Fuenteheridos - Huelva

Discutimos bastante en el foro de hechos y personas que pasaron hace años olvidando la reflexión sobre el hoy y, sobre todo, sobre el mañana. Respetando la decisión personal de cada forero de opinar y plantear los temas que estime oportunos, observo como algunos de los que intervienen en esos debates sobre el pasado conocen muy por encima los temas, razonando sin argumentos sólidos. Incluso da la impresión de que el fin de analizar con sensatez algunos episodios de nuestra historia, que persigue el forero que inicia la ventana, queda desvirtuado por la actitud de otros intervinientes que no se toman en serio tal pretensión. Yo recomendaría a algunos aquello que dijo Azaña: "si los españoles hablásemos solo de lo que sabemos, se produciría un inmenso silencio que podráimos aprovechar para el estudio".
El ejercicio de ciudadanía es un proceso de aprendizaje en el que todos deberíamos estar implicados. Las personas que ya tenemos unos años y una experiencia acumulada deberíamos pensar más en los jóvenes que vienen, para fortalecer una ciudadanía activa y participativa, y combatir la pasividad o el pasotismo que algunos quieren achacar como única cualidad a nuestros jóvenes. He llegado al convencimiento de que sin una ciudadanía activa, nuestro pueblo, tiene un dificil futuro. Por qué no utilizamos el foro para REAVIVAR A NUESTRA JUVENTUD, realizar aportaciones en el ámbito de la cultura, de la educación, de la defensa de valores democráticos, de actividades o proyectos que sirvan para plantear temas que lleven a mejorar aspectos de nuestro pueblo.
No sé si algún forero ha visto la película de los hermanos Coen, "Quemar después de leer". Al final de la misma un jefe de la CIA le dice a su subalterno: ¿Qué hemos aprendido? Refiriéndose a la absurda concatenación de hechos que suceden en el transcurso de la película. El subalterno responde que no lo sabe, a lo que el jefe responde: "espero que hayamos aprendido a no hacerlo de nuevo".
Podemos hablar de lo que queramos, opinar con más o menos argumentos, pero tengo muy claro que mi esfuerzo y mis aportaciones las haré en función de Fuenteheridos. sobre todo, pensando en que quiero contribuir para dejar a mis hijos, a mis nietos, y a los hijos y nietos de mis vecinos, un mejor pueblo para vivir y convivir.
Observando las últimas opiniones del foro tengo dudas sobre que hayamos aprendido a "no hacerlo de nuevo"

Las personas dialogantes son capaces de lograr entenderse en el desacuerdo. Si no luchamos, nuestros "hijos y nietos", no verán que, al menos luchamos. Hay que hacerlo para que el futuro diga que no entregamos gratuitamente y sin dar guerra algunos derchos de nuestros "hijos y nietos". En este país de pandereta y chismorreo parece que importe más "la Esteban" que nuestros problemas.
Algún día nos reiremos de todo esto, espero que ese día no sea ayer.
De nosotros depende.

