Fornes - Granada

Hay un pueblo engañado,
que canta todos los días.
Peligran los huesos,
en un trapecio sudado,
sin apenas descansar.
Baila sola en la despensa,
se encierra sin estar presente,
se ausenta de los demás.
Tras los pórticos y ventanales,
aparece sobria de madurez,
y sin embargo se embriaga,
de la niñez del progreso,
coloquial sin querer.
Para que no sufran,
los que la quieren y no la siente.
Los recuerdos mueren y la vida se ausenta,
pero vivir es sufrir el recuerdo del pasado.
Y la soledad se pierde por falta de compañía,
ausentarse es una opción.
Con la palabra hay que mostrarse fuerte.
el género ocultado en las palabras.
La porción de seres sin reconocer,
esa mitad que no existe, no ser vulnerable,
tan fácil, como partir las cañas.
La razón impenetrable,
Informa y patalea por la razón,
contra los troncos vigorosos.
Se ha de ser como una línea sin tren,
los raíles siempre paralelos,
a las despensas proclive a desperdiciarse.
Las mesas condimentadas se cubren,
de manteles y su uso fertiliza.
Las estaciones las de la vida, que no escapa
a los azotes del tiempo.
La pared de una casa tiene frustraciones,
por donde se insertan los sufrimientos,
de los que habitan sus estancias.
Por cada ventana cerrada,
hay un mustio silencio, del que no ve nada.
Y por cada velada persona que intenta
vivir, la cantidad de deshechos prolifera,
y no hay pilar que lo sostenga.
Donde germinar la verdad en criaderos de malas hierbas
En manos de un criadero, a tientas.

Es lo que hace falta en los tiempos que estamos, que el pueblo se dé cuenta de la perdida de liberta.

Sigue escribiendo poesía.