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Castillo de Locubín - Jaen

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España > Jaen > Castillo de Locubín
14-11-11 14:40 #9102777
Por:EspartacodeLocubin

Muchos aspectos del pasado están hoy presentes.
Manifestación de las ocurrencias habidas en el Villa de Castillo de Locubín, Provincia de Jaén, el 18 de Marzo de 1838, al procederse a las elecciones para renovación del Ayuntamiento Constitucional.

Tiempo ha en que debió haberse dado a la prensa una relación histórica del estado y suerte de un Pueblo, que durante el despotismo ha sucumbido a todos los actos de humillación y vilipendio, como consecuencia necesaria de la tiranía e insensatez, con que ha sido gobernado; pero la ignorancia y estupidez de sus habitantes, si se exceptúan algunos muy pocos; las continuas convulsiones políticas que estallaron en esta Provincia, la guerra civil y demás elementos que impidieron hacer sentir los beneficios y ventajas del sistema liberal, han sido otras tantas causas que alejaron la demostración de estos bienes, y produjeron el olvido de lo que debió haberse hecho para instrucción de los pueblos comarcanos, y conocimiento de las autoridades superiores, y aún del gobierno; que con él habrán pesado en la balanza de la Justicia el mérito de cualquiera acontecimiento aún antes de proceder, sabida la profesión política y antecedentes de las Personas; más ya que faltó aquel principio, que se hará público por la fuerza del resultado de la ocurrencia que presta motivo a esta manifestación, un labrador amante de este mismo Pueblo, y de la libertad justa y racional se ve precisado por los impulsos de su propia conciencia a romper con el estilo de su ejercicio, y sin producciones filosóficas; pero con precisión y verdad.
El haber tenido proporción de enterarme del expediente de elecciones, me presta motivo para saber que enunciada la orden para ellas por el Señor Jefe Político se vio el Alcalde primero D. Francisco Santiago Parera sin la Real disposición de 27 de Diciembre de 1837, y decretos que citaba a que debía arreglar las suyas. Sólo tres encontró en los boletines oficiales, pues el que se imprimió en Jaén el 14 de Marzo y las contenía no lo recibió hasta el 21, y hubo de recurrir al Secretario del Ayuntamiento de Alcalá la Real quien le remitió copias, mas en ninguna registró prevenido el sitio para celebrarlas: recurrió a la Constitución del año 12, y halló que solo para las de Diputados a Cortes se señalaba la Iglesia; tendió la vista a las verificadas en los últimos años y observó que se habían hecho en la Casa Tercia, local estrecho y en el Pósito, y con estos antecedentes determinó que las actuales fuesen en la Sala Capitular, y así lo publicó en los repetidos anuncios que hizo fijar en las esquinas de los que algunos fueron copiados en la calle, y ningún vecino reclamó sobre este punto. Desde luego que se propagó la noticia, Vicario Ecónomo D. Francisco Manuel de Abril, antiguo interventor de los negocios públicos del Castillo de Locubín y su sobrino, y a que no se diga otra cosa, el Escribano D. Francisco Álvarez, último Comandante de sus Voluntarios Realistas y que los que mandaba al tiempo de ser extinguidos, formaron el proyecto de ganar la elección y renovar a su gusto el Ayuntamiento para volver a empuñar las riendas del gobierno y restablecer su imperio sobre este vecindario miserable, de cuya suerte tantos años dispusieron; y en efecto no se escapó medio alguno para conseguirlo, ni dejaron de ser ayudados por sus amigos, esto es, los que profesan su misma opinión, los que en 1823 derribaron la Lápida Constitucional y oprimieron a los liberales, y entre los cuales hay algunos con parentesco enlazado muy estrechamente, con un Jefe especial de las hordas facciosas, el titulado General Gómez. También les protegieron con sus respetos y agencias otros vecinos de Pueblos extraños que tienen influencia por sus bienes y los ajenos en muchos colonos de esta villa, y no dejaron sus operaciones de comprometer el bueno nombre y justa reputación de los Excelentísimos Señores Condes de Humanes, principales hacendados en su término: al intento de su propósito repartieron infinidad de papeletas con los nombres de escrutadores, Secretario y electores que entregaban a manos llenas, a colones deudores y dependientes dejándoles con ellas las prevenciones necesarias.
