Torreblascopedro - Jaen

Artículo publicado hoy en Diario Jaén.

Jaén es un todo grandioso y digno de ser conocido y vivido; una tierra, unas ciudades, unos pueblos, unos paisajes de sierra y otros de campiña, una gente acogedora que convive en un entorno en el que día a día trabaja e intenta labrar su futuro con tesón y más esperanza que fortuna por el momento. Ese futuro también está en los pueblos, esos de los que pocas veces se habla porque la vida en ellos transcurre monótona, inalterable, sin apenas ruidos que puedan ser noticia de portada.
Permítaseme hoy hablar de uno de esos pueblos que forman parte de la geografía y el alma de Jaén, un pueblo que también merece un titular en la conmemoración del número 25.000 del Diario Jaén. Podría decir que Torreblascopedro, mi pueblo es uno más entre los cien que hay en la provincia de Jaén, pero no estaría diciendo toda la verdad, porque para mí tiene algo que lo hace distinto a todos. No digo que sea mejor ni peor que otros, pero sí que para mí es único por muchas razones que quizás pueda explicar. En primer lugar, es el lugar, valga la redundancia, donde están mis raíces y eso es ya motivo más que suficiente para ensalzarlo en mi corazón. Es un pueblo pequeño con apenas diez calles muy llanas que discurren paralelas de Norte a Sur, y tres o cuatro callejones que las cortan de forma irregular. Se podría decir que está trazado de tal modo que desde cada punto de su geografía se vea, la Cruz, el campo, la vega, la campiña, los olivares y el Pilar. Su gente vive del olivar.
Sí, el olivar, la razón del ser y el vivir de nuestros pueblos, el tema de conversación de cada día, el lugar donde nace la vida de cada pueblo, donde se busca el pan cuidando cada aceituna desde Enero a Diciembre, limpiando cada tronco, cada rama, cada terrón desde el amanecer al ocaso, porque el olivo es la vida de los pueblos de Jaén, y Jaén y sus pueblos merecen una mejora en sus vidas.