de menos abundancia. El edificio en que se almacena el grano de dicha institución.
Potador: También, potero. El que igualaba y marcaba las pesas y medidas.
Primicia: Prestación de frutos y ganados que, además del diezmo, se daba al clero local; su ajuste o valoración era variable.
Propio: Heredad, dehesa, casa u otro cualquier género de hacienda que tiene una ciudad, villa o lugar para satisfacer los gastos públicos. Bienes propios son los comunales que formaban el patrimonio de un pueblo, y cuyos productos sirven para objetos de utilidad común.
Real de vellón: Moneda equivalente a 34 maravedíes. 1’5 reales de vellón equivalía a 1 real de plata.
Sisa: Impuesto que se cobraba sobre géneros comestibles, menguando las medidas. Otra modalidad de sisa era recargando el precio.
Senara: Porción de tierra que dan los amos a capataces y/o a criados para que la labren por su cuenta y a su beneficio. Producto de esta labor. Tierra sembrada. Tierra propia del concejo.
Tazmía: Porción de granos que cada cosechero llevaba al acervo decimal. Relación o cuaderno en que se anotaban los granos recogidos en la tercia, con expresión de cada dezmero y los frutos que aportaba. Territorio que diezma a una misma despensa o cilla.
Tercia real: Cesión de la Iglesia a la Corona de los dos novenos de todos los diezmos eclesiásticos.
Voto de Santiago: Tributo que pagaban los labradores, a la vez que el diezmo y la primicia, en favor de la Iglesia del Apóstol, en Santiago.











GRUPOS FAMILIARES EN IZAGRE (1752)

1 ANDRÉS (LUENGOS), Cayetano (09-10-1724 a 03-10-1803).
Natural de Izagre, hijo de Fabián y María.
Hermanos: Serafina (1714), Margarita (1717), Pedro (1721).
Casado con Micaela Arce Gaitero, natural de Matanza (León) (+25-9-1792), hija de Juan e Isidora.
Hijos: Angel (1749) y Manuel (15-3-1752).
Pastor. Vivía en la calle de la Iglesia.


2 ARCE (LUENGOS), Miguel (21-11-1713 a 12-10-1791).
Natural de Izagre, hijo de Martín y Catalina.
Hermanos: Francisco (1701), María (1704), Josefa (1707), Estefanía (1710) y Santiago (1711).
Casado con Bernarda García Malillos (+17-02-1766), hija de José y Ana.
Hijos: Ana Perpetua (1736), Apolinario (1738), Marcelo (1741), Francisco (1744) y María (1747).
Labrador, maestro de escuela y sacristán. Vivía en la calle de la Ronda.


3 ARCE (LUENGOS), Santiago (20-12-1711 a 15-7-1769).
Natural de Izagre, hijo de Martín y Catalina.
Hermanos: Francisco (1701), María (1704), Josefa (1707), Estefanía (1710) y Miguel (1713).
Casado con Dionisia Triguero (+06-9-1785).
Vivía en la calle de las Eras.


4 BAJO (PABLOS), Luis
Hijo de Juan y María.
Casado con María García Martínez (+21-6-1762), hija de Juan y Teresa.
Hijos: Teresa (1744-1780) y Cristina (1747-1779).
Labrador. Vivía en la calle de las Eras.


5 BERNALDO QUIRÓS, Sebastián (+08-11-1765).
Párroco de la Iglesia de Santa Marina.





6 BOON (RIOL), Tomás (+25-10-1771).
Natural de San Miguel de Montañán (León), hijo de Tomás y María.
Casado con Ángela Sanzo Reliegos, natural de Izagre (10-3-1723 a 14-9-1786), hija de Manuel y Ana.
Hijos: Mateo (1746) y Manuela (1749).
Jornalero. Vivía en la Ronda de la Iglesia. Murió pobre de solemnidad.


7 BUSTAMANTE (GONZÁLEZ), Carlos (24-02-1709).
Natural de Izagre, hijo de Antonio y Francisca.
Hermanos: Santiago (1704) y María (1706).
Casado con María Triguero Pablos, natural de Izagre (25-10-1716), hija de Froilán y María.
Hijos: Damiana (1735), Úrsula (1737), Lucía (1739), Faustino (1743), Luisa (1745), Brígida (1748) y Carlos (1749).
Jornalero. Vivía en la Ronda de la Iglesia.


