Sotiel Coronada - Huelva

27 DE MARZO DE 20I0


Ya no está, ya se nos fue.

Hoy sábado, me he enterado de la noticia del fallecimiento de un sotieleño. Descanse en paz.

La verdad es que la vida sigue con sus mezquindades, sus heridas y decepciones, sus alegrías y sus risas, pero hoy para mí hay una pausa: hoy se ha ido un amigo.

Para mi será grato recordarlo, por eso le hablo y le recuerdo desde aquí y hoy.

Hay amigo Diego, no sé cuantos te echaran de menos pero cuenta a uno más porque yo sí te echo en falta amigo, y no lo digo de compromiso, tu bien lo sabes amigo.

Aun hoy después del correr del tiempo le recuerdo como si hubiese sido ayer cuando por primera vez le vi en la gran ciudad a donde emigró.

Él nunca olvidó su procedencia, siempre con la típica navaja, el pan, algo de chacina y un buen vaso de vino, como a la vieja usanza, estampa inusual hoy y que tan propia y normal era años atrás, charlatán y fumador incansable, de mente clara y buena memoria, siempre recordando a este o aquel otro, disertando unas veces sobre caza u otras sobre setas, buen hombre, corredor de caminos de Europa, pero que como buen andaluz y sotieleño quiso terminar sus día en su tierra, en su terruño natal.

Tú amor a tu tierra a Sotiel y a sus costumbres, con los años que te llevaste alejado de él nunca desestimaste a tu mina, por eso quizás tú nunca cambiaste tu habla, tus costumbres de sotieleño, de andaluz, de buen andaluz, ni tu Andalucía por otras tierras.

Más tardes cuando nacieron tus sobrinas siempre las tenias en tus labios, recuerdo que me decías, hay si conocieras a mi sobrinas, buenas chiquillas, cariñosas y estudiosas incansables, mas tarde amigo Diego y con el correr de los años y como tu bien sabes amigo, tuve la oportunidad de conocerlas, sobre todo a una de ellas, ésa chiquilla de sonrisa eterna, tenías razón amigo Diego, unas niñas encantadoras.

Ayer murió un amigo y mañana será inhumado, hoy le ha faltado algo a Sotiel, muchas eran las veces que yo paseaba por el alto de Don Ricardo pero cada vez que lo hacía, siempre lo veía a trabes de la ventana o en la terraza de “El Quiosco”, ahora echaré en falta aquella silueta tras los cristales. Pocas veces eran las que le veía reír, pero eso sí, le oí decir verdades como puños.

Alguna que otra vez cuando venía hacia Sotiel de Valverde y me veía en algunos de mis paseos por la carretera camino hacia la ermita, el rio o de la Venta Morales é detenía el coche y echábamos un pitillo, ahora y en estos momentos quiero recordar la última vez que lo hicimos, fue próximo al dique del Calabazar y puede hacer de esto unos tres inviernos atrás, él venía de recolectar setas, se paró conmigo y me habló de estas y de cacerías, porque para mí que soy un neófito pero pienso que era sabedor de micología, ese día me estuvo hablando de un libro que tenía y que hablaba de toda clase de setas, y por cierto, me dijo que se lo dejo a un médico y se lo tenía que pedir. Pero como él era conocedor de mi cariño hacia Sotiel para él era casi obligado hablar de éste y casi siempre terminábamos hablando de La Mina, de nuestra Mina, del Sotiel conocido por nosotros cuando pequeños, siempre me lo hacía traer a la memoria recordándome cosas de él y del pasado, como cuando nos veíamos por esos mundos de Dios, me recordaba aquellos nombres de las maquinas a vapor que iban y venían de la mina Santa Rosa, o cuando de niño nos montábamos en las vagonetas y nos dejábamos caer por la pendiente de la vía del Cuervo hacia el puente de hierro en el rio Odiel.

Por eso yo digo como dice la canción; cuando un amigo se va queda un tizón encendido que no se puede apagar ni con las agua de un rio.

Diego te echo en falta, por eso te recordaré siempre amigo Diego, Dios te tenga en su gloria, te lo mereces.

---un sotieleño---