Anciles - Leon

Entre las multiples anecdotas que me ha contado, ahora viene a cuento la de la carraca.
Era Amancio muy pequeño y se acercaba la Semana Santa en Anciles y si eras chaval y no tenías carraca o matraca...no eras nadie. Amancio con muy pocos años lo sabía y se dirigió a mi abuelo Bonifacio, que según cuentan a veces no tenía muy buen humor, y como sabía que era muy curioso para estas cosas de la madera, se fue a su casa y le dijo:
-Bonifacio, quiero una carraca.
Mi abuelo estaría haciendo otras cosas y le contesto:
-Si, ya te la haré
Amancio le miró serio y le dijo:
-¡No! ¡ Yo la quiero ahora!
Y mi abuelo atendió a aquel chavalín, dejó lo que estaba haciendo y le hizo su carraca. ¡Felicidades otra vez!