Encinasola - Huelva

Esto es mi versión, como siempre muy particular aunque también como siempre invito a todos a continuarla.

ER DESCUBRIMIENTO DE LAS AMERICAS
Po yo os voy a contar la verdadera historia der descubrimiento de las Américas americanas.
Po resulta que er Colón, que si se llamaba, de niño Cristobalito, luego ya de mayor, Cristobal a seca, salió una mañana a pescar con su barquita por la costa portuguesa porque había tenio una bronca con la parienta ya que ésta la había estropeao la yilete al quitarse er peaso bigote que tenía la tía, en eso estaba con su cañita cuando vio asercarse un naufrago en una patera, -otro inmigrante-pensó, pero no, no era un inmigrante, era un descubridor-conquistador que había ensufrio una rebelión a bordo y lo habían lansao al agua en la patera. Er Cristobal lo ayudó llevándolo a su casa, le dio de comer y beber y en agradesimiento el marino le contó una historia.
Desia que se llamaba Alonso Sánchez, que era de Huelva y que navegando por esos mares marinos se encontraron con unas tierras con grandes ríos, musha vegetasion, frutas grandes y que los que vivian por allí casi no usaban ropajes alguno, que iban medio empelota, que estuvieron allí mu bien, le regalaron cuando llegaron unos collares de flores y unas pulsera que desian: to incluido, y to icluido era, to incluido, asi que se pusieron moraos bebiendo una bebida que le llamaban mojitos y fumaban yerbas que lo transportaban a paraísos maravillosos, que las mujeres eran muy complacientes y los hombres también, sobre todo con el cocinero que es un poco de la otra asera y er pobre ha venio to er camino sin poder sentarse.
¿Y que os pasó? Le preguntó er Colón.
-Pues que cuando veníamos pa casa dijeron que se querían volver patrás, y eso no podía ser porque teníamos que informar al rey del descubrimiento.
-Es lo correcto- dijo Colón.
-¡Un pij0te! Gritó uno- siguió contando Alonso- “de esto nosa entera naide que aluego quieren venir tos pacá y llevarse a las tias,
-Y a los tios dijo el cosinero,
-Asi que na de na.”-siguió diciendo el marinero rebelde.
Yo insistí en regresar, es mas lo ordené y acabé en la patera, ellos se dieron la vuerta, pero jaja, el jepese lo escondi y no van a llegar nunca.
Er Colón se quedó pensativo, al rato le dio mas vinho verde ar de Huelva hasta que éste pilló un trancaso de mil pares de coxones. Cristobal miró a la parienta mientras la mujer levantaba los brazos pa coger algo y aquella mata de pelo en la sobaquera hiso que sus pensamientos se fueran solo a esos lugares que le había narrao er marinero. Er muy cabr0n le virló el jepese ala Alonso y se largó sin decir ni mu.
Corrió a la pará de las diligensia y tomó er saure Lisboa-Sevilla. Er destino o lo que fuera hiso que a su lao sa sentara un fraile.
-Buenas tardes hijo- dijo el fraile- ¿Dónde viajas?
“A ti que c0ñ0 te importa” -pensó Colón, pero dijo: voy a Sevilla, pero la mala consiensia sa poderó de él y pidió confesión ar fraile.
-¿Dime hijo que quieres confesar que tanto te atormenta?
Er Colón le contó lo que le había contao er marino de Huelva y le dijo que iba a ver si consiguia perras para descubrir el otro mundo.
-¿Descubrir otro mundo? Quizás yo pueda ayudarte, previo pago de una comisión, claro está.
-¿Vd podría?
-Soy er padre Marchena y tengo musha influencia en la reina Isabel, así que en cuanto lleguemos a Sevilla nos vamos pa Graná que los reyes están allí que han eshaos a to los moros.
Efectivamente llegaron a Graná y enseguia la reina Isabel los resibió.
-Padre Marchena ¿Qué te trae por aquí? Dijo la reina.
-Vengo a proponerte una gran empresa majestad. Aquí te presento a Cristobal Colón marinero, italiano o portugués o mallorquin o de donde c0ñ0 su madre lo eshara ar mundo, pero que tiene argo interesante que contarte.
- Se reunieron los tres en una gran sala tiraos en unas alfombras confiscás a los moros lo mismo que la cashimba y el jachis que le metieron.
-¿Y su majestad el rey Fernando?- quiso saber el fraile, que arcagüete er tio.
-Ha ido a cargarse algún moro –contestó la reina- er muy mam0n como si yo no supiera que lo que se quiere cargar es a alguna mora. Pero bueno que le den, cuéntame.
Alli entre fumadas a la cashimba, en penumbra y amenizados por unos músicos que tocaban música arábigo-andaluza cogieron un colocón de mil demonios. La reina había perdido parte de la ropa, sobre todo los faldones dejando ver sus piernas y el escote casi no le cubrían sus senos.
-¡Colón por favor! No mire tan descarao las piernas y los peshos de su magestá- le gritó el fraile.
-No te joe er cura este- replicó Colón- con la peaso tiendacampaña que sa la puesto.
Er faile se puso rojo como un tomate cuando bajo la vista a su entrepiernas y la reina puso los ojos como platos al mirar hacia la sotana der cura.
En fin, pasemos de lo que ocurrió después, dejémoslo en los hechos ocultos de la historia, lo sierto y verdá que la Isabelita le finansió er viaje.
De Graná se vinieron pa Huelva, en er Convento de la Rábida prepararon er viaje, allí se pusieron en contasto con los Pinzones, que no eran pájaros pero si unos buenos pajarracos, además freseros, ellos ponían los barcos ya que tenían que llevar fresas y fresones a New York.
Con respecto a las fresas, er Colón le dijo ar Pinsón ¿que porque eran polacas y rumanas las que cogían las fresas?
-Porque las cogen mejor-contestó Martin Alonso Pinzón- ¿verdad padre?
Éste no respondió, se hiso er loco.
Un dose de octubre después de tomarse unos cafelitos y unas manguaritas de aguardiente er Colón conectó el jepese:
“Sigan todo recto y a un kilometro después de pasar er puente giren a la izquierda” se oyo la voz de la tia enserrá en er aparato.
Despues de varios meses un tal Rodrigo de Triana, lepero él, gritó Tierra.
Fueron resibios por un casique indio con un peaso puro en la boca y una copa de ron bacardi en la mano,
-Bienvenidos- dijo con ese asento de pallí- mi nombre es Fidel, Fidel Castro. Bienvenido a Cuba.
Aunque no os la creáis esta es la verdadera historia des Descubrimiento.


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