Alcaudete - Jaen

Que José Luis Rodríguez Zapatero no es santo de la devoción de Felipe González es vox populi. No hay más que revisar las hemerotecas y hacer recuento de la cantidad de pullas que le ha lanzado, con mayor o menor disimulo, desde que está en La Moncloa.

Pero aun así al ex jefe del Gobierno le faltó tiempo para aceptar -ya hace más de dos años- ser presidente del Grupo de Reflexión sobre la Unión Europea después de que Zapatero le llamara para pedírselo. Y tampoco puso reparos -al menos en público- sino sólo buenas caras cuando hace unos días el presidente le telefoneó para citarle en La Moncloa a una cumbre de sabios, Pedro Solbes incluido.

¿Es sincero González? La semana pasada el andaluz se coló en el debate sobre la sucesión de Zapatero y, lejos de hacer leña, respaldó públicamente al secretario general del PSOE: afirmó entonces -como ya informó este periódico- que a día de hoy, y a pesar de su caída en picado en las encuestas, no existe "ningún indicador" que aconseje que el de León no vuelva a ser el candidato socialista en 2012.

Pero en privado en unos casos, y desde el anonimato en otros, es cuando los socialistas hablan realmente a tumba abierta sobre la continuidad de Zapatero. Y, de puertas para adentro, Gónzalez no parece tenerlo tan claro. La Gaceta se hace eco este miércoles de un encuentro privado que el ex presidente mantuvo hace unos días en Sevilla con una veintena de empresarios. Obviamente el asunto de marras salió a colación, y el socialista no dudó en criticar a Zapatero sin medias tintas: "Yo tardé nueve años en padecer el síndrome de La Moncloa, a Aznar le llegó a los seis, y a éste le afectó ya a los dos años", sostuvo rotundo.

Lo que contrasta con sus declaraciones públicas de hace una semana, cuando se mostraba partidario de que el líder socialista siga adelante: "Yo creo que va a seguir siendo el candidato y espero que el presidente, pero depende de los electores", decía entonces.

Está más claro que el agua, a Zapatero no le quieren muchos de su partido, González, Ibarra (sobre todo cuando lió lo del Estatuto de Cataluña), ni siquiera el presidente del Congreso, José Bono, que es un españolista nato, tampoco el que está en la UE, Joaquín Almunia.

SOIS UNOS PAMPLINAS PERO DE LOS GRANDES