Calzadilla de Los Hermanillos - Leon

No suelo ir mucho por el pueblo….Mi trabajo no me permite disponer de mucho tiempo.

Abundio, tenía muchas profesiones….y no tenía ninguna por así decirlo. A parte de labrador fue barbero y enólogo para elaborar su propio vino…..su bodega era muy visitada por los mozos del pueblo.

Se decía que los que iban a ella…..salían medio entornaus.

Para él, su vino, era el mejor que se hacía en el pueblo.

No era de garrafina, chamelo o julepe. Solía estar a la puerta de su casa hablando con todo aquél que pasaba.

Nunca le vi pisar el bar……..por lo que encontrarte con él solía ser una coincidencia.

Le recuerdo con bigote, una camisa de a cuadros, unos pantalones de pana y la boina.

Su forma de hablar era suave y pausada. Y, en su cara era fácil adivinar……una sonrisa.

Eso sí una sonrisa llena de sorna y picardía.

“Ospitalera.” Contaban en el pueblo, que, una vez fue a León y se quedó a comer en una de las fondas del barrio Húmedo.

¿No os podéis imaginar lo que pidió?

Nada más y nada menos, que una ración de……..“obispos”.

No hombre, no sean mal pensados, que no son de los de verdad….me refiero, y perdonen la expresión, al culo del pollo.

En mi casa era una de las tajadas más solicitadas.

A la hora de “apartar” -mi madre- preguntaba. ¿Quién quiere el “obispo”?

Y todos levantábamos la mano.

Qué pena que el pollo solo tenía uno….pensaba yo.

¿Qué, atropos?

¿Que, atinado nombre le buscaron al susodicho?

Si te pones a analizar la ocurrencia….no les falta razón.

No. Lo digo, por el parecido que tiene a la……mitra del Obispo.

Y no os vayais a pensar que estaba barato el asunto.

100 pesetas ….veinte duros.

Menudo dineral.

Y me pregunto yo.

¿y cuántos obispos ponían en la ración?

Diez por lo menos. Joder a dos duros……. el obispo.

Para que luego hablen de los langostinos y las gambas.

Fue en el mes de agosto. En una de mis visitas al pueblo. Me lo encontré a la altura del humero de la Sra. Elisa.

Allí nos dimos un afectuoso saludo….en medio de la calle.

Le dije que porqué no se había ido del pueblo…..como tantos otros.

Quizás te hubiera ido mejor.

¿Mejor?…. Menuda palabra.

Mi sitio está aquí. Aquí no existen las prisas, las agendas, los agobios ni los malos humores, como en las grandes ciudades.

Aquí se respira libertad, estoy bien…..es donde he estado siempre y no me pienso mover.

El supo encontrar su sitio. Nunca se movió del pueblo.

Su respuesta fue tajante, como si quisiera insinuar………

Dejalo todo, y…….. busca tu sitio.

Mi vida no aportaba nada a la suya a no ser una pizca de amistad.

Hombre Abundio ¿ Cómo te trata la vida? Le pregunté.

Bien.

Me contestó.

¿ Y tú, cómo estás?

¡Genadio!

¿Porqué tú nombre es Genadio?.....Noo

Qué vá hombre…..

Que no se pronuncia, dio,

Se pronuncia……ro, ro.

Le contestaba llevándole la corriente.

Haber….Abundio. ……Di

Ro, ro…..pronuncia ro.

El, se me quedaba mirando con cara de despistado y al poco decía.

Gena….dio.

Vuelta la burra al trigo…y cogiéndole con las dos manos sus mejillas y acercando mi cara a la suya le volvía a repetir…..

Abundio, di… ro, ro.

Y así nos pasábamos media hora con el ro y con dio.

Tuve que salir del pueblo para saber que San Genadio fué obispo de Astorga allá por el año 910.

Y que nació en Peñalba de Santiago, al pié de los Montes Aquilanos.

Para que luego digan que en Calzadilla ni se estudiaba ni se leían libros.

Dicen, qué......

....Cuando un anciano muere, toda una biblioteca…….desaparece.

……………………Y no les falta razón.

Abundio,….

Donde quiera que estés, va por tí este pequeño recuerdo de alguien que te apreciaba.

Para ti siempre…….

Genadio.


Saludos.