Sigüenza - Guadalajara

Al fin, han dejado a Guadalajara como obispado. Únicamente queda, bajo mi punto de vista, que Santa María de la Fuente pase a ser la Catedral, y se deje la de Sigüenza como parroquia.

Sin seminario (cargado), sin más almas que muchos otros pueblos provinciales, ¿es necesario por un orgullo malsano, mantener la fortaleza segontinesa como Catedral? ¿A quién, a qué grandes liturgias, a qué pueblo sirven los canónigos?

Espero que, cuando entre el nuevo obispo (ojalá sea pronto), no lo tenga que hacer ya en burro, imagen en la que ya nadie identifica el sentido de origen, y que resulta un motivo más para el guirigay festivo de una chiquillería para la que todo el año es carnaval.

Y espero que en el nuevo obispo se advierta una tensión clara hacia la santidad, que pueda ser un ejemplo transfigurante, que arrastre almas; que delegue firmas con los bancos y otros asuntos políticos; que no se deje aconsejar de las almas trepas y torticeras; que invite a sus sacerdotes a la santidad, a la muerte de sí mismos (vistiendo dignamente, quitándose pendientes los que los lleven -que hay sacerdotes que los llevan-, dejando mansamente que les llamen lo que quieran cuando van de negro, porque gustan de morir para Vivir; que no reinventen la liturgia; que oren; que crean...)

El nuevo obispo, creo, tiene una difícil tarea de reconstrucción de zona devastada; por eso, es importante que sea santo, no, un segundón de la santidad. De los sabios y entendidos (que se creen), tenemos ya. Ahora, la Diócesis necesita un hombre de Dios, que vuelva a crear un seminario digno y serio, sin palancas de trepas, sin honores, sin celos, sin entendidos del mundo.

¡Viva Cuba libre!