Casas de Guijarro - Cuenca

Hoy vengo a descansar, porque no hay nada más agotador que ir a Madrid a arreglar papeleo. ¡Vaya día!, y lo peor es que ya son seis o siete los que he invertido para gestionar el contrato y el cese de mi último empleo y, hoy, para la firma de un nuevo contrato. Parece que vivo en el más allá, pero no, lo que pasa es que todo lleva mucho tiempo. Lo primero es conocer el horario de los trenes o los autobuses pero claro, como yo siempre me muevo en turno de tarde-noche, se me escapan los horarios matinales. Ya sé que hay dónde consultar, pero eso también lleva su tiempo, de modo que yo salgo de casa y ¡que haya suerte!. Pero no. Siempre se me escapa el bus, no sé cómo me las apaño, de modo que esta mañana decidí probar suerte en la Renfe y, para mi sorpresa, sólo tuve que esperar diez minutos y hasta pillé asiento libre en el tren. Durante el trayecto fui charlando por teléfono con papi (que yo creo que está liado con la de Lugo y por eso pasa tanto tiempo fuera) y se me hizo tan corto el viaje que casi me paso de estación, pero no. Me di cuenta a tiempo. 40 minutos duró el viaje (no está mal) y yo seguía hablando con papi, y como hace mucho tiempo que él no viene a Madrid, me pidió que le hiciera una foto de las cuatro torres (Business Área) que construyeron en el terreno de la antigua ciudad deportiva del Real Madrid, porque papi es merengue y le tiene cariño a la zona, de modo que como estaba allí cerca, me hice un selfi de esos con las torres de fondo y se lo mandé. Después ya le colgué. Es que no se cansa… ¡luego dicen de las mujeres!. Llegué a las oficinas, no voy a decir de donde, y me presenté en recepción para comunicarles que ya había llegado para firmar mi contrato, con tan mala suerte que me dicen que el personal está reunido y que tengo que esperar. Eran las 11:20 minutos y yo ya estaba muerta de hambre porque había desayunado a las 7:30. Dudé en si bajar o no a tomar algo mientras el personal estaba en su reunión, pero decidí que no, por si terminaban pronto. En un asiento cercano había otra mujer esperando y, cuando sonaron mis tripas, volvió la cabeza. ¡Que vergüenza! La pobre, para consolarme, me dijo que ella se sentía igual, pero no lo creí. Nadie sabe lo que sufro yo cuando tengo hambre: es una sensación como que el intestino grueso se está comiendo al delgado, así , sin masticar ni nada, y digo que es el grueso porque lo sé, porque ese come más que el otro y por eso es más gordo, porque si no, no tendría sentido, ¿no?. Y ruge… A veces me asusto cuando lo oigo porque creo que un día me engullirá del todo y seré solo eso, un intestino;:el grueso. ¡Y duele!. Yo creo que es porque el delgado se defiende y luchan entre ellos y, en esa batalla, se golpean hasta que el grueso pone al delgado contra mi columna vertebral y ya no tiene escapatoria y, ¡alaa, pa dentro!. Pero el gordo no tiene suficiente con eso y sigue haciendo ruidos para indicarme que le de algo. ¡Pues te tienes que esperar!, le dije, que el personal está de reunión. Y esperamos, ¡vaya si esperamos!. Hasta las 13:15 no terminó la reunión. La señorita de recepción me preguntó si era yo la que tenía que firmar y avisó a otra señorita para que me atendiera. Me llevaron a uno de los despachos y se puso a buscar… ¿cómo has dicho que te llamas?. Se lo dije. Siguió buscando. ¿Para qué lugar? También se lo dije. Busca y busca y vuelve a buscar. ¿Que turno? !Y se lo dije. Se lo dije por cinco veces: nombre, lugar, turno…) pero no encontraba mi contrato. ¿Estás segura de que te hemos llamado? No. He venido porque tenía ganas de dar un paseo.
Entre los golpes de mis intestinos, el tiempo que estaba perdiendo y la señorita que no se enteraba de nada yo estaba ya empezando a sentir un mareo extraño. Me metí un caramelo en la boca para que el grueso se calmara y le expliqué a la señorita, por sexta vez, que me habían llamado para que fuera a firmar mi contrato en el turno y lugar que ya le había dicho seis veces. Que la señorita fulanita formalizó la aceptación y que el señor X me había llamado el día anterior para que fuese hoy. ¡Ahhhhhh, espera! Me dijo. ¡Si es que si no te hacen esperar no están contentos!. Llamó a un compañero y le explicó y, afortunadamente, era la persona que me había llamado el día antes, de modo que sacó mi contrato, nos fuimos a otro despacho, lo leímos, aclaré mis dudas, firmé y me marché de allí. Me metí en el primer bar que encontré, me moría de hambre… casi ni me salió la voz cuando le pedí a la camarera: una caña. ¿No prefieres una copa fresquita?. Sí, mejor, una copa fresquita… Yo sabía que me iban a poner un aperitivo y no pedí nada de comer, de modo que cuando me puso la copa delante y, mientras me servía la tapita, le metí un buen trago a la cerveza. ¡No os podéis imaginar cómo se puso el grueso!. Mi cuerpo se dobló del dolor, ¡como si yo supiera que lo que quería era comer!, pero es muy impaciente el jodío. Por fin, un platito de patatas con una salsa que parecía alioli, pero que no era, y que para mi sorpresa, llevaba trocitos de salchichas. El grueso me decía por lo bajito: pide pan, pide pan. Pero me dio vergüenza… El bar estaba lleno de señores trajeados que me miraban con cara de estar pensando que yo estaba muerta de hambre. ¡Y lo estaba!, pero no pedí pan para mojar en la salsa. Mi intestino aún no me lo ha perdonado.
