Iznalloz - Granada

Pero esta vez, con veinte días de adelanto.

Ha dicho el muñidor más grande del reino que Rajoy se tiene que ir como lo hiciera Suárez hace 32 años.

Después supimos que lo de Suárez estaba motivado en parte por el disgusto borbónico de tener un presidente que no se atuviera a las indicaciones del jefe del estado, así que el pobre cayó en desgracia y así sigue. Es que iba demasiado rápido decían algunos, es que los militares se estaban soliviantando demasiado, decían otros,... ¿no sería que las élites procedentes del franquismo, entre ellos el rey por supuesto, estaban viendo amenazada su parcela de poder en este sacrosanto reino?

Felipe González, conocido en los ambientes policiales por aquel entonces como Isidoro, era el hombre elegido. La casta lo veía como el hombre capaz de arrastrar a las masas. Las siglas eran lo de menos y la ideología tampoco era obstáculo así que los socialistas se apresuraron a desprenderse del tufillo marxistoide que tanto atraía a la clase obrera. Felipe no solo traicionó a las bases socialistas sino que ayudó a construir una democracia sometida a los poderes fácticos del estado: monarquía, grandes fortunas empresariales y financieras y oligarquías nacionalistas. No tardaron mucho en capar la independencia del poder jucial, ése que ahora se reclama tanto, o de meternos de cabeza en la OTAN en la más clamorosa traición a sus votantes. De la mano de Boyer nos llegó el IVA, el café para todas las autonomías y la corrupción a mansalva, porque si quienes tenían que dar ejemplo, lo hacían en sentido negativo, pues no esperen otra cosa que sus súbditos amaguen con las reverencias mientras llenan sus bolsillos con los pelotazos del momento.

El chiringuito se volvió insostenible allá por comienzos de los noventa. La corrupción estaba extendida como un cáncer en la administración general del estado, la que tiene el mayor poder de decisión. Paro y bancarrota general y especialmente de la seguridad social fueron el colmo de los despropósitos.

A regañadientes y con un atentado fallido por medio llegó al gobierno un personaje enjuto y pragmático que estaba decidido a poner en marcha su programa político, de corte más liberal, pero su mayoría parlamentaria era insuficiente así que tuvo que plegarse a las exigencias del nacionalismo para conseguir acceder a la presidencia del gobierno. Le fue impuesto un ministro de defensa que fue secretario de estado de defensa con los socialistas, hecho que se vio como una imposición del monarca, no tanto por estar al tanto de lo que se cuece en los ambientes militares sino por tener la comptencia sobre nuestro servicio secreto.

En aquellos años el hombre del bigote consiguió remontar la difícil crisis económica. Alcanzó acuerdos importantes con los nacionalismos al precio de conceder más competencias a todas las comunidades autónomas de forma que los nacionalistas catalanes y vascos nunca veían saciadas sus demandas de mayor relevancia en el país. Comenzó a circular el eslogan de "España va bien" y en el año 2000 el PP consiguió una holgada mayoría absoluta.

Aznar comenzó entonces a creerse que podía mandar de verdad en España. Colocó a Trillo como ministro de defensa en claro desafío con el Rey e inició la política antiterrorista más dura contra ETA desde la muerte de Franco. En ese periodo se aprobó el cumplimiento íntegro de las penas por los delitos de terrorismo, cosa que nunca se había podido hacer antes por la negativa del PSOE. El fiscal general del estado estuvo firme ante las presiones políticas y se encarceló a varios responsables militares y socialistas por terrorismo de estado, en una enorme tensión con la jefatura del estado. Mantuvo a raya a los nacionalistas en el tema presupuestario, y se procedió a completar la transmisión de competencias a todas las comunidades autónomas, con lo que los catalanes veían de nuevo frustradas sus pretensiones de construcción nacional e independencia, esto llevaría a los estatutos de segunda generación aprobados en el período de zETAparo.

