Brañuelas - Leon

El cielo de la mañana de de Brañuelas se desparramaba sobre el Esterdiecho. Apoyada en la pared de la casa de Maisimina, La Vieja, ataviada con pañuelo negro y mandil de cuadros, recibía el sol con la quietud de un lagarto.

-¡Qué hay!

El inesperado saludo de un guaje la sacó de su letargo matutino.

-Ay dimonio! ¿Pero caces tú de tan buena mañana por aquí?

-Estoy esperando a mi abuelo, que vienen el y Isidro con el camión. Vamós por tuérganos.

-¿Pero, tú, sabes rrancar tuérganos?

-¿YO? Yo con el garabato soy una máquina.

La vieja sopesó la respuesta que le había dado el guaje y volvió a preguntar absolutamente seria:

-¿Y tu buelo te deja el garabatu pa rrancar los tuérganos?

-¡Hombre! Y la motosierra si hace falta.

"Ay que zarato es. To lo habla. No ay arrancao un tuéngano en su vida"-pensó ella.

Por el camino que viene de las escuelas, el bramido diesel de la camioneta de Isidro anunció su llegada.

-Ya están ahí-comentó el guaje- Ahora monto la bici en la caja y marchamos pallá.

Sacó el paquete de Ducados del bosillo del pantalón y prendío un cigarrillo arrugado al estilo Livan Clift, orgulloso de si mismo.
La camioneta se aproximó a la casa del "francés", en la que anteriormente había vivido Severina,(actualmenete creo que está deshabitada. Para que se sitúen los más jóvenes: donde actualmente se encuentran los dominios de Roberto-Pierna)la superó siguiendo la circunvalación del Otro Lao (también onocido como Triana)y continúo, inexorable, su camino en dirección a los Castillos.

-Pos pareci que te dejerun en tierra.

-¡¡ME KAGON DIOS!! Ahora me toca subir a la torganera dando pedales.

-¡No jures disgraciao! Que culpa tindra Dios.

El guaje tiró el cigarillo malhumorado, montó en la bici y enfiló la cuesta abajo del pueblo primigenio.
Al llegar a la intersección con la calle que viene de la era de los bolos, escuchó el familiar claxon que precedía al Land Rover de Juán: "el panadero". Clavó los frenos de la vicí, consiguiendo un derrape, seguido de un tirabuzón, digno de un salto de trampolín olímpico. Dio con sus huesoso en las piedras del suelo.

-¡No! Sil final se matará. ¿Cómo estará así de loquico?-susurro la vieja.

Juán se apeo del Land Rover y lo recogió.

-¿Estás bién monín?
-Si, hostia.
-¿Dónde vas tan azarao?
-A los Castillos, a arrancar tuérganos.
-Iva tu abuelo pallí con Isidro.
-¡Ya!, ya los vi pasar.
-Pues, ala, corre listo.

El guaje se fue como alma que lleva el dimonio; Juán continúo algunos años repartiendo pan y la vieja... la vieja se quedó apoyada en la pared de Maisimina con una mano en la chaba y con la otra espantado a un a mosca molesta que le hacía cosquillas en la cara.

BRAÑUELAS ORGULLO Y LIBERTAD