8 CALVO (PRADO), José
Natural de Joarilla de las Matas (León), hijo de Vicente e Isabel.
Casado con Águeda Fernández Patán, natural de Izagre (30-4-1720), hija de José y Cristina.
Hijos: María Josefa (1745), Narciso (1747) e Isabel (1750).
Jornalero. Vivía en la calle de la Fuente.


9 CUETO (BERNARDO), Gregorio (+18-6-1789).
Natural de Castrovega (León), hijo de Pascual y Marcela.
Casado con Francisca del Pozo Mazón, natural de Izagre (29-6-1721 a 27-8-1783), hija de Alonso y Antonia.
Hijos: Julián (1746), Santiago (1747), Gerónimo (1748) y Mari Cruz (1750).
Labrador. Vivía en la Plaza.


10 CUÑADO (MERINO), Santiago (+17-3-1764).
Natural de Castrovega (León), hijo de Juan y Catalina.
Casado con Catalina Matanza Vega, natural de Matanza (León) (+12-10-1769), hija de Santiago y Ana.
Hijos: Rafaela (1737), Catalina (1742), Antonio (1746), Juan (1749) y Santiago (1751).
Jornalero. Vivía en la calle de la Fuente.



11 DOMÍNGUEZ, Miguel (+30-11-1752).
Casado con Josefa Martínez.
Hijos: Manuel (1709), Manuela (1712), María (1715), Josefa (1719) y Lucía (1722).
Pastor.


12 DOMÍNGUEZ, Pedro (+26-01-1761).
Casado con María Riol Bayón, natural de Izagre (20-2-1690 a 02-10-1769), hija de Francisco y Maria.
Hijos: Catalina (1724), José Joaquín (1727), Lucas (1733) e Isidora (1737).
Pobre mendicante. Vivía en la calle de la Iglesia.


13 DOMÍNGUEZ, Santiago (+25-01-1758).
Casado con María García Riol, natural de Izagre (11-10-1693), hija de Juan y Ana.
Hijos: José (1712), Simón (1713), Mariana (1717), Domingo (1720), Ana (1724), Basilio José (1729), Santiago (1732) y Alejo (1734).
Jornalero. Vivía en la calle de la Ronda. Murió pobre.


14 FERNÁNDEZ, Juana.
Viuda. Vivía en la Plaza. Murió pobre.


15 FERNÁNDEZ, Manuela (+24-9-1752).
Casada con Blas Recio.
Hijos: María (1710), Ana (1712), Manuel (1714), Petrona (1717) y María Petrona (1721).
Viuda. Vivía en la calle de las Eras.


16 FERNÁNDEZ (FERNÁNDEZ), Gregoria (21-3-1694 a 09-4-1760).
Natural de Izagre, hija de José y Francisca.
Hermanos: María (1690).
Casada con Melchor Rodríguez Pablos, natural de Izagre (12-11-1693), hijo de Melchor y Catalina.
Hijos: Lorenzo (1716), Francisco (1719), María (1724), Pascuala (1728) y Tomás (1731).
Viuda. Vivía en la calle de las Eras.



17 FERNÁNDEZ (PATÁN), Teresa (+14-10-1770).
Hija de José y Cristina.
Casada con Francisco Benito Tertilán Fernández, hijo de Tomás y Josefa.
Hijos: Martín (1731), Tomasa (1734), Antonia (1741) y Ambrosio (1744).
Viuda. Vivía en la Plaza. Murió pobre de solemnidad.


18 FUENTE, Marcela (+04-6-1764).
Casada con Juan de Ugidos.
Hijos: José (1721-1780).
Viuda. Vivía en la calle de la Iglesia. Murió pobre.


19 GARCÍA (MARTÍNEZ), Andrés (05-5-1712 a 01-3-1752).
Natural de Izagre, hijo de Juan y Teresa.
Hermanos: María (1706), Juan (1708) y Juan (1716).
Casado con Francisca Fernández Patán, natural de Izagre (30-10-1712), hija de José y Cristina.
Hijos: Rafael (1735), Hermenegildo (1739), Úrsula (1743) y José (1748).
Pastor. Vivía en la calle de la Iglesia.


