Un cachito más de nuestra historia Durante el año 1.795 el mes de mayo vuelve a significar como antes se ha dicho, el más catastrófico del año. Tariquejos, la Bellida e inmediaciones de los campos de este término sufren una crecida, admirable y pavorosa plaga de langostas, que calcando las palabras de la época "arrasaban los campos como si de un voraz incendio se tratase". Para su lucha, como siempre casi inútil, se consumieron los bienes de Propios y hubo que vender el trigo del Pósito para poder pagar a los jornaleros empleados en la lucha y exterminio de la voraz "sabandija". El cabildo de esta villa, y a requerimiento de las quejas de varios vecinos, proclama en agosto de 1.795 un bando por el cual se prohibía dejar sueltos a los cerdos por las calles, llevándose al "Corral Consejo" a los que se aprehendiesen, y exigiéndose a los dueños cinco reales de vellón por cabeza, la primera vez, duplicándose o triplicándose la multa las ocasiones sucesivas. Como hijos ilustres de esta villa, que vivieron en este siglo, o nacieron en él, podemos citar: -Rmo. Padre Fray Francisco de las Llagas, misionero franciscano en el Piritú, Comisario Apostólico por la Santa Sede en el año 1.716, y después Obispo de una de las Iglesias de América; -el Padre Juan Evangelista de los Castillejos, misionero apostólico de la Orden de los Capuchinos, que murió en su patria de una penosa enfermedad el día 19 de Enero de 1.782, con gran fama de virtud según consta de los Pastos del Convento de su Orden, en Sevilla; -Fray Bartolomé Fernández, Ministro del Convento de las Santas Justa y Rufina de Sevilla, y Examinador Sindical, que murió el 25 de Septiembre de 1.826; -y Don Juan Maestre, Canónico Magistral de la Insigne Iglesia del Salvador de Sevilla y Profesor de Sagrada teología en la Universidad Literaria, donde falleció de un accidente repentino, explicando en la misma cátedra rodeado de sus discípulos, en la mañana del 18 de enero de 1839. Fue tan humilde, a pesar de su posición, que siempre vivió en el Hospital del Cardenal, llamado "de los Heridos", visitando y consolando frecuentemente a los pobres enfermos. En los Anales de Sevilla se menciona el referido suceso de su muerte y se hace relación de sus méritos, llamándole "sacerdote de tanta ilustración como edificante virtud, timbre del claustro universitario”.
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