Curillas - Leon

Durante la primavera un día si y el otro también, teníamos que ir a por nabos que se le echaban de comer a las vacas, a los caballos y a lo cerdos. A todos esto animales les encantaban los nabos con sus flores amarillas y los comían con muchas ansias y con muchísimo gusto. Este acarreo lo hacíamos con el burro o con el caballo y con unas “andarillas” que eran unos artilugios de madera que se ponían encima del albarda del animal y que tenían forma de V y se colocaban una por cada lado, y allí colocábamos los nabos y para casa con la mercancía. Las cargas que soportaba el animal con los nabos encima fácilmente podían llegar a los 60 o 70 kilos.
Días soleados y con algo de viento de “arriba” eran los que trascurrían cuando íbamos con la azada a “jajar” las patatas, a “mullir” los garbanzos y los ajos. En Curillas soplaba en aire como en todas las partes y en todos los pueblos. Se decía que el aire era de arriba cuando venia de Santiagomillas. Si venia de Tejaos era de abajo. Si venia del monte, pues, era del monte y si venia por el sentido opuesto al monte era de Asturias. La verdad es que el aire en Curillas, debido a que esta en la parte más onda de la ola, no se puede decir que soplará con mucha intensidad, más bien era un viento flojo y racheado típico de zonas montañosas. Esto era el motivo por el cual los inviernos allí eran fríos, la primavera templada, los veranos calurosos y lo otoños fríos como el invierno o parecidos. No obstante ya en las primaveras se originaban algunas tormentas con bastante aparato eléctrico aunque con lluvias bastante mansas. Las lluvias de intensidades variables se producían años con muchas precipitaciones y años con pocas, lo cual incidía en el resultado final de las cosechas. Hay que tener en cuenta que, pese a estar en lo mas bajo de la ola, Curillas no tiene río y el agua había que extraerla de las entrañas de la tierra. En este aspecto conviene recordar las múltiples norias que se instalaron en pozos donde, por el arte del birlé-birloque, se captaron muy buenos manantiales con los que -en unos terrenos secos y sin humedad aparente- se cultivaban cereales típicos de zonas de regadío. No se sabe con que ciencia, los antepasados, buscaban el agua y –lo mejor- es que la encontraban en los sitios más inadecuados. Además para sospecha de todas las lógicas habidas y por haber, la buscaban en sitios que iban en contra de cualquier lógica por aplastante que sea esta. De ahí que en la mediana de la ola se buscara y se encontrara. Hablo de las norias del Ti Celedonio, del Ti Claudio y del Ti Joaquín, por ejemplo, que cavando y cavando en lo mas alto de pueblo y encontraron unos muy buenos manantiales que luego explotarían adecuadamente. La altitud geográfica en la que fueron encontrados facilitaban el regadío de la finca donde estaban y, con un simple surco, regaban fincas que estaban a lo mejor a más de un kilómetro. Este era el caso del Ti Celedonio y del Ti Claudio que desde lo mas alto del “Palirino” regaban fincas del “Penedillo” y de “Tapias”. En el caso de la noria del Ti Joaquín y la de la Ti Quica las cosas, aparentemente, estaban más complicadas porque el pozo estaba en lo mas bajo de la finca y había que empezar a regar ésta por la parte más alta. Lo solución se llevo a cabo elevando la noria y mediante un “acueducto” se llevaba el agua a las partes más altas de la finca. Todo aquí era autentica ingeniería popular que hacia muy bien el apaño. Si observamos detenidamente la posición geográfica de las cuatro norias, vemos que estas, más o menos, están en una línea recta por la loma del monte, más a ellas había que añadir la fuente del “Paleiro” que daba agua para las “pozas” de lavar, para las “pozas” de aclarar y para las “pozas” donde bebían las ovejas. Es decir que soltaba un buen chorro de agua. Esta situación que estoy narrando debió ser observada (esto es broma, pero sucedió en serio) por los servicios secretos de la inteligencia maragata. Los maragatos de Santiagomillas, eternos rivales de las gentes de Curillas, no se les ocurrió otra cosa mejor que pensar cortar el manantial que surtía de agua a las norias que he dicho y a la fuente del “Paleiro”. Para ello cavaron una zanja en “Las Fontanicas” de unos dos metros de ancha por tres de profundidad con el fin de encontrar el manantial y cortar el paso hacia Curillas. Lo jodido de la vaina está en que, después de cavar y cavar, no encontraron el manantial y la obra se paralizo por falta de resultado. Esto debieron de pensarlo los cabezas-pensantes de los “maragatones” que, dicho sea de paso, gozaban de mucho tiempo libre y disfrutaban con unas ideas poco más amplias que las de un mosquito. Y ya lo dijo el filosofo; la holganza es amiga de los malos vicios. ¿A quien se le ocurriría la brillante idea?. ¿Qué pensarían hacer ellos con el agua si desde allí era prácticamente imposible llevarla a ninguna parte si no era al campo de Curillas…?. Las incógnitas se fueron en las débiles neuronas de los “sabios” que trazaron el plan.
Hablando de todo un poco y desviándome del camino a seguir, tengo que decir -en honor a la verdad- que España, pese a que todos lo niegan, es un país lleno de racistas donde se niega la mayor, se esconde la menor y se disfraza el resultado final con el fin de quedar bien. Igual decir “racistas” es pasarse. Quedaría mejor decir “cínicos”, inestables, o yo digo esto, pienso lo otro y hago lo que me parece. No se explicarlo muy bien. El Caso es que entre Santiagomillas y Curillas existía -y existe- un “pique” típico de vecinos “si”, pero nada más. Sociológica mente no se por donde cogerlo, pero el caso es que con Tejaos no existía ese “pique”, ni con Matanza. Por aquí, por el Foro, pululan actores que comentan si Santiagomillas no tiene esto y Curillas si lo tiene, si esto, si lo otro etc, etc. etc. Son cosas más de niños que de adultos responsables. No debemos ni podemos comparar a un pueblo con el otro; son, simplemente, distintos. Es como si comparáramos a Paris con Madrid, a Londres con Pekín y a Estambul con Nueva York, nada que ver unas ciudades con otras.
El “pique” del que hablo –años después- (esto también es broma, pero sucedió en serio) llevó a los servicios secretos de inteligencia de Curillas a la averiguación y a la conclusión de que los habitantes de Santiagomillas iban a repartirse la leña del campo “común” de la Chana. Enterado el pueblo entero de Curillas, al día siguiente, mientras los “maragatos” se despertaban, cortaron toda la leña del “campo común” y se la llevaron en un plis-plas para Curillas. Los maragatos avisaron urgentemente a la Benemérita Guardia Civil pensando que iban a fusilar, poco más o menos, a todos los vecinos de Curillas. El resultado fue que los maragatos terminaron con la cabeza caliente y los pies fríos mientras que los de Curillas se calentaban todo el cuerpo con la leña que los maragatos se iban a repartir… El quitarle la leña a los de Curillas era algo que éstos no le iban a perdonar. Por eso se la llevaron y a si no tenían que andar perdonando a nadie. La leña en curillas era casi como el pan nuestro de cada día. El monte de Curillas no solo es un monte más, es más que un monte.