Vilches - Jaen

Nos ha tocado vivir en la sociedad del consumo, con sus ventajas y sus inconvenientes. Uno de los inconvenientes es que todo lo miramos bajo el prisma insaciable del consumo, y si no andamos listos nuestra vida puede convertirse, simplemente, en una acumulación de récords.

Actividades que en sí mismas son buenas y placenteras pierden su sentido cuando se hacen mecánicamente, con estrés y angustiados porque queremos hacer de todo y ¡no tenemos tiempo!

Por ejemplo, hacer turismo se ha convertido en hacer kilómetros, cuantos más mejor. Leer en pasar páginas para llegar pronto a la última y empezar otro libro. Comer en ingerir cualquier cosa mientras se ve la televisión, se manda un whatsapp o se mira el correo. Tener amigos en tomas unos cafés/cervezas mientras se habla de vanalidades, eso después de pasar meses diciendo "a ver cuando tenemos tiempo y quedamos".

Claro, en determinadas circunstancias hay que correr. A lo largo del día hay franjas en las que tenemos que "dar el do de pecho". Pero, a la vez, también tenemos que encontrar momentos para la quietud y la tranquilidad que nos permitan disfrutar el presente, porque las cosas más importantes de la vida hay que hacerlas sin prisas.

Así que reivindico saborear la vida, vivir más despacio, hacer menos cosas para disfrutarlas más, saborear las relaciones con las personas, "perder el tiempo" conmigo misma soñando, divagando...Ignorar la tiranía de la prisa, en definitiva.

Apuesto por la cultura de la tranquilidad, ¿te apuntas?