Ante todo felicito al forero apodado “El regaó” por haber tirado este tema al ruedo, el de la importancia que reviste para un pueblo y un país la formación de su juventud, y en relación al mismo estimo necesario destacar que si bien nuestros jóvenes posiblemente no comprendan lo que leen en los libros, si comprenden muy bien lo que leen en la sociedad. Sería cuestión de preguntarse si nuestros jóvenes son tontos o por el contrario inteligentes cuando ignoran lo que predicamos e imitan lo que predicamos. Los que los chicos saben es lo que los mayores enseñan con el ejemplo.
Esta sociedad que honra la ambición descontrolada, recompensa la codicia, celebra el materialismo, tolera la corrupción, cultiva la superficialidad, desprecia el intelecto y adora el poder adquisitivo, pretende luego dirigirse a los jóvenes para convencerlos con la palabra, de la fuerza del conocimiento, de las bondades de la cultura y de la supremacía del espíritu.
Antes, la juventud, educada en la responsabilidad y la autonomía, se proponía como objetivo modificar el orden establecido, a veces por medios pacíficos, otras no. Pero los jóvenes se sentían responsables y capaces, (nada menos), de cambiar el mundo. Hoy día, angustiados por la incertidumbre, se ven impotentes y tratan de integrarse cuanto antes a ese mundo, sin importarles a qué precio.
Hay que reconocer que estamos en deuda con la mayoría de nuestros jóvenes. ¿Qué alternativas les presentamos, qué esfuerzos hacemos para transmitirles ciertos valores?
Con nuestro ejemplo, deberíamos ayudarlos a concebir las nuevas e imprescindibles utopías que consideren que el bien propio tiene mucho que ver con el bien de los otros. Porque el egoísmo y la codicia, hoy convertidos en dogma, no bastan como norte de la vida personal ni de la social.
Por otra parte los medios de comunicación llenan insensiblemente las vidas de nuestros jóvenes,(y no tan jóvenes) con ese interminable muestrario de lo peor de la condición humana, y lo hacen, peligrosamente en nombre de la libertad de prensa, como si nos dijeran que “lo que está ahí hay que mostrarlo. Es la realidad. ¿Acaso hay que ocultarla? Sin embargo, habría que decir que se está destacando lo peor de lo que está ahí. Es más, se busca estimular que surja eso peor –insultos, agresiones, groserías - ante las cámaras. “Cada uno es dueño de hacer lo que quiera con su vida.” Aunque se afirme lo contrario, resulta impensable no advertir que el solo hecho de poner ciertas conductas en el centro de la atención pública termina prestigiándolas. O, al menos, quitándoles la característica de condenables. Las luces de la televisión todo lo blanquean al hacernos familiares de quien nos visita cotidianamente en nuestra casa.
¿Por qué razón las sociedades se preocupan tanto por consumir alimentos en buen estado, utilizar medicamentos seguros o mantener habitable el planeta y tan pocos de los peligros que ocasiona el exhibir al lumpenaje como modelo de vida?
En el estremecedor discurso que pronunció Francisco Umbral al aceptar el premio Príncipe de Asturias de las letras nos advirtió: “Estamos rodeados, vamos a la barbarie, la ministra española clama en humanidades pero el niño sencillo, padrote del 2000,no frecuenta la ciencia ni la paciente historia, pero mata marcianos y asesina a otro niño”

Regao.
Alguien dijo por ahí, que estás melancólico.

Tambien he oido decir, que te gustan los fandangos.

¿Todo éso es verdad?

Por cierto.
Estás muy acertáo en la entrada, pero, que se yó?, te veo viejo para lo joven que eres.
Ahora con tu solera -que la tienes- deberías de volver a la vanguardia con todas sus consecuencias.
Sé que te come el coco dejár esto -relativamente- en manos de otro.
Digo "relativamente", porque sé que siempre estás tutelando.

Pero ése gusanillo....

Totalmente en concordancia con vosotros, Regaó y Mitrofan.
Centrándonos en nuestro pueblo y nuestro entorno, podemos hacer un ejercicio de memoria, no tan lejano, para recordar que la participación de los jóvenes en las actividades de nuestro pueblo era bastante notable. Pero es que no hace tanto que era bastante notable TODA la participación ciudadana. Recordareis: Fiestas, exposiciones de todo tipo, charlas, teatro, cine, deportes, encuentros…en fin una participación del pueblo en las cosas del pueblo que a buen seguro han revertido de forma más que beneficiosa para todos.
Todo eso está ahora guardado en el cajón de los recuerdos.
Nuestros jóvenes, todos los jóvenes, tienen la capacidad y la fuerza para hacer lo que sea. No se trata de darles las cosas hechas, lo mismo tenemos que escucharlos más y darles el empujoncito para hacerlos más participativos.