Llegó el día y multitud de ellos ocuparon las puertas de la Casa en que esta alquilada la Sala Capitular, porque no la tiene el Pueblo, por las causas que no son de este lugar, a las órdenes de los mandarines de este partido: su intención regularmente sería no permitir la entrada a los que no llevasen la orden de votar a sus candidatos, objeto que confirma el no haber reclamado oportunamente que la elección fuese en otro local, y las bufonadas que dirigían a los que se acercaban; habiéndose prevenido de antemano y repartido buenos tragos de aguardiente en la casa del Escribano y otras, para obrar con energía en cualquiera caso que se presentase; más como advierte haber algunos otros vecinos en el interior de dicha casa, cuando ya había entrado el Alcalde y algunos capitulares que concurrieron para votar o para presenciar la elección, los campeones Vicario y Escribano concibiendo algún inconveniente que fustrase su plan, entraron despavoridos, tratando de negros a los que estaban dentro; subieron a la Sala, insultaron al Alcalde Presidente, estirajaron su autoridad, trataron de obligarle a la fuerza a trasladar el acto a la Iglesia si dicho local, y que aunque para hacerse respetar invocó el sagrado nombre de Isabel 2ª, no pudo restablecer el orden, y el furor de ambos correspondido por sus coligados en la Sala, en la Casa y en la calle; provocó una conmoción popular que había estallado, si aconsejado el Alcalde de los Capitulares que le protegieron no hubiera suspendido la elección hasta que resolviese el Señor Jefe Político, a quien consultaría lo ocurrido.
Por esta determinación que encomendaba la prudencia a evitación de los males que estaban a la vista, fue tratado públicamente de arbitrario, infractor de las Leyes y de las órdenes, y por último del modo más escandaloso, sobre que tuvo que tomar la voz el Señor Comandante de las armas D. Antonio Romero de Leis, y ha sido calumniado después ante la autoridad de la Provincia, con los dicterios de mal llevador de los fondos Públicos y otros manejos reprobados, cuya impostura, aún antes de que llegue la prueba de ella, y de la inocencia del Alcalde, su conducta y procederes, nos encamina a examinar cual fue la administración del Pueblo antes de entrar a desempeñarla los pocos liberales que están a su cabeza, y cual la que ha experimentado desde que la tomaron a su cargo.
No se si atribuir a la dependencia en que estuvo esta Villa de la ciudad de Alcalá la Real, Señora de su jurisdicción, Propios y demás pertenencias, el origen de su ignorancia, y retraso de su cultura, manantiales de todos sus padeceres y sufrimientos: quizá en los años medios de su esclavitud, los Ilustres Regidores de aquella muy Noble Ciudad meditasen medios para mejorar la suerte de cuatro mil almas encerradas en su pueblo, y sus propios naturales, aquellos que cerca de un siglo le tuvieron sometido a su voluntad, se opusiesen a la idea o al menos la extraviarían: lo cierto es, que a la edad de mi raciocinio lo encontré sometido absolutamente a la voluntad de dos personas: el Vicario D. Francisco Manuel de Abril, y su sobrino D. Antonio Álvarez, Escribano, padre y antecesor del actual: el modo con que lo rigieron y administraron díganlo mis convecinos. Díganlo los que fueron perseguidos, atacados, saqueados y oprimidos. Díganlo esos que deben la pérdida de su salud a los ultrajes y sofocaciones del uno o del otro; y si la tumba abortar quejas pudiera no faltaría quien declarase deberles también la de su existencia.
Díganlo esas Calles, Caminos y Calzadas que en las quincenas de años no vieron reponerse una piedra, ni una espuerta de arena por más que estuvieron intransitables, y en las Cuentas de Propios figuraron pomposas obras mal justificadas: esa industria y ese comercio desconocido en el Castillo de Locubín, por no haber tenido un bienhechor que lo introdujese para su futura prosperidad: esa juventud de uno y otro sexo, relajada sin más producción que la ignorancia y mordacidad: esa conducta del Clero en una mitad por los menos de sus individuos, cuyo ejemplo propaga la contaminación de todas buenas costumbres. Y algún día llegará en que también lo digan, lo prueben esos muertos enterrados, que contra la voluntad de Dios y la suya yacen en sepulcros mal cubiertos; cuyo jugo contribuyó a reunir buenos capitales.
