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La comadrona del pueblo

Poblacion:
España > Cuenca > Villaescusa de Haro
La comadrona del pueblo
¿Cómo se llamaba la hermana Fili? ¿Cuál era su nombre completo? ¿Fili?
La historia de las mujeres de Villaescusa debería empezar con ella. No hay muchas cosas que contar, pero su recuerdo es imborrable. Era la partera del pueblo, la heredera del saber antiguo que se transmitía de mujer a mujer desde los tiempos más remotos. Su figura adquiere mayor dimensión cuando se conoce lo que le ocurrió a sus hijos.
La gente de mi edad tardamos mucho tiempo en conocer su desgracia.
La historia de esos años, todo lo que había ocurrido en el pueblo durante la guerra se estaba olvidando o, quizá sin mala intención, se tergiversaba para hacerla más amable, para no hurgar en las heridas.
Entonces surgió lo de la memoria histórica en la vida política. Ya se venía haciendo pero no había llegado a los telediarios y sobre todo no había estado tan cerca del pueblo hasta que llegó la exhumación de los restos de prisioneros del monasterio de Uclés. Allí habían muerto hombres de Villaescusa. Algunos cadáveres habían sido reclamados por sus familiares y recibido cristiana sepultura, otros esperaban aún a ser desenterrados.
Hay gente en contra de esta recuperación de la memoria histórica. Mejor olvidar, dicen. Hacer borrón y cuenta nueva. No remover las heridas, no hurgar en ellas para que no duelan. Sin embargo hay otras personas que piensan lo contrario: que las heridas no se curan ignorándolas sino reconociéndolas y destapándolas para poderlas curar.
A mí me duele el recuerdo de la hermana Fili. Pero es un dolor dulce. Pienso en ella y siento una infinita compasión por el dolor que debió sentir.
La recuerdo sentada en su puerta en silencio o caminando sola por la calle, ágil, vestida de negro y llevando por los hombros una toca negra de lana.
Era pequeña y delgada, aunque la falda larga, de vuelo, hacía que abultase. Tenía la cara llena de arrugas y el pelo gris, casi blanco, recogido atrás en un moño. Cuando yo llegué al mundo ya se le debían haber secado las lágrimas, las chicas no la vimos nunca llorar. Aún puedo oír su voz. Era suave, dulce, humilde, pero de una gran firmeza. La imagino diciendo a la gente que iba a llamar a su puerta: “Ahora mismo voy, que pongan el agua a calentar”.
La imagino también, sacando de su faldiquera las tijeras para cortar el cordón umbilical que nos unía a nuestras madres. O mirándonos después a todas, por la calle, como su obra, las vidas que ella había ayudado a traer al mundo.
Nunca la oí quejarse. Tampoco reírse. Casi siempre estaba en silencio.
Desde aquella conversación, desde que me dijeron lo de sus hijos, empecé a verla como una imagen de la virgen en Semana Santa.
Y a ella, además, se le negó el consuelo de tener en su regazo sus cadáveres. Lo más probable es que permanezcan sepultados en fosas anónimas.
Aún así, cuando pienso en la hermana Fili, me viene el recuerdo de la Piedad de Miguel Ángel, esa virgen sentada con el cadáver de su hijo en brazos.
Enviado por: Luz gonzalez | Ultima modificacion:09-03-2008 14:40
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Foro-Ciudad.com - Ultima actualizacion:15/01/2020
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