20 GARCÍA (MERINO), Bernardo (21-8-1716)
Natural de Izagre, hijo de Juan y Ana.
Hermanos: Josefa (1713).
Casado con Rosa Rubio Madruga, natural de Valdemora (León), hija de Juan y María.
Hijos: Ana María (1741), Juan (1744), Vicente (1747) e Isidora (1750-1753).
Pastor. Vivía en la calle de las Eras.


21 GARCÍA (VALDÉS), Santiago.
Natural de Villabraz (León), hijo de Santiago y María.
Casado con Isabel Gutiérrez Fernández, natural de Izagre (no consta como bautizada), hija de Juan y de Juana.
Hijos: Clemente (1745), Juan (1748) y María (1751).
Herrero. Vivía en la calle de las Eras.


22 HERRERO, Antonio (+26-3-1753)
Presbítero.



23 LÓPEZ, Manuel.


24 LÓPEZ (GARCÍA), Juan (05-7-1733 a 07-7-1759).
Natural de Izagre, hijo de Manuel y Josefa.
Hermanos: Marina (1726) y Feliciana (1731).
Casado con Andrea Paniagua del Pozo (22-7-1731 a 23-01-1773), hija de Juan y Catalina.
Vivía en la calle de la Iglesia.


25 LUENGOS, Miguel (+11-7-1770).
Casado con Lorenza Prieto Domínguez, natural de Izagre (21-8-1656), hija de Domingo y Ana.
Hijos: Domingo (1687), Santiago (1688), Miguel 1689.
Pastor. Vivía en la calle de las Eras.


26 LUENGOS (MARTÍNEZ), María (20-01-1688 a 08-01-1755).
Natural de Izagre, hija de Domingo y María.
Hermanos: Andrés (1692).
Casada con Fabián Andrés Recio, natural de Izagre (25-3-1686), hijo de Domingo y María.
Hijos: Serafina (1714), Margarita (1717), Pedro (1721) y Cayetano (1724).
Viuda. Vivía en la calle de las Eras.


27 LUENGOS (MERINO), Matías (23-2-1710).
Natural de Izagre, hijo de Juan y Ana.
Casado con Agustina Luengos Vega, natural de Izagre (08-9-1715 a 13-02-1781), hija de Domingo y Ángela.
Hijos: Paula (1736), Marina (1738), Petrona (1742), Cecilia (1745), María Santos (1747) y Francisco (1750).
Jornalero. Vivía en la Plaza.


28 LUENGOS (REDONDO), Juan (20-5-1703 a 21-01-1754).
Natural de Izagre, hijo de Juan y Catalina.
Hermanos: Teresa (1691), Francisco (1693), Ana (1698) y Santiago.
Casado con Catalina Redondo Palacio, natural de Izagre (28-4-1665), hija de Santiago y Ana.
Jornalero. Vivía en la calle de la Iglesia.


29 LUENGOS (VEGA), Matías (10-3-1713 a 25-12-1778).
Natural de Izagre, hijo de Domingo y Ángela.
Hermanos: Agustina (1715), Miguel (1718) y María (1722).
Casado con María Sanzo Reliegos, natural de Izagre (31-8-1715 a 28-5-1780), hija de Manuel y Ana.
Hijos: Clara (1741), Teresa (1745) y María (1748).
Pastor. Vivía en la calle de la Fuente.


30 MARTÍNEZ, Andrés.
Casado con María Agúndez.
Hijos: Francisco (1691), María (1694), José (1697), Marcos (1699), Catalina (1702), Josefa (1704) y Pedro (1706).
Jornalero. Vivía en la calle de la Fuente.


31 MARTÍNEZ, Diego
Guarda vacuno.


32 MARTÍNEZ, Esteban (+03-8-1789).
Casado con Manuela Arce.
Hijos: Manuel (1687), José (1698), Marcos (1702), Margarita (1706), Esteban (1711) y Rosa (1715).
Labrador. Vivía en la calle de la Iglesia.


