Calzadilla de Los Hermanillos - Leon

La ‘Teresa de Calcuta de Chile’ que salió de El Burgo Ranero


Chile se ha convertido en un destino turístico. Es uno de los países emergentes de América Latina. Pero cuando la madre Irene García de Prado (El Burgo Ranero 1927-Molina.Chile 2017) fue destinada a este país encontró tanta miseria que decidió quedarse allí para siempre.

Quería ser monjita y con 15 años se consagró a la vida religiosa. Quiso servir a los pobres con la madre Teresa de Calcuta en la India y le mandaron a Chile. Así fue como aquella niña que nació en El Burgo Ranero acabó abriendo consultorios y hospitales para pobres en el país austral y creando su propia congregación.

La fundadora de El Buen Samaritano, una orden dedicada al cuidado y atención a los enfermos más desfavorecidos, que actualmente cuanta con 400 camas y atiende a muchos pacientes terminales, falleció el pasado 17 de febrero a los 89 años en Molina, una comuna de la zona central de Chile perteneciente a la provincia de Curicó. Del Camino de Santiago que la vio nacer a la orilla de Santiago, de Chile.

Ha tenido una vida larga e intensa y deja un legado que va más allá de las casi 400 camas de que disponen los centros del Buen Samaritano para el cuidado de enfermos terminales. La obra se ha expandido a otros países y ha llegado incluso a España.

La muerte de quien es conocida como la madre Teresa de Calcuta de Chile ha tenido un enorme eco en el país andino, tal y como informa Comunicaciones Talca. Su misa de funeral fue oficiada por el nuncio apostólico de Chile y por el obispo de Talca, monseñor Horacio Valenzuela.

La alcadesa de Molina, Priscilla Castillo, dedicó unas emotivas palabras a la samaritana leonesa: «Qué mujer es capaz de dedicarse toda la vida a los pobres? o ¿qué mujer es capaz de mantener esta maravillosa obra del Buen Samaritano ‘Dios proveerá decía la Madre Irene, era tan grande su fe que todos los días hizo carne la parábola del Buen Samaritano.

Los pobres no pueden esperar, el gobierno tiene una tremenda deuda con las Hermanas del Buen Samaritano y se podrían destinar recursos para alguna asignación. Ella nunca pedía en forma directa, esperaba que Dios moviera los corazones para que surgieran los aportes».

Su trayectoria religiosa y vital habla de una mujer de firmes convicciones, inquieta y mucha personalidad. Primero decidió ser monja y luego encauzó su vocación profesional a través de la enfermería formándose en la Universidad Complutense de Madrid.

Eligió la congregación de las Siervas de Jesús, una fundación de María Josefa Sánchez de Guerra (1842-1912), sor Josefa, dedicada dedicada al cuidado de los enfermos. A los 18 años hizo los primeros votos y a los 23, en 1951, la profesión perpetua. Dos años después fue destinada a Bilbao, al prestigioso «Sanatorio Bilbaíno» como ayudante de cirugía del doctor Eusebio García Alonso.

Durante 14 años se dedicó en cuerpo y alma a esta labor. Y durante tres más dirigió las obras de ampliación del sanatorio vizcaino. Concluida la ardua tarea, pidió permiso a la general, la madre Sagrario Olarte, para ir a hacer una experiencia con la madre Teresa de Calcuta, a lo que ésta le respondió: «Si quiere pobres, ya le vamos a mandar a Chile».

Tenía 43 años cuando pisó suelo americano. Era el 5 de noviembre de 1970 cuando llegó a la ciudad de Talca, su primer destino como superiora. «¡Vaya si encontró pobres!, en las poblaciones como Hermanos Carrera, Brilla el Sol, etc., para las curaciones todos tenían que ir al Hospital Provincial», relata el cronista de Talca.

La madre Irene sufrió un «gran impacto» al ver «el tremendo desamparo de la pobre gente», añade. Y se puso manos a la obra. Empezó fundando pequeños puestos de salud o policlínicos que abría las puertas a la gente pobre para curarse una herida o ponerse una inyección. Abrió consulta en su propia casa de la calle Oriente.

Con otras cuatro hermanas tituladas de Paramédicos y Cruz Roja y fueron llegando a otras poblaciones como Hermanos Carrera, Santa Ana y Villa Aurora, entre otros. La madre Irene no sólo se dedicó a atender a los enfermos pobres sino que también dio cursos de primeros auxilios a la población.

En Talca pasó siete años. Como marcaban las normas de la congregación, a la monjita de El Burgo Ranero. Pero echaba de menos su labor y decidió pedir la dispensa de los votos aconsejada por el obispo de Talca. Dejó la congregación y a partir de junio de 1978 se dedicó, junto con otra monja, la madre Eloísa, «a cuidar a los enfermos pobres más pobres».

El obispo Carlos González Cruchaga fue a visitarlas, ya eran tres hermanas, y celebró la misa en una habitación diminuta. «Madre Irene, ¿por qué desde ahora no les llamamos Hermanas del Buen Samaritano?», les dijo sin más preámbulos. Así quedaron bautizadas.

Un día le preguntaron cómo lo hacía para recibir a tanto enfermo marginado y sucio y respondió: «Lo primero, se les baña... y luego se les pregunta quiénes son».

21/02/2017 -- ANA GAITERO | LEÓN
Fuente: www.diariodeleon.es/noticias/sociedad/teresa-calcuta-chile-salio-burgo-ranero