Zarratón - La Rioja

Escrito en el aire
Por Luis del Val
Hoy por hoy (22/06/2010)


El violador de una niña de 13 años, de permiso penitenciario, se encuentra con la madre de la victima y la pregunta que tal esta la niña. La madre se va a casa, se procura un envasé con gasolina, va al bar donde se encuentra el violador, le echa la gasolina encima y le prende fuego. Una muerte horrible debido a una imprudencia temeraria, porque las madres cuando se trata de sus hijas no tienen miedo.
El mundo lo sostiene el miedo, miedo a no tener trabajo, miedo a no tener dinero, miedo a perder la salud, miedo a la muerte, miedo a casi todo. El miedo es la argamasa que mantiene unido el débil entramado de la sociedad, el que ensambla los distintos favores, para que el tinglado no se caiga encima de nuestras cabezas. Por eso cuando alguien actúa sin miedo y no le importa las consecuencias de sus actos, nos sacude un pasmo alentado en el subconsciente, por una admiración que nunca nos atreveremos a reconocer.
El violador abrasado también tiene madre, claro, no se puede matar a la gente, ni incinerarla, ni tomarse la justicia por la propia mano, pero la victima no sabia que una madre soporta, la vejación a su hija, incluso puede estar dispuesta a olvidar el ultraje, pero no se la puede ir con provocaciones chulescas, porque, las madres no tienen miedo.
La policía de todo el mundo, incluso la de los países no democráticos, acostumbrada a que la brutalidad quede impune, se queda inerme y resoluta, cuando delante de las porras y los escudos, hay un nutrido grupo de madres, porque saben que los golpes, las darán mas fuerza, y que la fuerza no puede domiñar la memoria del hijo, la indignación por el hijo ultrajado o perdido, y es que solo la madre, que es la que da vida, es capaz, sin ningún miedo, de causar la muerte.