33 MARTÍNEZ, Francisco.
Vivía en la calle de la Fuente.


34 MARTÍNEZ, Juan.
Jornalero. Vivía en la calle de Saelices.


35 MARTÍNEZ, Juan.
Pastor.


36 MARTÍNEZ (ARCE), Marcos (10-12-1702 a 09-9-1752).
Natural de Izagre, hijo de Esteban y Manuela.
Hermanos: Manuel (1697), José (1698), Margarita (1706), Esteban (1711) y Rosa (1715).
Casado con María Morala Peña, natural de Albires (León), hija de Juan y Ana.
Hijos: Manuela (1743) y Francisca (1750).
Vivía en la calle Derecha.
37 MARTÍNEZ (LÓPEZ), Vicente (16-02-1719 a 14-7-1770).
Natural de Izagre, hijo de José.
Casado con María Domínguez Martínez, natural de Izagre (26-12-1715 a 25-11-1775), hija de Miguel y Josefa.
Hijos: Miguel (1743), Francisco Javier (1745), Nabor (1748) y Francisco (1751).
Vivía en la calle Derecha.


38 MARTÍNEZ (RODRÍGUEZ), Gregorio (+31-5-1778).
Natural de Matanza (León), hijo de Manuel y María.
Casado con María Luengos Vega, natural de Izagre (30-3-1722), hija de Domingo y Ángela.
Hijos: José Manuel (1745) y Manuel Francisco (1748).
Pastor.


39 MARTÍNEZ (TRIGUERO), Marina (22-7-1699 a 22-5-1761).
Natural de Izagre, hija de Francisco y Ana.
Hermanos: Josefa (1684), Andrés (1687), Antonio (1694) y Bernardo (1696).
Casada con Benito Giganto.
Hijos: Josefa (1725), Froilán (1727), Santiago (1730), María (1734) y Tecla (1739).
Viuda. Vivía en la calle de la Iglesia.


40 MAZÓN (RIOL), Santiago (15-12-1715 a 13-5-1753).
Natural de Izagre, hijo de Francisco y María.
Hermanos: Francisca (1717).
Casado con Ana Sanzo Reliegos, natural de Izagre (30-5-1729 a 29-5-1753), hija de Manuel y Ana.
Tenía un tejar. Vivía en la calle de la Fuente. Murió pobre.


41 OLMO (PANIAGUA), Francisco (+25-4-1771).
Natural de Castrovega (León), hijo de Juan y Ana.
Casado con Catalina Mazón Riol, natural de Izagre (+02-6-1781), hija de Francisco y María.
Hijos: Francisco (1741), Isidoro (1743), Juliana (1746) y María (1748).
Vivía en la ronda de la Iglesia. Murió pobre.


42 PANIAGUA, Juan.
Vivía en la calle de las Eras.

43 PANIAGUA (REDONDO), Santiago (23-10-1685).
Natural de Izagre, hijo de Francisco y María.
Jornalero. Vivía en la calle Derecha.


44 PANIAGUA SALUDES, Juan (+04-9-1763).
Natural de Albires (León), hijo de Matías e Isabel.
Casado con Catalina del Pozo. Hijos: Andrea (1731), Pedro (1733), Rafaela (1735) y Tomás (1739).
Casó con Catalina Martínez Alonso, natural de Albires (León), hija de Manuel y Ana. Hijos: Agustín (1745) y Manuel (1750).
Labrador. Vivía en la calle de la Fuente.


45 PANIAGUA (VEGA), José (09-7-1719).
Natural de Izagre, hijo de Juan y María.
Hermanos: Magdalena (1716).
Casado con Gertrudis Martínez Domínguez, natural de Izagre (29-3-1716 a 04-4-1783), hija de Andrés y Catalina.
Hijos: Félix (1739), Eusebio (1740), Ninfa (1741), Juan (1745), Lucía (1747) y Manuela (1748).
Labrador.


46 PÉREZ, Mateo.
Labrador. Vivía en la calle Derecha.


47 PÉREZ (REDONDO), Manuel (25-9-1718 a 06-9-1770).
Natural de Izagre, hijo de Mateo y Francisca.
Hermanos: Santiago (1720), Esteban (1725) y Mateo (1727).
Casado con Francisca de Siero Casado, natural de Izagre (01-4-1718 a 24-02-1766), hija de José y María.
Hijos: Mateo (1741), Antonio (1743), Francisca (1745), María (1747), Miguel (1749) y Juan (1752).


48 PÉREZ (REDONDO), Santiago (04-4-1720 a 14-4-1779).
Natural de Izagre, hijo de Mateo y Francisca.
Hermanos: Manuel (1718), Esteban (1725) y Mateo (1727).
Casado con María López Félix (+08-12-1754), natural de Pobladura del Valle (Zamora), hija de Antonio e Isabel.
Hijos: Joaquín (1743), Lorenza (1744), Catalina (1747) y 1751 (Pascual).
Labrador.



