Castrovega de Valmadrigal - Leon

LOS MAJUELOS Y LA VENDIMIA

A primeros de marzo, es decir, cuando las heladas venían a menos, comenzaban las labores en muchos "barcillares" (1) que había en la comarca de Castrovega, con la poda y recogida de palos o sarmientos, tan a la buena parrillada como las cubas de roble de buen vino. Barcillares o viñedos, normalmente próximos a los pueblos; así los ubicaron aquellos moros españoles, amantes de la huerta, sitios cercanos donde emplear los muchos ratos de holganza a través del año. Y recuerdo nos lleva aquellos majuelos primorosamente cercados de turras, o de muros de piedra, y dotados en muchos casos de choza de palos, cuando no de adobes que servían par cobijarse ante cualquier chubasco... y también para cuidar la viña. Enfundados en sus pellizas, manos en los bolsos, pasamontañas a veces y las tijeras podaderas al hombro, el viticultor mataba sus tiempos de holganza limpiando las cepas y recogiendo los palos en trenzados manojos. Ardua tarea, capaz para manos bien entrenadas.
A continuación de retirar la maraña de palos, separaban con el azadón la tierra de la planta, labor que llamábamos "socavar"; y asi quedaban listas las cepas para que empezaran a brotar las nuevas varas con sus hojas. Otra vez, aún recientes los brotes, con el azadón primero, y a continuación con el arado, retiraban las malas hierbas.
Poco más y ya tendremos bien recubiertos los troncos con sus verdes vástagos, y sus zarcillos y ramicillos en ciernes. Es la hora de sulfatar contra la enfermedad del "mildiu" y asegurar la cosecha si el tiempo o las tormentas de San Juan y San Pedro lo permitían. De ahí el refrán castellano..."las tormentas de San Juan quitan vino y no dan pan".
Las duras tareas y fatigas del verano casi nos hacen olvidar el "barcillar". Mejor para él que vive el sosiego y las siestas a los tórridos rayos del sol. Cuando la trilla tocaba a su fin, y los cuerpos nos lo permitían, volveríamos a hacer senderos hacia la viña... por si van pintando las primeras uvas, que "por Santiago y Santa Ana (25 y 26 de julio) pintan las uvas y por Nuestra Señora de Agosto (15) ya están maduras". Aunque años hubo que llegaron con retraso.
Recuerdo con gozo aquellas corridas de uvas que hacíamos a las malvasías y los moscateles del Señorito. Qué buenas. A veces, menos. Pero no cuando de noche atacábamos a las de Carrematallana cuando volvíamos de la fiesta de Santa Cristina, o a las de la subida al monte Carretera de Castrotierra, siempre procurando que el guarda del campo no nos pillara y nos multara. Más de una vez guipábamos al Sr. Julio escolgado de las encinas esperando la presa. ¡Que uvas más ricas aquellas!; creo que mas de uno se recordará.
Terminadas las labores del verano, aproximadamente a primeros de octubre, llegaba la hora de LA VENDIMIA, labor de recogida de las uvas. En el término de nuestro pueblo había variedad de uvas: malvasía, prieto, jerez, picudo, garnacha, mencía, godello, moscatel y el primero que maduraba...malo a condición para vino, de uvas pintas suaves, el híbrido. Creo que procedía de Norteamerica...y optaron por eliminarlo.
Al amanecer salían de casa - unos andando y otros en los carros- las cuadrillas de vendimiadores hacía sus respectivos majuelos para recoger la uva. Preparados cada uno con su herramienta preferida y colocándose en parejas comenzaban el lineo en suerte, a recoger la uva en el terrero o canasta que el encargado llevaba a los cestos que se colocaban en el suelo unas veces y en el carro otras. De ahí otro nuevo refrán que dice "unos valen para vendimiar y otros para sacar cestos". Esto ero lo peor y más sucio, porque las cestas o terreros no eran estancos, goteaban el mosto que te ponía como un cirineo.
El carrero, una vez que tenía cargado el carro, ya iba a descargar las uvas al lagar de la bodega y otras veces para llevarlas a vender a los puestos de carga de camiones que de fuera venían. Normalmente grandes bodegas de la capital. Esto hasta que aparecieron las Cooperativas. Cada uno , como es lógico, vendían a quien más beneficio reportaba.
La bodega era más familiar. la descarga a través de los "bodegones" (zarcera, cubo) hacía el lagar...el reguilete de líquido mosto en el "pilo"...y el vaso que nunca faltaba para echar un trago , o dos. No emborrachava. D. José, el señorito, buen médico, aunque no ejercía, no privaba que los niños bebieran el mosto que se les antojase. ¿Por qúe sería?.
La verdad que la vendimia era muy bonita, que camaradería había y que bien se pasaba, pues con bromas incluidas como la de "dar la lagareta" de unas cuadrillas a otras y a veces demasiado pesadas ya que cuado las mozas se juntaban pobre mozo que se cruzara, que se las hacían pasar canutas y otras veces al revés, pero nadie se enfadaba y todo el mundo entre las familias se ayudaban.
A un amigo mío -así me lo ha contado- se le ocurrió por eso del roce, y más tratándose de una moza imponente como era nuestra recordada Pascua, una moza co fuerza de toro...digo, se le ocurrió darla la lagareta...y el pobre mozo comió uvas, salvas sean las partes para el resto.Lo peor que la moza era coreada por las mujerzuelas entretenidas en zurcir calcañales. ¡Que verguenza! Más por provocar. Que la chica, ni muá.
Otras veces los propietarios nos cogían de obreros para vendimiar ya que ellos no tenían otra forma ni tiempo de hacerlo. Se comía mejor, se disfrutaba, venían los hijos del pueblo en la ciudad y hasta alguna bilbaína con su acordeón, que nos daba baile al anochecer. Nos divertíamos.
En muchos de los majuelos había almendros y acerolas que cogíamos al final de la faena de la vendimia.
Ahora ya se ha perdido todo aquello ya que los majuelos han sido roturados y muchas bodegas hundidas o de recuerdo y de merenderos. Menos mal.
Las nuevas tecnologías han acabado con aquellas prácticas milenarias. Más rentables...y de mejor calidad. Vivir para ver.

(1) "Barcillar" o plantío de barcillos, denominación con que se conoce en esta comarca leonesa al viñedo o viña.
MIMO.-