Comienza la temporada de niscalos Hoy, 5 de noviembre de 2012, he comenzado a coger, lloviendo, rebollones en la Garrofera de Guadasuar, Valencia, por encima del canal y del área de recreo. Se espera buena temporada. Aparecen entre las matas. Si los buscadores de rebollones se comportan y respetan la naturaleza la temporada será larga. La fotografía no es mía aunque es una buena muestra de esos deliciosos níscalos que con las lluvias se harán patentes en nuestros montes. Los de la Muela y la Hoz en Pinarejo, Cuenca, suelen venir más tarde. Poesía: Dos de la tarde ya pasadas en Guadasuar en una partida denominada La Garrofera donde los níscalos han venido a crecer entre matas de coscollos, pinos y maleza. Llegar a este espacio rural delimitado por un canal de agua y una estrecha senda y provistos de una cesta y de una navaja como herramientas pasearse el monte de arriba a bajo a la búsqueda incansable de esas deliciosas setas. Es la vista la que escudriña y la que los encuentra allí donde a duras penas el follaje deja ver la superficie de la tierra. Hombres y mujeres avanzan por el monte, rastrean y al menor indicio se lanzan sobre su presa que impasiva ante la presencia humana nada ni bueno ni malo de ellos espera. Nos abre el monte su alma compuesta de silencios descomunales, rotos, por algaradas de cánticos espirituales y nos vamos a la búsqueda de tan extraordinaria orquesta allí donde espacios tomados por soles se muestran tal y como y como acostumbramos a llamarles con el nombre de naturaleza. Acariciante la luz busca mi cuerpo y lo impregna de ansias de vida que se fijan a mi chaqueta y cuando ya de camino hacia mi casa miro por el retrovisor hacia el lugar en el cual me llené de tantas y tantas presencias me quedo como único recuerdo con el silencio mutado por la hojarasca cuando revota y cae sobre la tupida hierba. Autor de la poesía: José Vte. Navarro Rubio |