49 PÉREZ (TORAL), Jacinto (+03-12-1784).
Natural de Albires (León), hijo de Diego y Catalina.
Casado con Josefa López Casado, natural de Izagre (11-5-1711 a 09-5-1760), hija de Marcos y Francisca.
Hijos: Teodora (1739), Justo (1742), Pablo (1746), Francisco (1747) y Francisco Antonio (1748).
Hortelano. Vivía en la calle de la Ronda.


50 POZO, Francisco (+16-11-1760).
Casó con María Fernández.
Hijos: Bartolomé (1710), Catalina (1711), Paula (1715) e Isidro (1727).


51 POZO (FERNÁNDEZ), Isidro (24-4-1727 a 21-8-1764).
Natural de Izagre, hijo de Francisco y María.
Hermanos: Bartolomé (1710), Catalina (1711) y Paula (1715).
Casado con Josefa Merino Rodríguez (+25-10-1789), natural de Zalamillas (León), hija de Gregorio e Isabel.
Hijos: María Isabel Petra (1750) e Isabel Juliana (02-2-1752).
Labrador. Vivía en la calle que va a Saelices.


52 POZO (MAZÓN), Hermenegildo (14-4-1715 a 17-8-1782).
Natural de Izagre, hijo de Alonso y Antonia.
Hermanos: Santiago (1701), José (1704), María (1709), Santiago (1710), Domingo (1711), Alonso y Manuel (1718), Francisca (1721), Alonso (1724).
Casado con Magdalena Paniagua Vega, natural de Izagre (19-4-1716 a 24-5-1763), hija de Juan y María.
Hijos: Marcelo (1738), Eugenio (1740), Martín (1743), María (1747) y Francisca (1750).
Labrador. Vivía en la calle de la Iglesia.


53 POZO (MAZÓN), Manuel (02-10-1718 a 22-5-1763).
Natural de Izagre, hijo de Alonso y Antonia.
Hermanos: Santiago (1701), José (1704), María (1709), Santiago (1710), Domingo (1711), Hermenegildo (1715), Alonso (1718), Francisca (1721), Alonso (1724).
Casado con María Martínez Domínguez, natural de Izagre (15-12-1718), hija de Andrés y Catalina.
Hijos: Francisca (1743), Luis (1744), Alonso (1747), Felipa (1749) y José (25-2-1752-1759).
Labrador. Vivía en la calle de la Fuente.
54 QUIJADA, Pascual
Casado con María Rodríguez.
Hijos: Isabel (1712), Agustina (1713), Catalina (1716), Baltasar (1719), Melchor (1722), Isabel (1725) y Madalena (16-7-1730 a 02-11-1752).
Vivía en la calle de la Iglesia.


55 QUIJADA (RODRÍGUEZ), Agustina (25-6-1713 a 14-9-1782).
Natural de Izagre, hija de Pascual y María.
Hermanos: Isabel (1712), Catalina (1716), Baltasar (1719), Melchor (1722), Isabel (1725) y Madalena (1730).
Casada con Domingo Martínez Ruano, natural de Izagre (no consta en el libro de bautizados), hijo de Juan y María.
Hijos: Isidora Manuel (1736), Julián (1739), Bernardo (1742), Rosa María (1745), Manuel (1749) y Juan (25-2-1752 a 10-02-1754).
Murió pobre de solemnidad.


56 REDONDO, José (+06-4-1765).
Casado con Ana Fernández.
Hijos: Manuel (1706), Antonia (1707), Isabel (1710), José (1714), Felipe (1719) y Clara (1724).
Labrador. Vivía en la calle de la Iglesia.


57 REDONDO (ALCÁNTARA),Francisco (05-8-1708 a 31-5-1765)
Natural de Izagre, hijo de Francisco y Ángela.
Hermanos: José (1701), Gerónimo (1704) y Manuel (1710).
Casado con Josefa de Arce.
Hijos: José (1728), Gaspar (1730), Tomás (1731), Inés (1734) y Santiago (1736).
Labrador. Vivía en la calle Derecha.


