La Nava - Huelva

Griñán, el Atila del PSOE andaluz

Antonio Barreda Alcobet

Jueves, 19 de Enero de 2012 13:11

José Antonio Griñán pasará a la historia por ser el desconstructor del PSOE en Andalucía. Arrasando provincias y laminando enemigos. Ante el congreso donde el partido elegirá a su princeps, el Atila Griñán está eliminando toda la estructura del PSOE en Andalucía que maneja el partido desde hace más de 20 años. El primero en probar la medicina griñaniana fue Pizarro y sus acólitos de Cádiz. En cuanto Griñán los miró de reojo y los señaló salió de la nada una oposición que lleva escondida y callada dos decenios. Pero es una oposición de perdedores de congresos y de cargos, que ansía una victoria propia en su propio beneficio. Por eso salen hoy hasta debajo de las piedras los griñanistas.

Es una tercera vía del mismo régimen contaminada de ansía de poder y de cargos, de navajas abiertas y de listas negras circulando por las sedes y las agrupaciones. Hoy el PSOE de Griñán ha entrado en una vorágine más propia de ajustadores de cuentas que un partido preparado para gobernar Andalucía. Las cunetas de las provincias empiezan a llenarse de viejas glorias abandonadas que han sido ajusticiadas por quienes estaban a su lado. Así pasa en Sevilla, donde la vieja guardia que impuso Chaves a Caballos comandada por Viera hoy ya no sirve, está caducada, y quien subió en peldaños, Susana Díaz, tiene el nombre de Viera en la lista negra. Y esto hace que el camino el PSOE de Sevilla se vacíe de poder y de líderes serios. Los segundones hoy empiezan a llamar temblorosos a las puertas de San Telmo.

Así ganó la periferia. Los sevillanos y los malagueños siempre perdían los congresos. Y Cádiz y Jaén ganaban en exceso poder y cargos. Y así construyeron un tela de araña tan sólida que aún hoy pocos han roto, con soldados gobernados a golpe de títulos y de cargos. No hay nunca mejor pago a la soldada que una buena ínsula que gobernar en nombre de otros.

Caballo desbocado el hoy Griñán, sus griñaninis, ávidos de poder, de cargos y de gloria, no reconocen a sus viejas glorias, ya no las respetan. Sólo son símbolos con los que ya nadie quiere relacionarse. Son fantasmas que recorren los recuerdos de un partido que se rompe. Son nombres desgastados en bocas de gente que no conoció el antiguo régimen porque son la segunda generación, son los hijos de los indianos que labraron una fortuna para que ellos la dilapiden ahora. Los griñaninis no saben de esfuerzo, ni de igualdad, ni de méritos, sólo saben medrar dentro de las siglas y esperar su turno en el banquillo. Ellos son los Marios, las Susanas, los Rafaeles que hablan de pasado con el verbo en presente. Quieren repetir, sustituir, no renovar.

Atila Griñán hoy está descocado, tiene cercado a su propio partido y quiere dejar que Cataluña gane otro congreso, como cuando ganó Zapatero. Y el debate territorial nos trajo nuevos estatutos imposibles, 5 millones de parados, nuevas fronteras y hambre en las neveras. Hoy Griñán mira hacia Cataluña, donde otro Partido Socialista perdedor quiere imponer a una candidata auto-elegida, con hambre de poder y un recorrido tan corto que el PSOE con ella tiene asegurado 20 años de oposición.