De todos estos buenos principios se compusieron las bases de la administración hasta la muerte del D. Antonio Álvarez, y por consiguiente el Pueblo floreció de año en año en las más perfecta ignorancia, humillación y esclavitud, desapareciendo hasta el último ápice de cualquier ventaja que sus antepasados le procuraron.
Le sucedió el D. Francisco su hijo, examinándose de Escribano, y de su capacidad legal para recibirse aun no estamos bien enterados, y tenemos justos temores para dudar; pero de su actitud natural para seguir los manejos del padre, no nos es permitido vacilar, e identificado con las ideas del tío el D. Francisco Abril, continuó el sistema de abatimiento y pesadez sobre los vecinos.
Por el contrario el año de 1833, principió a variar su aspecto: fue nombrado Alcalde primero el mismo que es hoy D. Francisco Santiago Parera, y ya comenzaron a sentir los efectos de una protección desinteresada: ya se vieron recomponer las calles y cañerías, arrecifar las calzadas del convento de Capuchinos y cuesta del mismo nombre. Se reedificó la carnicería, el puente del Anear y el lavadero llamado del Caño: se cobraron las contribuciones sin sufrir los vecinos el menor apremio ni costas: se realizaron aquellas obras con solo mil y quinientos reales de que se están debiendo ochocientos que puso de su bolsillo: se pagó a todos los asalariados públicos, cosa que no habían conseguido hasta aquel año; para lo cual hubo de tomarse el trabajo de cobrar los réditos de propios sin premio alguno: a él se encargó y ejecutó de un modo admirable el desarme de Voluntarios Realistas, recogiendo setenta armamentos y otros tantos vestuarios con una caja de guerra que puso a disposición del Excelentísimo Señor Capitán General del distrito, quien le dio las gracias: fue un agente defensor de todos los vecinos de Alcalá la Real a quien aun pertenecía el Pueblo, y mereció mil atenciones a favor de ellos del Corregidor de Letras D. Pedro Enrique Montes.
En 1834 se le dio comisión para organizar la Milicia Urbana en esta Villa, y lo hizo con tal patriotismo que a los ocho días ya tenía una compañía compuesta de los vecinos de más probidad, que han prestado muchos servicios a la Patria, comprendiendo en ellos algunos que fueron Realistas, pero que sus virtudes les harían acreedores a aquel honor; formando todo empeño en convencerlos que la paz interior de los Pueblos era la que haría la felicidad general; y así fue y ha sucedido que jamás se ha insultado ni ofendido a persona por más que estuviese marcada de opinión opuesta.
En 1835 se descuidó por el vecindario las elecciones de Ayuntamiento y se manejó por las personas, que han tratado de hacerlo en el presente, y desde luego el nombrado a su …. abrió la persecución más tenaz a la Milicia, tanto que el Señor Comandante General, mandó formar causa al Alcalde, Vicario Ecónomo D. Francisco Manuel de Abril y Mesa, y el Escribano D. Francisco Álvarez, comunicando para ella al Señor D. Antonio Romero de Leis, Teniente Coronel y Comandante de las Armas, a quien ocurrieron dudas por su delicadeza; entre tanto que comunicadas órdenes al Alcalde por el Señor Gobernador Civil Mavin y Tante, se moderó la conducta con la Milicia, y se restableció la armonía aunque en apariencia, de cuyos hechos hay antecedentes en dichas superioridades.
En Septiembre de 1836, se eligió el Ayuntamiento Constitucional recayendo el nombramiento en oficiales e individuos de la Milicia Nacional, y ya pudo hacerse más ostensible la protección y miramiento al vecindario y a los intereses del Común: en fines de dicho año se celebró una junta general de vecinos acomodados en que se resolvió convenir al Pueblo la libertad de puestos públicos, o sean abastos del lino, vinagre, jabón, aceite y carne, y este hecho por el que quedó la clase proletaria libre de una carga muy pesada fue uno de los agravios cometidos contra del partido del Vicario y Escribano, porque acostumbrado a usar de los medios del poder que manejó, vinculaba con probabilidad todos los años el arriendo, y el público sabe de que manera le haría producir en su beneficio.
