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El veto del burka divide a los magrebíes que viven en Cataluña

Quien piense que el colectivo magrebí en Cataluña tiene una postura monolítica sobre la restricción del uso del niqab y el burka se equivoca. La decisión del Ayuntamiento de Lérida –aprobada ayer con los votos del PSC, CiU y el PP– de prohibir el velo integral en los equipamientos municipales ha puesto de manifiesto las profundas divergencias existentes entre las asociaciones laicas de inmigrantes magrebís, favorables al veto del niqab, y las entidades confesionales musulmanas, contrarias a esa prohibición.

Para Mohamed Alami, secretario general de la Asociación de Amigos del Pueblo Marroquí (ITRAN), la decisión del Ayuntamiento de Lérida "es acertada". "El niqab y el burka son vestimentas que no se deberían tolerar. Por una cuestión de seguridad y porque son el símbolo del discurso radical salafista que se está expandiendo en Cataluña y al que hay que poner freno". Alami, que insiste en que la inmensa mayoría de musulmanas que viven en Cataluña son contrarias al uso de esas prendas, se felicita por el hecho de que al fin una administración pública se decida a actuar sobre el tema.

En un sentido muy parecido opinó ayer el presidente de la entidad árabe Atlas de Lérida, Omar Charah: "Se está imponiendo mucho la corriente radical salafista, que dificulta la integración y la convivencia".

Verse las caras

El presidente de la entidad de inmigrantes Ibn Batuta y diputado del PSC en el Parlament, Mohamed Chaib, se mostró claramente partidario de la prohibición del niqab en los espacios de titularidad pública. "Si yo fuera profesor en una guardería me gustaría poder ver la cara a la madre de mis alumnos", argumentó. Pero no todos se atreven a criticar el niqab a cara descubierta. El líder de una asociación de inmigrantes originarios de un país musulmán asegura "estar absolutamente en contra de esas prendas». «Pero por favor no pongas mi nombre. Si saben que he dicho esto me matan. Aquí hay gente muy radical", añade en tono grave.

El discurso es opuesto en las asociaciones religiosas, en especial las de los salafistas, la rama ultraortodoxa que impulsa el uso del velo integral. Said Hamduni, coordinador de la mezquita de Reus y uno de los líderes de la corriente en Cataluña, mostró su rechazo: "Todo el mundo tiene derecho a vestir como quiera. Unos van tapados y otros van enseñando". Hamduni reconoció que su esposa usa el velo integral. "Lleva niqab y va a comprar y al médico, y no tiene ningún problema", explicó.

En Lérida, Abderrafie Ettalydy, presidente de la entidad cultural Magrebeida, rechazó el veto municipal por "precipitado", aunque aclaró: "Hay que respetarlo".

El imán provisional de la mezquita de la calle del Nord de la capital del Segre se limitó ayer a advertir a los fieles, en el rezo de los viernes, de que pueden tener problemas si sus mujeres llevan burka o nikab al ir a locales del ayuntamiento.

Fastidio y acatamiento

Tras el acto, el portavoz del templo, Housein Kuiten, expresó lo que siente la comunidad del mayor centro religioso islámico de la ciudad: "Claro que estamos molestos con la moción del Ayuntamiento de Lleida. A cualquiera le duele cuando le tocan lo suyo, su religión". "No aceptamos la norma, pero lo cumpliremos. No polemizaremos, que es lo que quiere mucha gente. Somos tolerantes y lo hablaremos en la asamblea de las religiones", aclaró Kuiten, que asegura que no hay mujeres con burka en Lérida y que hay solo seis con niqab. Remata su explicación con un refrán: "La desgracia se ve muy grande, pero el muerto es un ratón". La Unió de Comunitats Islàmiques de Catalunya, por su parte, apeló al Corán para justificar el uso del velo integral y advirtió contra la posibilidad de que la prohibición de Lérida cree un precedente.

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