Carataunas - Granada

Había una vez, en tiempos de un rey muy lejano, una mujer del pueblo, muy vocinglera y peleona. Había pasado mucho tiempo desde que sus padres habían dejado las míseras tierras donde ella había nacido, huyendo de rencores familiares, y se instalaron en una población cercana, aunque muy distante por lo difícil de los caminos de aquellos tiempos.
Pasaron muchos años, la niña se hizo moza, se caso y se fue a trabajar fuera, perdiendo ya todo contacto con aquellas tierras que le vieron nacer. Trabajó fuera de su país, con su marido, hasta que decidieron volver ya mayores, pendientes de pagas y jubilaciones, que le pertenecían por el trabajo en aquel otro reino, más ordenado que el suyo.
Con los ahorros de sus trabajos, en el aledaño donde vivían, montaron una venta que les trajo pingues beneficios. Al cabo de los años, su jubilación era una recaudación constante, sus locales, sus pisos, sus tierras, sus pagas, todo eran ingresos, solo tenían que poner la mano extendida todos los meses para que se les llenara de dinero.
Dinero negro en su mayoría, aunque ella no quisiera saber lo que era eso, no quería darse por enterada, pero cobraba alquileres sabrosos, todos los meses, en la comarca y en la capital, que pasaban a engrosar directamente su saneado colchón.
Aún así, proclamaba, a voces, como siempre, “Por que nosotros somos pobres”; su marido hombre mas apocado también manifestaba cuando podía “Por que nosotros los pobres…”
El poder que sentía le daba su dinero escondido la hacía tirana y falsa con los demás, no le importaba nadie, y era capaz de cualquier cosa para tener mas dinero.
Tanto era así que llegó a ejercer casi profesionalmente de falseadora de testimonios. Se ofrecía al mejor postor, cobraba por sentenciar con su testimonio falso, juicios de propiedades a favor de unos u otros sin el menos escrúpulo. Como vio que funcionaba bien empezó a arreglar esos testimonios para otros, apañar testigos pagándoles… a organizar propiedades y terrenos según su antojo o, mejor dicho, según el antojo del dinero que recibía.
Pero todo tiene su fin. Como el número de sus víctimas iba creciendo, al final coincidían, hablaban, comentaban, y la encontraron siempre a ella como falso testigo, o como director de orquesta con aquel pastor, con aquella prima, con aquel borrachillo…
Y decidieron unirse, buscaron un detective que la investigara a ella, al abogado ese con el que siempre actuaba, y empezaron a descubrir muchas cosas. Mientras seguían luchando por la realidad de las propiedades que ella contribuía a robar con su impune falso testimonio.
Empezaron por descubrir que su abogado ya tenía un pasado turbio, que ella ingresaba ingentes cantidades de dinero defraudando a su estado…
Esperaron, recabaron datos, cada vez más y más.
La codicia de ella era inacabable, su amigo abogado, manso artero, que engañaba fácilmente a sus presas.
Hasta que cometió el error final, lo intentó para ella misma.
Quiso apropiarse de unas tierras que no eran suyas, pago testimonios falsos y se vio envuelta en interminables procesos que salieron fuera de los límites de su nación.
Fue conocida y se investigaron sus ingresos, su capital, sus propiedades y poco a poco se vio envuelta en una serie interminable de denuncias e investigaciones que llevaron todos aquellos a los que había perjudicado por dinero, y cuyo objetivo no era dañarla a ella, solo recuperar lo suyo legitimo, lo heredado, lo comprado…
Así finalmente acabó por conocer su declive económico arrastrando con ella a los otros implicados, pagadores codiciosos de los bienes ajenos y abogados cómplices que urdían la trama…

Raro cuento alpujarreño,a saber donde está la moraleja,a saber por quien se escribe esto,a saber...

Está bien escrito, vamos que podría escribirse una novela entera con este cuento.

Gato, ¿Tan necesario te resulta conocer, poder señalar en tu mente a personas, que encarnen situaciones como la descrita, poderle poner nombres y apellidos, separar culpables o inocentes?
¿Alejarte de tu posible conciencia, para poder señalar a otro y así no tener que analizar tus propios errores?
No te empeñes en buscar a quien poder cargar con el protagonismo del cuento, podemos ser todos o ninguno. No hacen falta nombres de culpables, hacen falta cambios en las mentes, en las conciencias, en la tuya, en la de tu prima, en la del cura, en la del alcalde, en la del abogado, en la mía.
Los cuentos, son cuentos, las moralejas es mejor deducirlas cada uno, tener esa independencia mental.
La Alpujarra es muy grande y muy pequeña, puede ser en cualquier lugar, cercano a ti o lejano, los personajes pueden ser ficticios o casi reales, inventados o reflejos ¿Tanta importancia tiene eso?
Lo realmente importante es que éstas cosas han sucedido, suceden y puedo soñar que dejaran de suceder.
Esa es mi utopía personal.

Es que aqui no se puede escribir nada sin que se te echen encima?.Normalmente en este foro se escribe señalando a alguien,mi comentario era a saber a quien,sin mas,pero,si tanto le he molestado señor/a no registrado,acepte mis disculpas.