En Marzo de 1837 por haber sido electo el Señor D. Antonio Romero de Leis, Diputado Provincial fue nombrado Alcalde 1º el D. Francisco Parera: reunía en si la Comandancia de Armas y de la Milicia Nacional, y sin embargo de sus tareas debían hacerse insoportables con el nuevo arreglo, lo aceptó, y desde luego se dedicó al Despacho de los negocios, y atendiendo a todo a la vez formó los repartimientos de contribuciones ordinarias y las ha cobrado sin exigir a los contribuyentes un solo real de costas: atendió también con eficacia a las obras públicas haciendo empedrar varias calles, componiendo la entrada del Pueblo llamada Cantón, haciéndole una pared de quinientas varas cúbicas; las cañerías, el puente alcantarilla del Redondal; ha construido nuevo el pilar de la Fuente de la Plaza Pública de ocho varas de largo; y en todos estas obras de utilidad común ha hecho cargo a los fondos públicos de solo mil doscientos reales, valiéndose para los demás gastos, que han sido inmensos, de la invitación a vecinos para conducción de materiales, y aun de limosnas con que a su ejemplo han contribuido otros.
Ha procurado la persecución de ladrones y malhechores, costeando de su bolsillo las municiones y gastos de las salidas de la Milicia Nacional, y proporcionándole armas, pues no tienen ni un fusil; mereciendo las gracias de la Augusta Reyna Gobernadora por el resultado de una acción. Ningún juicio de paz ha dejado de terminarse y convenirse a su presencia, de modo que ni un solo pleito ha salido de su despacho: a nadie ha llevado, ni cobra sus derechos en los actuados? ocurridos, y las partes solo pagan las del Escribano o amanuense, y cuando por justo castigo al delincuente alguna vez ha hecho cargar los delincuentes, los ha dejado a beneficio del Escribano quien los ha percibido. Tiene cubiertas todas las cargas del Ayuntamiento; y por su diligencia y actividad se han repartido en este año públicamente a los pobres las limosnas que dejó el Ilustrísimo Señor Obispo Abad, difunto Palomino, cosa inusada en los años anteriores. A su invitación y reclamaciones en los últimos apuros del temporal pasado, agotadas aquellas limosnas, y las de los vecinos pudientes, se convocó otra Junta General, y en ella se abrazó su proyecto de tomar a su cargo cada uno, los jornaleros que pudo, socorriéndolos con dos reales diarios, y por este medio los muchos que perecían encontraron el consuelo, librándoles y a los sujetos encomendados de los excesos a que el hambre le conducía; medida que aprobaron las autoridades de Provincia, calificándola de benéfica, y dando, las gracias al Ayuntamiento.
Por otra parte ha conseguido a fuerza de desvelos, viajes y gastos, que el digno y liberal Ayuntamiento de Martos, otorgue una concordia concediendo la mancomunidad de pastos de su término con los del Castillo de Locubín, cosa que no habían podido alcanzar en tiempo alguno; y los inmensos beneficios que de ella resultan podrán calcularlos los labradores y vecinos que los reciben: tiene creados los expedientes necesarios para solicitar igual gracia de los Cuerpos Municipales de Valdepeñas y Fuensanta; y todo sin recibir para sí otro premio que la satisfacción de emplearse en beneficio de sus convecinos.
Igualmente en el año de 1835, sabiendo que se iban a dar a Censo muchas Suertes de Propios a distintas personas de las que las cultivaban, y adquirían en ellas su sustento al tiempo de destinarlas para dehesas de Yeguas y Potros, se personó inmediatamente en Alcalá y concertó por Escritura pública una empresa de todas, tomando a su cargo como principal socio seis mil fanegas de tierra y montes; y su primer cuidado fue restituir a sus colonias a aquellos mismos que habían sido despojados, y quedaron arruinados, haciéndoles además una baja considerable del canon que antes pagaban. Encontró el monte alto, llamado Encina Hermosa, destruido enteramente, y su cuidado en guardarle ha producido no solo su conservación, sino fomentarle y criar arbolado nuevo, en términos que su valor en el día, y en solo el espacio de tres años asciende sobre 200.000 reales más que el año 35.
En el propio año 37 fue nombrado por el Ayuntamiento comisionado para entender en las diligencias de separación de término jurisdiccional y de Propios con Alcalá la Real: el modo con que ha obrado este Alcalde, los sacrificios que ha hecho personales y pecuniarios para conseguir las mayores ventajas para su pueblo, lo prueban los resultados, que por notorios no necesitan comentación. Más a la vez de hacer tantos beneficios al público, cometió un error bien cometido, y que complementa su sistema de justicia: hizo que en los repartimientos de contribuciones se nivelase al Vicario y otras personas, a los demás vecinos; y como estaban acostumbrados a pagar lo que ellos mismos se señalaban, que era una cuarta parte de lo justo; fue este acto el pecado original que despertó sobre sí el rencor simulado del partido.
