Chucena - Huelva

El sábado por la noche asistí invitado a una cena para celebrar la boda de un amigo. Paradojas de esta vida, en una sociedad gobernadas por laicos defenestrados, sin frenos hacia el laicismo total, se siguen casando en la fe cristiana los jóvenes de Chucena. Contradicciones de un futuro incierto.

La cena transcurrió por los derroteros normales de exquisitos manjares, charla animada y velada maravillosa. Pero en un momento del ágape, mi vecina de silla a la que no conocía de nada, la comensal que tenía a la derecha y que acababa de conocer, interrumpió la conversación entre un amigo y yo para inmiscuirse con su voz chillona en el centro de un debate sin importancia.             

Entre dimes y diretes, la charla se tornó en mitin político, en desasosiego por mi parte y exaltación por la suya. Descubrí y conocí que era una excelente relaciones públicas en los ayuntamientos,pero su sectarismo político y socialista la traicionaba enormemente hasta el punto de destacar las labores de los gobiernos socialistas.

Pero la cosa no quedó ahí. Presa de un “antiderechas” patológico, iniciamos un debate, encendido por su parte, sobre las elecciones locales y la gestión en Chucena. Comenté que en un pueblo me daba igual quién gobernara con tal que la localidad se beneficiase, pues es lo que pienso, y a ver si así se callaba. La integrista de izquierdas se mantenía en sus trece, que aunque otro partido lo hiciera bien, era superior a sus fuerzas votarlos, que no los podía ver. Y así hasta que di por zanjada la conversación y me levanté para ir al baño. No quise más discusiones ya que no se puede mantener una conversación, un debate, con una integrista que no permite una opinión contraria y es capaz de arañarte cuando le llevas la contraria.

Y ese es el problema de los socialistas en este pueblo. Ella mantenía que volverían a arrasar en las elecciones. Comenté que se habían equivocado en algunas cosas, por no decirle muchas, y ella, con la boca pequeña, lo admitió, pero dejó dicho que todo saldría bien y que volverían a ganar las elecciones.
No critican nada de su partido. Todo está bien aunque sea un desastre y lo importante es aislar a los que no piensen como ellos.

En Chucena, los ciudadanos no reconocen la corrupción, las malas gestiones y los desastres, nada de nada.

La integrista terminó por callarse al ver mi indiferencia, directamente la ignoraba. Se fue, gracias a Dios, antes de tiempo y nos dejó en paz.

Tratan de imponer sus ideales y de exterminar al que piensa de manera diferente.

¡VIVA LA IGUALDAD¡