Fornes - Granada

Los recuerdos de mi pueblo es lo más importantes de mi vida, junto a mi familia, donde se forjan los sueños, donde recoges los frutos del amor de la familia, la amistad y el apego a todo cuanto me ha hecho sentirme feliz.
A partir de una edad, tuve que alejarme, vivir fuera de tu entorno de mi pueblo y de gente, pero gravé su nombre en lo más profundo de mi corazón, se enceraron en mis ojos los ojos de su gentes y la pureza que en ellos se siente, el color blanco de tus casas, las aceras limpias recién regadas, y el olor a humo de chimenea en las tardes de invierno, donde mi corazón y lápices de colores cuadernos y el eco de una canción que mi madre siempre tarareaba, me hacían tan feliz que yo con mis lápices de colores dibujaba.
En esas tardes, me acompañaba el olor a pan recién hecho, a tierra mojada rebaño y huerto, que cultivarla tierra no me gustaba, nunca se fue de mi retina el oleaje que formaba el trigo en su lejanía, olas doradas que el viento mecía, anunciando la siesta, y esa hora ,sagrada que casi todo el mundo repetía, de reposo obligado para mitigar el calor sofocante, que en la calle real de fornes hacia.
Recuerdo los cuentos de los abuelos y las abuelas, en la plaza María Gregorio mientras cosían, “camisas y pantalones” de pana que los hombres se ponían, las fiestas y festivos y los día década día, que la María y Mercedes hacían, que otras remendaba y las demás zurcidos asían.
Nunca he olvidado esa época de mi vida, la mantuve conmigo acariciando cada vivencia, que como agua de cañar colmenar, frescas he regado y cuidado, para que nunca se marchiten mi recuerdo.
No puedo dejar que se alejen los bellos recuerdos, cuando a veces intentan alejarse los busco en el espacio y el tiempo,y regresan de puntilla como pidiendo permiso a ese otro tiempo que me ocupa donde demora lo presente lo florido y sublime y que hace que se escures ca de mi mente, tanto bello recuerdo sin darme apenas cuenta.
Cuando eso ocurre, me noto vacío, como si me faltara algo que me pertenece y forma parte del alimento que me nutre, que me mantiene vivo.
El tiempo pasa inevitablemente y solemos dar prioridad al presente, pero el pasado si ha dejado huella no deja de llamar nuestra atención como niño pequeño que necesita mimos y juego.
He aquí amor por lo vivido. Me rindo ante ti pueblo querido, y ante los que se alejaron dejándome un tesoro de bondad, amor y cariño.
Me rindo ante tus casas blancas, ante la ermita de la resinera, me rindo ante tus verdes pinos, en mi memoria, que los incendio, ha derrocado lo que eran, altos firmes centenarios, han dejado y siguen sin dar piñones y productividad a la comarca.
Me rindo ante las fiestas de san José que atraen a vecinos y foráneos, ante tus noches de marzo, mas bien fríos, donde los vecinos salen a comentar como han ido las fiesta, desde la hoja medo abierta de su puerta, a compartir recuerdos sentimientos y amistad, esa tertulia tan de pueblo que en mi no se ha perdido y me evoca a mi niñez, en esas tardes noches de tertulia que me enseñaron a querer a mi tierra con amor y respeto.
Me dormía siempre escuchando las vivencias de unos abuelos, que dejaron parte de su vida destrozada por la es cases de medios de un tiempo que no fue fácil para nadie, esas noches de luna clara que iluminaba el campo y daba acicate al canto de chicharras, y pajaritos nocturnos, así como cada día, las ranas que descansaban en el los ríos y arroyos, donde tantos momentos gratos me hizo pasar y más de un susto al saltar, por sus malezas, para los cangrejos capturas.
Me rindo ante ti, ¡Pueblo querido!, ante mi patrón san José , que te da prestigio patrón tan querido y venerado por los forneños , especialmente llamado el viejo, su devoción, en ti es muy grande. que tu recuerdo no me abandone nunca, que florezca cada día, igual que los campos florecen con el agua de la lluvia.