58 REDONDO (FERNÁNDEZ), Felipe (04-6-1719 a 21-3-1763).
Natural de Izagre, hijo de José y Ana.
Hermanos: Manuel (1706), Antonia (1707), Isabel (1710), José (1714) y Clara (1724).
Casado con Manuela García Fernández, natural de Izagre (no consta en el libro de bautizados), hija de Juan y Manuela.
Hijos: Andrés (1743), Isabel (1746), Juan (1749) y María (1751).
Labrador.


59 REDONDO (PEÑA), Mateo.
Natural de Albires (León), hijo de Andrés y Catalina.
Hermanos: Manuel.
Casado con Rosa Martínez Arce, natural de Izagre (20-10-1715), hija de Esteban y Manuela.
Hijos: Ángela (1739), Cecilia (1745), Isidoro (1747 a 30-10-1752) y María (1750 a 30-5-1753).
Vivía en la calle de la Ronda.


60 RELIEGOS (PANIAGUA), Ana (05-6-1693).
Natural de Izagre, hija de Paulo y Ana.
Casada con Manuel Sanzo Pérez, natural de Izagre (12-4-1687), hijo de Melchor y María.
Hijos: 1715 (María), 1718 (Pablo), Ángela (1723), Melchor (1724), Ana (1729), Lucía (1732).
Viuda. Vivía en la Plaza.


61 RÍO, Santiago
Casado con María Bustamante.
Hijos: Francisca (1728), Juan (1731), Antonia (1734), Baltasara (1738) y Gregorio (1743).


62 RIOL (BAYÓN), Francisco (20-6-1692).
Natural de Izagre, hijo de Juan y Catalina.
Hermanos: María (1692), Bernarda (1695), Teresa (1699) y Martín (1706).
Casado con María López.
Hijos: Manuela (1724), Lucía (1730), Esteban (1734), Bibiana y Juan (1737).
Labrador. Vivía en la calle de la Iglesia.


63 RIOL (BAYÓN), María (20-2-1690 a 02-10-1769).
Natural de Izagre, hija de Juan y Catalina.
Hermanos: Francisco (1692), Bernarda (1695), Teresa (1699) y Martín (1706).
Casada con Alonso García Pablos, hijo de Domingo y María.
Hijos: Manuela (1721), José (1729), Margarita (1738) y María (1743).
Viuda. Vivía en la calle Derecha.



64 RIOL (BAYÓN), Martín (21-11-1706 a 11-4-1779).
Natural de Izagre, hijo de Juan y Catalina.
Hermanos: María (1690), Francisco (1692), Bernarda (1695) y Teresa (1699).
Casado con María Cuñado Merino (+30-8-1755), hija de Juan y Catalina.
Hijos: Isabel (1736), Ignacio (1739), Pablo (1741), Vicente Pablo y Buenaventura (1744).
Vivía en la calle del Concejo.

65 RIOL (VEGA), Juan (+10-12-1752).
Natural de Mayorga (Valladolid), hijo de Froilán y Ana.
Casado con Josefa Domínguez Martínez, natural de Izagre (30-4-1719), hija de Miguel y Josefa.
Hijos: Froilán (1744), Manuel (1746), Ana (1748) y Rosenda (1751).
Jornalero. Vivía en la calle Derecha.

66 RODRÍGUEZ (FERNÁNDEZ), Francisco (03-12-1719 a 21-4-1763)
Natural de Izagre, hijo de Melchor y Gregoria.
Hermanos: Lorenzo (1716), María (1724), Pascuala (1728) y Tomás (1731).
Casado con María Siero Casado, natural de Izagre (16-3-1721) hija de José y María.
Hijos: Fabián (1745), Manuela (1747), Juana (1749) y María (17-01-1752).
Pastor. Vivía en la calle de la Ronda.

67 RODRÍGUEZ (FERNÁNDEZ), Lorenzo (23-8-1716).
Natural de Izagre, hijo de Melchor y Gregoria.
Hermanos: Francisco (1719), María (1724), Pascuala (1728) y Tomás (1731).
Casado con María Ana Domínguez García, natural de Izagre (26-4-1717 a 07-10-1773), hija de Santiago y María.
Hijos: José (1739), Francisca (1742), Basilio (1744), Nicolás (1746), Melchor (1749).
Pastor. Vivía en la calle de la Iglesia.


