14 DE ABRIL ,DIA DE LA REPUBLICA (Un artículo del coronel Amadeo Martínez Inglés).- Tenemos en España un rey golpista, asesino, malversador de fondos públicos, terrorista de Estado, genocida y corrupto (todo, de momento, en grado de presunción puesto que ningún tribunal español puede juzgarle y las Cortes Generales, a pesar de las denuncias recibidas, siguen en la inopia política), es decir, una perla monárquica digna de llevar ya varios años aparcada en el módulo VIP de la cárcel madrileña de Alcalá-Meco pero, como dice la vieja canción, sigue siendo el rey. Un rey, por supuesto, de vía estrecha, ilegítimo e ilegal, impuesto al pueblo español por un militarote sanguinario, rebelde y genocida, que se permitió no sólo mangonear este país durante cuarenta años como si de un cuartel se tratara sino el marcar su futuro trayendo de nuevo, por vía exclusivamente testicular (la única que su descerebrada cabeza le permitía), a la jefatura del Estado español a la vieja, desacreditada, odiada, vilipendiada… saga de los idiotizados y degradados reyes borbónicos. Y lo hizo en la persona del que, esperemos, sea el último de ellos, Juan Carlos de Borbón, quien, tras matar en el año 1956 de un certero disparo en la cabeza (en circunstancias que todavía no han sido aclaradas por juez alguno) a su competidor y hermano Alfonso, tras babear durante décadas en la bocamanga de su amado dictador Franco y después de traicionar a su propio padre (el terror de las destilerías escocesas, don Juan de Borbón), accedió en 1975 a la antigua poltrona regia española dispuesto a vivir a lo grande, a recuperar patrimonio como fuera, y a reinar ¡faltaría más! por los siglos de los siglos sobre un pueblo como el español de la época: asustado, sumiso, paciente, acomodaticio, tragón (“panem e circenses”), asexuado, patológicamente servil con el poder de turno… que, apacentado durante años tras las empalizadas de una sutil trama postfranquista enmascarada en una transición política inexistente y blindada por una Constitución ad hoc (hecha asimismo por franquistas), ha sido incapaz hasta el día de hoy de reivindicar unos derechos vilmente arrebatados en 1936, unas auténticas libertades personales y colectivas y el estatus político y social que le corresponde como sociedad europea, moderna y democrática. Sí, sí, amigos, de esto no cabe ninguna duda, en estos últimos años hemos puesto en el sombrío lugar que le corresponde al último Borbón resucitado por Franco, hemos sacado a relucir sus orgías, sus devaneos personales y políticos y hasta sus crímenes de Estado. Hemos demostrado que lo del 23-F fue un cuento chino y que lo de “salvador de las libertades y la democracia” se lo montó él solito secundado por militares cortesanos y políticos ambiciosos. Y ahora ya sabemos a ciencia cierta que este hombre, puesto por Franco en la jefatura del Estado español con carácter vitalicio y hereditario, es en realidad un “golfo de armas tomar”, un irresponsable que puso a este país al borde de una nueva guerra civil por salvar su corona, un sujeto de pésima catadura moral que durante todos estos años ha dedicado la mayor parte de su tiempo al ocio, la holgazanería más escandalosa, a gastarse a manos llenas el dinero de todos los españoles (caza de especies protegidas, turismo de elite, desmanes sexuales, caprichos deportivos…) y, encima, a ejercer de sonriente y campechano dictador en la sombra, pasándose por el arco del triunfo gobiernos democráticos y papeletas de voto. Ayudado, claro está, por la información privilegiada y reservadísima que, desde el mismo momento de su ascensión al trono, le han venido proporcionando los servicios secretos militares. Pero no caigamos en el error. El sistema político, el régimen, que este personaje “divino constitucionalmente” representa no está acabado ni muerto a día de hoy aunque esté tocado de importancia y su popularidad y su aceptación, sobre todo entre los jóvenes, esté perdiendo muchos enteros cada día que pasa y tras cada escándalo que se conoce. Todavía son muchos y muy importantes en este país aquellos que defienden y apuestan porque siga esta pantomima monárquica del juancarlismo (con la rémora de su larga y extraña familia de indolentes e indocumentados) y que, al socaire del chantaje y el trágala que significó la llamada “modélica” transición del franquismo a la democracia y beneficiándose a título personal y partidario de la larga, larguísima, etapa de corrupción y degradación moral y social que ésta ha traído consigo, tratan por todos los medios de desactivar, de ningunear, de esterilizar las lógicas ansias de libertad y cambio, de verdadera democracia que, desde hace ya algún tiempo, han comenzado a florecer con verdadera fuerza en el seno de la sociedad española. Sí, sí, por supuesto, amigos, el camino hacia la Tercera República española es irreversible y llegará más pronto que tarde… pero antes, los que suspiramos y luchamos por ella, deberemos demostrar que somos inteligentes, perseverantes, solidarios, trabajadores, valientes, idealistas, y, sobre todo, desinteresados, nada egoístas y dispuestos a integrar nuestro pequeño mundo partidario o asociacionista en un gran proyecto común de ámbito nacional. Capaz de medirse con los dos grandes partidos que en la actualidad detentan el poder en España y que no dudaron en su día pignorar sus ideales, sus banderas, sus principios y hasta sus muertos, por las canonjías, las prebendas, las poltronas, los pelotazos y las corruptelas de todo tipo que ese poder lleva consigo. Pero no nos engañemos, la III República española, la ya famosa y esperada “Tercera”, la heredera de aquél legítimo poder político y social arrebatado al pueblo español en 1936 por la fuerza bruta de la rebeldía y la traición, todavía a día de hoy, a 14 de abril de 2010, cuando se cumple el 79 aniversario de la proclamación de la heroica y sacrificada “Segunda”, no es, desgraciadamente, una fruta madura. Y serán necesarias todavía largas y tediosas jornadas de trabajo y sacrificio, de lucha política y social, de esfuerzo y dedicación, de esperanzas compartidas, de ilusionados horizontes… para que por fin pueda caer sobre la fértil tierra de este permanentemente sacrificado e insatisfecho país y pueda servir de alimento inigualable para satisfacer el hambre de verdadera democracia, de auténtica libertad, de justicia social, de solidaridad y de trabajo justo de millones de ciudadanos españoles. En este 79 aniversario de la proclamación de la Segunda República española, una fecha memorable de la historia del siglo XX español, debemos los republicanos ser conscientes de la verdad incuestionable que acabo de expresar, dejarnos de euforias pasajeras y viscerales y abrir el camino cuanto antes (aparcando con resolución a la vera del mismo los personalismos, los taifas partidarios, los egoísmos de grupo, el ratonismo ideológico, el miopismo político, el afán exclusivista de aquellos que se sienten pioneros en un proyecto que es de todos y para todos…) hacia el gran proyecto republicano español, hacia el gran Partido Republicano que nos está esperando, hacia el amplio movimiento político y social que en muy pocos años, con el oportuno catalizador e impulsor del cambio que en estos momentos representa el total desgobierno de este país, la corrupción generalizada y la brutal crisis económica que padece, nos pueda llevar a dar la bienvenida, con lágrimas en los ojos y el corazón henchido, a la nueva, a la verdadera, a la única, a la esperanzadora… ¡TERCERA REPÚBLICA ESPAÑOLA! |