Comparemos ahora la Suerte y administración del Castillo de Locubín en manos de los déspotas, y en las de los liberales: saquemos la consecuencia por los hechos: comparemos la conducta del Vicario Ecónomo con la de D. Francisco Santiago Parera, y veamos si debió permitirse que el primero insultase, desobedeciese e injuriase al segundo al proceder a la elección, hallándose revestido de la autoridad de Presidente, y de la popularidad por los antecedentes beneficios, exceptuando la parte de vecinos seducidos, obligados o supeditados por el Vicario, sus sobrinos y demás prosélitos: observemos si tuvo justa previsión mandando suspender el acto y consultar al Jefe Político cuando a su vista se presentaba de un lado el partido Carlista atropellando su persona y autoridad; y del otro el vecindario que gozó y poseía los efectos de su liberalidad y beneficiencia; y a la menor chispa que se hubiere producido y a que solo un cuarto de hora de detención había dado lugar hubiera sido la eléctrica que hubiera comido hasta abrasar medio Pueblo; y en inteligencia de todo confesaremos que obró con la mayor cordura aun en beneficio de sus mismos enemigos; y que este hecho criminal que si en otros vecinos tendría poca disculpa, en estos por la cualidad de las personas, por sus antecedentes y lo sagrado del acto en que se cometió, e imperdonable, debe ser castigado severamente, porque la suerte de un pueblo de mas de cuatro mil almas no ha de dejarse a la voluntad furibunda de sus opresores.
La Autoridad Superior tomó desde luego su providencia, y un digno Diputado Provincial el Señor D. Manuel Núñez Molero, comisionado al efecto, continuó el Sumario que ya principió el Alcalde Segundo, sobre la averiguación de tan desagradable ocurrencia: de sus virtudes personales nada se duda, y el modo con que evacua una misión tan delicada, lo dirá el resultado del proceso.
Del fallo se esperaba la aprobación del acuerdo del Alcalde, y la pena condigna contra el Vicario Ecónomo y sus seguidos; otra cosa no se aguarda porque no es posible, ni creíble, cuando el caso fue tan público como atrevido, ¿Y contra quien? Contra D. Francisco Santiago Parera, que además de lo expuesto fue el que primero dio la mano a los pobres religiosos del Convento de Capuchinos al tiempo de ser exclaustrados, vistiendo a uno y dando de comer a otros por el tiempo que lo necesitaron: ¿Contra quien? Contra el que salvó a estos mismos exclaustrados del destierro del Pueblo que ese mismo Vicario con el Ayuntamiento que a su gusto puso en 1835, obtuvieron por sus informes pesquisos(¿) del Jefe que entonces mandaba la Provincia, viéndose precisado a justificar lo contrario. ¿Y por quien? Por el que además de lo dicho, en principios de 1824, vistió de primer Realista voluntario a su criado Miguel Alva, tributando este homenaje al gobierno de las Tinieblas en prueba de su verdadera protección de fe política: por el Comisario de la Inquisición de Córdoba: por el ….. mas basta; el público sabe quien es, y no es este el tiempo más a propósito para probarlo, después se hará si fuese necesario.
Estas son pues las ocurrencias habidas en el Castillo de Locubín: estos los antecedentes que los motivan: lo dicho fue su suerte y su estado; la opinión pública juzgue sobre todo, y si algún particular, si alguna persona sea del colorido que fuese, dudase de la verdad de los hechos expuestos en esta manifestación, acérquese a mi y los verá probados documentalmente; si le ofenden, o se cree injuriado salga y demande ante la Ley, y allí será contestado; para ante ella y sus tribunales emplazo y desafío a quien exija la menor satisfacción de lo escrito: venga y ventile su derecho, que estoy seguro conseguirá ver ejecutoriado por sentencia, cuanto ahora solo se habla como apuntes del sufrimiento.
Y a este fin suplico a V. S. Editor del Boletín Oficial de la Provincia se sirva acompañar a él esta narración. Castillo de Locubín 14 de Abril de 1838.
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MUCHOS CASOSO DE CÁNCER EN EL CASTILLO Por: No Registrado 09-05-10 21:41
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