DIARIO DE LEON - REVISTA-Tres santos y alguna leyenda Tres santos y alguna leyenda 05/09/2010 La familia cuenta entre sus miembros con uno que mereció, ya en vida, el apelativo de «Conde santo». Se trata de Osorio Gutiérrez, antepasado de los señores del torreón de Turienzo, que fundara el famoso convento benedictino de San Salvador de Lorenzana en Lugo, en cuya iglesia reposan sus restos. Cobija su sepulcro una lápida paleocristiana que él mismo eligió para este fin en un viaje a Jerusalén. «Fue hecho santo por aclamación popular, porque despertaba un fervor tremendo entre la gente», indica el conde de Cabra. «Entregó sus riquezas a los pobres e ingresó en el convento. También parece que hizo muchos favores y hasta milagros», añade. «La gente va a rezarle, le tienen gran devoción. Antes metían la mano por un lateral de su sepulcro, tocaban su cráneo y le pedían favores. La lápida fue expuesta en una edición de Las Edades del Hombre y, a su vuelta, el párroco ordenó tapar ese hueco, por considerar algo macabra esta costumbre. Eso provocó el consiguiente disgusto de la feligresía porque son muy devotos de él», explica el actual conde de Cabra. A la historia familiar tampoco le faltan las leyendas, como la relativa a la hija del señor de Turienzo en 1258, que acostumbraba a bañarse en la laguna Cernea acompañada de sus criadas. Según el relato, un día observó un hermoso caballero templario que daba de beber a su corcel. La muchacha le ofreció algo de beber y una vez ingerido el brebaje el caballero quedó inmediatamente prendado de ella. Y una noche robó los objetos sagrados de la iglesia de Turienzo con el fin de huir con ella pero en el momento de partir fueron descubiertos por el maestre de la orden, quien los detuvo por medio de un encantamiento. Convirtió a ambos en piedra negra y les condenó a ir tomando distintas formas bafométicas en la Catedral de León durante diez siglos. Hay quien dice que por eso la cara del demonio aparece en varios lugares de esa catedral. En la familia hay otros dos casos de santidad: el de Rafael Arnaiz y Barón, sobrino de la marquesa de Astorga que ingresó en un convento, y el de san Francisco de Borja, antepasado de la actual condesa de Cabra. |