Albares de la Ribera - Leon

“Me pagan por comer y dormir, ¿a santo de qué me voy a morir?”

F. Fernández / Vegacervera

Se acerca el día de cumplir 109 años para Ricardo Álvarez, el segundo hombre más viejo de León y tercero de España y lo normal es pensar en un hombre ‘agotado’. Pero no es el caso, éste es de otra pasta.
- ¿Qué cómo está? Como una moto, diciendo picardías, como siempre. Tuvo una recaída, con una infección, pero se repuso y ya come él solo, como siempre”.
Así explican sus cuidadoras en la residencia de ancianos de Vegacervera cómo encara la recta que lleva a Ricardo Álvarez a los 109 años. “El próximo domingo, la tarta”. Una fecha para recordar un hito, que este ancarés afincado en el Torío es el segundo hombre más viejo de León (después del Tío Quico, de Pinilla de la Valdería) y, probablemente, el tercero de España, manteniendo así la tradición de esta tierra de tener el hombre más anciano de España, título que ya ostentó durante muchos meses Miguel Suárez, fallecido también con 109 años. Y una curiosa y feliz coincidencia entre los tres: su buen estado de salud, dentro de lo que cabe.
Nacido en los Ancares
Ricardo espera el día de su cumpleaños con su buen humor de siempre y, como dicen sus cuidadoras, la misma picardía, tan clásica de este personaje siempre de buen humor. Recuerdo que hace unos años, cuando tenía 105 años y vivía en Matallana con su hija, cambió su tradicional paseo hasta el cruce de Robles para ir por el camino de la piscina porque, argumentaba él, “van a bañarse unas hembras como no las había cuando yo era mozo”.
Con 105 años y, como dice su nieto, “no si é de cabeza siempre fue muy bien, como Santillana”.
Tiene bromas para casi todo, incluso curiosas explicaciones para sus avatares. No deja de tener gracia cómo argumenta él haber llegado a los 109 años. “Mira, yo tengo trabajado mucho, toda la vida para poder comer. Ahora que me pagan por comer y dormir no me voy a dejar morir así como así”.
Emigrante con 9 años
Ricardo es así pero, a su vez, es verdad lo que dice. No ha sido fácil la biografía de este leonés nacido en Sorbeira de Ancares, un lugar del que su mayor recuerdo es la nieve. “Llevo aquí (en Matallana de Torío y antes en Gete) no sé cuántos años hablando de las nevadas que caen, en Sorbeira los quería ver yo, aquello era nevar”.
Eran duras las nevadas y era dura la vida en aquellos primeros años del siglo XX, en los que, recuerda el centenario, “todo se hacía a mano, desde recoger la hierba a ordeñar las vacas o sacar el abono”. La salida de muchos ancareses era la emigración, uno de ellos fue el padre de Ricardo y el propio centenario cruzó el charco cuando sólo tenía 9 años, en barco hacia Uruguay. “Todo lo que llevaba era una chaqueta sin bolsos”, dice en una de tantas expresiones socarronas típicas suyas para expresar que no llevaba más que lo puesto. “Las perras las íbamos a buscar allí, pero tampoco las había”.
No se le olvida aquel viaje: “No sé cuánto tardaríamos en llegar, yo pasaba el día jugando pero no acabábamos de llegar nunca”. Pero resulta que “allí tampoco ataban los perros con longaniza” y Ricardo fue “algo a la escuela” pero pronto se tuvo que poner a trabajar. “Me tenía que ganar la vida haciendo recados y di en pensar que para estar así estaba mejor en mi pueblo”.