Con todas estas maniobras, por no hablar de la gran relevancia exterior que tomó Aznar, los poderes fácticos del estado vieron amenazadas enormemente sus cuotas de poder, sin ir más lejos el grupo PRISA, abiertamente despreciado por Aznar, ya que en sus años de gobierno no dio ni una sola entrevista a la cadena SER. Así que cualquier suceso se aprovechaba para arremeter contra el gobierno del PP. Lo más sonado: el PRESTIGE y la guerra de Irak, aunque ningún soldado español intervino en el derrocamiento de Sadam Husein y hoy que se celebra el juicio del Prestige no hay ni un solo político imputado en el desastre.

Pues así llegamos a la campaña del año 2004, con la población bastante soliviantada por la campaña de acoso hacia el gobierno del PP que se hacía desde el grupo PRISA fundamentalmente, con la aquiesciencia y el apoyo implícito de la jefatura del estado, incluso llegó a controversias bastante agrias en las que Aznar no dudó en decirle al rey que no le temblaría la mano en aplicar las leyes, aunque fuera contra las pretensiones del jefe del estado, en los turbios asuntos del encarcelamiento del general Rodríguez Galindo o las escuchas de Manglano.

Y contra todo pronóstico zETAparo gana las elecciones después de los tres días más sonrojantes de desinformación mediática que ha vivido nuestro país, con el grupo PRISA en cabeza y Rubalcaba manejando la situación en el PSOE. La masacre, cuya verdad aún se nos niega, dejó noqueados a los populares y después hemos sabido que hay enormes implicaciones de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad e inteligencia, por cierto, con una persona de enorme confianza del rey en la dirección del centro nacional de inteligencia como lo era Jorge Dezcállar. Así comenzaron otra vez los desmanes socialistas, la negociación soterrada con los etarras, el nefasto estatuto catalán, el cordón sanitario contra el PP, la negación de la crisis económica, la esquilmación de las arcas públicas, las subvenciones a tuti plen, el control sindical del ministerio de trabajo con el consiguiente paro generalizado, la revancha histórica por medio de la ley de memoria histórica, el aborto libre o los matrimonios gays, para tocarle de paso las narices a la iglesia católica, institución con gran afianzamiento en nuestra sociedad. Y así acabamos otra vez, en la ruina, con el monarca dando rienda suelta a su lujuria, los nacionalistas trincando a sus anchas y ETA metida en las instituciones cobrando de los presupuestos públicos.

Y llegó Rajoy a j0derles la fiesta a toda esta panda de vividores. Y subió los impuestos, especialmente para los más ricos, las tasas públicas, los impuestos especiales y todo lo que pudo. La debacle socialista produjo situaciones sonrojantes de colocación ad hoc en las pocas administraciones gobernadas por los socialistas, especialmente en la andaluza. El pueblo votó mayoritariamente a Rajoy porque creía en su capacidad de sacarlos del atolladero económico sobrevenido con la negligencia de los socialistas, pero se ha visto defraudado en parte por la continuidad de las políticas zapaterinas como en el caso de la negociación con los terroristas o la transigencia con los medios prisáicos.

Pero el ambiente se ha enrarecido de verdad cuando se han producido las primeras tensiones con los nacionalistas, donde los socialistas siempre actúan como colaboradores necesarios para la traición a España. También han disgustado enormemente las disposiciones aprobadas para poner coto a los desmanes bancarios y como no, a la mamandurria generalizada de los dineros públicos. Los sindicatos han perdido tanto respeto dentro de la población que incluso su enfrentamiento por la aprobación de la reforma laboral se ha transformado en un acatamiento y aplicación de la misma incluso dentro de sus organizaciones. Pero los nacionalistas, que no son tontos, saben donde llamar para argüir el famoso "no nos vamos a hacer daño ¿verdad?",... y lo malo es que no hay dinero para contentar a tanto chorizo suelto y que Rubalcaba sigue con las mismas siniestras maniobras de hace 10 años, con un significativo silencio del jefe del estado.

Este régimen está dando sus últimos bandazos, está claro, pero la solución no es cambiar al capitán del barco, lo que hay que cambiar es el barco, por obsoleto y por insostenible, hace falta tanto combustible para conseguir que avance que al final consumirá las fuerzas de todos nosotros. Y si Rajoy no es capaz de llevarlo al desgüace no veo otro que sea capaz de hacerlo, ni siquiera un futurible Felipe VI. O la marejada internacional cesa o estamos condenados a naufragar, otra vez.

¿ Fuente ?