68 SANZO (GARCÍA), Manuel (03-4-1721).
Natural de Izagre, hijo de Felipe y Ana.
Casado con Martina Alonso Riol (+26-3-1763), hija de Juan y Josefa.
Hijos: Baltasara, (1746), José (1748) y Santiago (1751).
Vivía en la ronda de la Iglesia.

69 SECO, Juan (+03-10-1781).
Casado con Clara Redondo (+25-02-1781).
Hijos: María Baltasara (+14-01-1755), Florentina (+17-3-1756) y Felipa (+24-6-1762).
Labrador. Vivía en la calle Derecha. Murió pobre de solemnidad.


70 SIERO, José.
Pastor. Vivía en la calle de la Fuente.


71 TRIGUERO (OLMO), Diego (+09-10-1764).
Natural de Albires (León), hijo de Juan y Catalina.
Casado con Josefa García Merino, natural de Izagre (02-4-1713 a 06-4-1771), hija de Juan y Ana.
Hijos: Toribio (1735), Rafael (1738), Romualdo (1739), Rosa María (1746) y Mateo (1751).
Vivía en la calle de Saelices. Murió pobre.


72 TRIGUERO (PABLOS), Manuel (22-10-1713).
Natural de Izagre, hijo de Froilán y María.
Hermanos: María (1716), Pedro (1719), Ana (1722), Tomás (1724) y Bernardo (1726).
Casado con Águeda Fernández Bustamante, natural de Izagre (28-5-1715), hija de Antonio y Sebastiana.
Hijos: Ana (1735), Agustina (1740), Gertrudis (1741), Isabel (1745), Gertrudis (1748 a 14-5-1752) y Froilán (1750).
Vivía en la calle de la Iglesia.

73 VALDESAZ (PEÑALBO), Juan.
Hijo de Manuel y Lucía.
Casado con Margarita Andrés Luengos, natural de Izagre (26-02-1717), hija de Fabián y María.
Hijos: Joaquín (1748).
Zapatero.


74 VEGA (FERNÁNDEZ), Eugenio (29-11-1708 a 01-12-1784).
Natural de Izagre, hijo de Francisco y Antonia.
Hermanos: María (1697), Ana (1701), Rosalía (1703), Bernardino y Josefa (1706), Simón (1711) y Lucía (1715).
Casado con María Rodríguez Antón, hija de Manuel y María.
Hijos: Dionisio (1729), Fernando (1732), Antonia (1734) y Eugenio (1742).
Labrador. Vivía en la calle a Saelices.


75 VEGA (FERNÁNDEZ), Simón (15-11-1711 a 08-11-1771).
Natural de Izagre, hijo de Francisco y Antonia.
Hermanos: María (1697), Ana (1701), Rosalía (1703), Bernardino y Josefa (1706), Eugenio (1708) y Lucía (1715).
Casado con Manuela Domínguez Martínez, natural de Izagre (10-01-1712 a 29-8-1781), hija de Miguel y Josefa.
Hijos: Ambrosio (1733), Engracia (1736), Dionisio (1739), Josefa (1742), María (1745) y Lucía (1747).
Tabernero. Vivía en la calle de la Iglesia.


76 VEGA (VEGA), Ángela (17-6-1692 a 09-10-1765).
Natural de Izagre, hija de Francisco y Ángela.
Hermanos: Manuel (1686), Juan (1688), Francisco (1694), Manuel (1698) y Catalina (1700).
Murió pobre.


77 VEGA (VEGA), Francisco (06-11-1694).
Natural de Izagre, hijo de Hija de Francisco y Ángela.
Hermanos: Manuel (1686), Juan (1688), Ángela (1692), Manuel (1698) y Catalina (1700).
Pastor. Vivía en la calle de la Iglesia.


78 VIUDA (FERNÁNDEZ), Pablo (31-5-1768).
Hijo de Francisco y María.
Casado con Bernarda Recio Riol, natural de Izagre (07-9-1710 a 16-5-1769), hija de Miguel y Felipa.
Hijos: Felipa (1733), Rufina (1735), Sebastiana (1738), Lorenzo (1740), Ignacio (1742) y Benito (1746).
Pastor. Vivía en la calle de la Iglesia.



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Enviado por: MLRE | Ultima modificacion:27-11-2013 09:42
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