Si miramos a nuestro alrededor comprobaremos que casi todos los "lugares" en los que hay que decidir algo: ayuntamientos, asociaciones, clubs, comunidades de vecinos, hermandades, etc, están dirigidos por adultos. La excusa para excluir a los jóvenes son variadas: "no tienen experiencia", "son inconstantes", "carecen de formación", o lo que es aún peor, los "jóvenes son lo opuesto a la madurez, a la sensatez". Nos referimos a los jóvenes diciendo que son nuestro "futuro", pero no nuestro "presente", designándolos de oficio para que puedan dirigir este "mundo" cuando, precisamente, ya no sean tan jóvenes. Por lo visto ser joven ahora sirve tan solo para esperar a ser adulto. O dicho de otra forma: ¿el único objetivo de ser joven es prepararse para ser adulto? NO ESTOY DE ACUERDO. Pienso que los jóvenes, nuestros jóvenes, los que nos encontramos muchos días en el Paseo aburridos sin saber a dónde ir o qué hacer, los que suben a hacer deporte y esperan que se acabe el poli, los que han acabado sus estudios y buscan con afán un trabajo, no deben ser marginados por los adultos y ni mucho menos ellos deben dejarse marginar por nosotros. La juventud de nuestro pueblo tiene energía para dar y regalar, ansía por saber y experimentar, se abren a todo lo nuevo y son muy críticos con todo lo que huela a injusticia o insolidaridad. Sólo hay que hablar con ellos y poder conocerlos mejor. Por eso creo que las posibilidades de nuestro pueblo pasan por su juventud, porque ellos sean capaces de intervenir ahora, en el presente,para que nuestro futuro sea más acorde con sus iniciativas y proyectos. Un pueblo que se diseñe sin tener en cuenta a los jóvenes será un pueblo "viejo", anticuado,por lo que debemos,, sobre todo los que tenemos o hemos tenido alguna responsabilidad pública, que lanzar "amarres" que permitan a los jóvenes "engancharse" a nuestro futuro para "navegar" desde el presente.
De melancolía nada de nada y me siguen gustando mucho los fandangos, sobre todo los "valientes". Tengo mil y un proyecto para incorporar a nuestro caminar como pueblo y sigo sintiéndome joven, muy joven, por eso quizás entienda que ellos son fundamentales para conseguir objetivos y proyectos nuevos. Reflexionar en voz alta no creo que sea sinónimo de tristeza, más bien, pienso que tener ideas, y lanzarlas al debate, es más parecido a estar alegre e ilusionado con el mañana. En todo caso lo hago porque me siento vivo, muy vivo.

A veces vivimos la vida con cadenas que nos atan, sin saber que la llave la tenemos en el bolsillo. Love Regao.

El plebeyo y los 100 días

Relatan que una linda princesa se encontraba buscando marido. Nobles y ricos postulantes llegaban de todos los lugares con extraordinarios obsequios: joyas, tierras, ejércitos, tronos… Entre los pretendientes se hallaba un joven humilde que no tenía más fortuna que el amor y la persistencia. Cuando le llegó el tiempo de dialogar, dijo:
- Princesa, te he admirado toda la vida. Puesto que soy un hombre pobre y no poseo tesoros para proporcionarte, te brindo mi sacrificio como prueba de amor. Me quedaré cien días sentado bajo tu ventana, sin otra cosa que la lluvia y sin más ropajes que las que llevo puestas. Esa será mi dote.
La princesa, emocionada por la gran muestra de amor, resolvió acceder y le expresó al joven plebeyo:
- "Poseerás tu oportunidad: si pasas el examen, me casaré contigo".
Así transcurrieron las horas y los días. El candidato estuvo sentado, resistiendo los vientos, la nieve y las noches muy frías. Sin parpadear, con la mirada fija en el balcón de su amada, el valeroso plebeyo siguió seguro con su perseverancia, sin desfallecer un instante.
Por momentos la cortina de la ventana real dejaba traslucirse la apuesta silueta de la princesa, la cual con un delicado gesto y una sonrisa, aprobaba la faena. Todo iba a las mil maravillas. Inclusive ciertos optimistas habían comenzado a prever los agasajos.
Al llegar el día 99, los ciudadanos de la zona habían emergido a vivificar al próximo príncipe.
Todo era regocijo y diversión, hasta que de pronto, faltando una hora para consumarse el término, ante la mirada estupefacta de los asistentes y la incertidumbre de la princesa, el joven se levantó y sin dar explicación alguna, se retiró lentamente de la zona.
Un tiempo más tarde, mientras vagaba por una solitaria calle, un niño de la comarca alcanzó al joven humilde y le indagó:
- ¿"Qué fue lo te que sucedió? Estabas a un paso de alcanzar la meta, ¿por qué desaprovechaste esa oportunidad? ¿Por qué te retiraste?".
Con profunda angustia y algunas lágrimas mal ocultadas, el joven humilde contestó en voz baja:
- "La princesa no me restringió ni un día de pesadumbre, ni siquiera al menos una hora. No merecía mi amor".

“Cuando vivimos dispuestos a entregar lo mejor de nosotros mismos como prueba de simpatía u honestidad, inclusive al peligro de perder nuestra dignidad, merecemos al menos una señal de comprensión o estímulo. Las personas tienen que hacerse dignas del amor que se les brinda.”

Muy bueno 754.

Por eso mismo!
Estamos viviendo dispuestos a entregár lo mejor de nosotros.

"MUSICA Y DIVERSION"

No perderemos nuestra dignidad, porque se que los mayores estan con nosotros.

"Queremos comprensión"