Güejar Sierra - Granada

¿Ha llegado el fin de ciclo de Zapatero?
Antonio Papell | 7/02/2010 - 12:26
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Contra lo que pudiera parecer a primera vista, las encuestas publicadas este domingo ?'El País' y 'El Mundo'- y que aparecen al final de una semana horribilis para el Gobierno, no son el colofón sociológico a la reacción de la opinión pública a las últimas medidas.

En efecto, y como es natural, el trabajo de campo fue anterior a la crisis de los mercados bursátiles del pasado jueves y al anuncio de la reforma laboral. La de Sigma-Dos para El Mundo fue confeccionada entre el 2 y el 4 de febrero, y la de Metroscopia para El País no lleva fecha ?omisión inaudita- pero en el texto se dice que fue confeccionada después de que el Gobierno diera a conocer su propuesta de reforma de las pensiones (acordada por el Ejecutivo el viernes 29 de enero).

En todo caso, la sensación experimentada por la opinión pública durante esta pasada semana ha sido compleja, como los medios han reflejado con minuciosidad. De un lado, al hacerse patente que el Gobierno, alertado por numerosas señales de lo delicado de la situación, se disponía a afrontar la impopularidad de un ajuste duro, surgía el rechazo instintivo de una sociedad ya muy dañada por la crisis, que lógicamente se alarma cuando se le insinúa que todavía nos aguarda un doloroso proceso de convergencia que nos costará sangre, sudor y lágrimas.
Un PSOE en la cuerda floja

De otro lado, en cambio, la constatación de que el Ejecutivo de Zapatero, considerado débil hasta por el propio PSOE ?las insinuaciones de Barreda no han sido las espontáneas de un francotirador-, se lanzaba a la piscina del ajuste con más decisión de la esperada, generaba nuevas expectativas a los partidarios e infundía cierto desconcierto a la oposición. Así, el portavoz del PP, González Pons, no tenía más remedio que, después de expresar su profunda y lógica desconfianza en Zapatero, desear vehementemente que el resultado de las nuevas medidas beneficie al país.
Los primeros recortes que dieron la pista

Aunque el ajuste se ha ido publicando sucesivamente ?en el Consejo de Ministros del 29 de enero se anunciaba el recorte presupuestario de 50.000 millones hasta el 2013 y la propuesta de reforma del sistema de seguridad social (sólo saltaba realmente a la luz el retraso de la edad de jubilación), y en el del pasado viernes, la reforma laboral-, se ha sabido que todo ello formaba parte de un plan que les fue explicado a los agentes sociales el domingo, 24 de enero. De ahí que Rodríguez Zapatero ya tuviera desde aquella fecha cierta garantía de que, pese a los aspavientos de los sindicatos al irse difundiendo las sucesivas medidas, la respuesta de los agentes sociales al ajuste sería manejable y limitada.
¿Hemos tocado fondo?

Así las cosas, podría pensarse que hemos tocado fondo. Tanto la situación como el propio Gobierno. Hemos llegado a lo más profundo de la recesión (de hecho, el crecimiento del PIB del -0,1% del último trimestre de 2009 indica tal cosa, a pesar de que un inesperado retroceso en el comportamiento del sector exterior haya impedido dar por cerrado el episodio), de forma que ?salvo imprevistos- todo a partir de ahora tenderá a hacer más llevadera la situación (impresión equívoca porque, desgraciadamente, el paro seguirá creciendo). De forma que los sentimientos serán a partir de ahora ambiguos: padeceremos el peso del ajuste pero habremos dejado atrás la incertidumbre.
Las claves para una reforma

En estas circunstancias, la reforma laboral adquiere una importancia grande porque de su intensidad depende la evolución del desempleo, que es obviamente la principal secuela de la recesión. En efecto, si el rígido modelo laboral español, basado en el Estatuto de los Trabajadores y tutelado por nuestros anacrónicos sindicatos, no fuera reformado, no comenzaría a crearse empleo neto ?lo sabemos empíricamente- hasta que el PIB creciese a tasas del orden del 2,5% anual.

En cambio, si se produce una sensible flexibilización del mercado laboral, se gradúan mejor los incentivos existentes, se exploran medidas para fomentar el trabajo a tiempo parcial, etc., podría comenzar a reducirse mucho antes la insoportable tasa de paro.

De momento, parece que está a punto de firmarse un primer acuerdo social sobre negociación colectiva, que despejará el horizonte; y los sindicatos y la patronal afirman estar dispuestos a conseguir con rapidez ?antes de abril- la reforma laboral que incluya una generalización a los actuales parados del ya existente contrato de inserción ?con un coste de despido de 33 días por año trabajado- y otras medidas tendentes a la flexibilización del sistema.

De cualquier modo, la situación general de la economía y de la sociedad ha llegado a ser tan grave que han surgido lógicas dudas sobre la idoneidad del Gobierno y de su presidente, sobre su capacidad para sacar al país del atolladero, sobre la pertinencia de que se convoquen incluso elecciones anticipadas? Incluso ha habido quien, con buen sentido, se ha dirigido al Partido Socialista en demanda de explicaciones ya que, en nuestro modelo parlamentario, son los partidos los que designan a sus candidatos a la presidencia del Gobierno. En el seno del propio PSOE, como se ha dicho, han surgido también voces en reclamación de un cambio de Gobierno que refuerce la calidad, hoy muy difusa, del Ejecutivo.
España no es Grecia

La situación objetiva de nuestro país no tiene nada que ver con la de Grecia: cuadruplicamos su población y quintuplicamos su producto interior bruto. Además, la solvencia española ante Bruselas no tiene nada que ver con la griega, cuyas estadísticas macroeconómicas no son fiables. En consecuencia, si cesa el hostigamiento de los mercados y se consolidan las actuales tendencias, lo que ha tenido visos de fin de ciclo puede acabar convirtiéndose en punto de inflexión.
El desplante de Obama y la remodelación ministerial

La presidencia española de la UE no sólo no ha allanado hasta ahora el camino al Gobierno en la gestión de sus tribulaciones internas sino que lo ha vuelto más intrincado al haberse producido la cancelación de la visita de Obama. Así, pues, no cabe esperar cambios en este sentido y sí una remodelación ministerial preveraniega, al término del semestre, que trate de explotar los primeros síntomas de recuperación y de otorgar impulso al Ejecutivo con vistas a las elecciones autonómicas catalanas de otoño, en las que todo indica que CiU recuperará la hegemonía siete años después de pasar a la oposición.
La creciente sombra de Rosa Díez

Y todas las espadas seguirán en alto: el PP araña ya seis puntos al PSOE, lo que no es una diferencia decisiva en la actual coyuntura. Y, aunque Rajoy alcanza a Zapatero en popularidad, al principal partido de la oposición le surge una inquietante sombra: el ascenso imparable de Rosa Díez, más popular ya que los dos principales líderes y beneficiaria directa del desgaste de las dos grandes formaciones políticas. La una, víctima de la recesión; la otra, de la corrupción y de la pasiva parsimonia de su líder.

https://codiario.eleconomista.es/politica/noticias/1891922/02/10/Ha-llegado-el-fin-de-ciclo-de-Zapatero.html

¡Que peñazo!