Y salí del bar más mareada que cuando entré porque la copa de cerveza era más grande que yo y me la había bebido toda. Me encendí un cigarro de camino al metro porque tenía que ir al centro a recoger el contrato de otro trabajo que hice allá por enero y que, como las cosas de palacio van despacio, no me lo habían dado aún. Me hice otro selfie y llamé a papi para que me acompañara al teléfono durante el camino. Tenía que hacer un transbordo en Plaza Castilla y, dicho sea de paso, hacía años que no utilizaba esa línea. ¡Lo que han currado allí!. A la planta -4 tuve que bajar para cambiar de línea y, como casi siempre pasa en todas las estaciones, la escalera mecánica de bajada estaba estropeada. ¡No bajé escalones! Se lo iba contando a papi, que nunca había visto unas escaleras tan largas en ninguna estación de metro. Cuando bajé la última, para que papi me creyera, me senté en el último peldaño y me hice otro selfie con la escalera de fondo. Pero no cabía en la foto, de modo que tuve que colocar el teléfono el el suelo y así pillé la escalera y mi papada.
La salida en la estación de destino también tiene guasa, y ahora tocaba subir. Yo iba ya sin fuerzas, pero mira tú que me encuentro un ascensor. ¡Chachi! Justo se abrían las puertas y salieron unas veinte personas de allí, y cuando voy a entrar yo, de repente, una multitud me empuja dentro y me dejan completamente inmóvil. Hasta sin habla me quedé, cosa que asustó a papi y se le escuchaba a través del teléfono: cariiiiii, ¿me oyes?. Se ha cortado…. Pero no, lo que se había cortado era mi respiración. La pena es que como no me podía mover no pude hacer un felfie para que papi me viera en aquél lamentable estado. La salida del ascensor fue como un aspersor: ¡pssssssssss, tos pa fuera!.
En la calle lucía un sol divino y hasta hacía calor, así que me quité el abrigo y me puse las gafas de sol. Tomé rumbo al hospital y, de camino, le pregunté a papi si quería un selfie con el Pirulí de fondo (no sé por qué me ha dado a mi ahora la tontería esa) y me dijo que sí. Pues venga… en una esquina, al lado de un semáforo y frente a un restaurante, cargada con el bolso, una carpeta y el abrigo, me coloqué (disimulando, claro) y estuve buscando un buen rato en la pantalla del teléfono hasta que localicé el Pirulí. Con las gafas de sol y éste reflejando en la pantalla cuesta ver lo que hay en la imagen, ¿o no?. La gente que comía en el restaurante me miraba…. Todo el mundo se estaba dando cuenta de que me iba a hacer una foto, así que me coloqué como pude, situé el Pirulí tras de mi (que se veía muy alto y muy cerca), disparé y me largué de allí. Cuando llegué al hospital no tuve que esperar mucho, afortunadamente, y recogí mi otro contrato. Eran ya las 15:05. Yo pensé que mi intestino se había muerto de hambre porque ya no daba señales de vida, y con papi al teléfono emprendí el regreso a casa. El viaje no se dio mal y a las 15:20 estaba en Legazpi pero me tocó esperar el bus, así que maté el tiempo (después de matar de hambre al grueso) haciéndome selfies con el matadero de fondo. ¡Que matanza!. Esto parece una peli de terror.
Y llegó el bus, y durante el recorrido fotografié el río para que papi viera lo seco que estaba, y como yo también estaba ya seca de tanto hablar, le colgué.
Cuando llegué a mi pueblo, antes de subir a casa, compré una barra de pan, y creo que fue al olor de esté cuando el intestino volvió a dar señales de vida. Yo venía agotadita, pensando en dormir una siesta antes de comer pero el intestino me suplicó: por favor… un poquito nada más y después te acuestas. Y le hice caso, y empecé a pensar en ese gazpachito que había dejado preparado… El grueso daba botes de contento. Y me serví (un poquito), y migué pan (un poquito), y después mojé otro poquito, y…. cuando me di cuenta, me había comido la barra de pan. Quedaba un culito nada más. ¡Si me ve mi madre! Yo que le quito el pan a ella porque come mucho… Ya me sentía llena, pero me apetecía algo dulce después de la caminata que me había dado, así que me fui a por el chocolate y me lo comí con el pan que quedaba. El intestino se durmió mientras yo me fumaba un cigarro y le enviaba las fotos a papi y… ¡qué chasco!. Ya decía yo que veía el Pirulí muy cerca…. Allí estaba yo, al lado del semáforo y, detrás, una gran farola. Pirulí que te vi, pero te perdí.
Y aquí estoy, descansando y aliviando las agujetas de las piernas. No he preparado ni café, ni colacao, ni mojitos ni ná de ná. Si alguien pasa por aquí y estoy dormida, que no haga mucho ruido, por favor.
Buenas nochesss.

Mi querida Frutis, tienes una paciencia envidiable. Yo no sé si habría sido capaz de leerlo entero, ja,ja,ja.

Otro día que me sienta de buen talante inventaré algo más divertido.

Y hablando de otra cosa, ¿dónde anda la peña?

¿Y el tito? Espero que no se haya vuelto a marchar a Cuba, que allí se nos pierde... como papi.

Hola family buenas tardes.. Una narración perfecta genial a la vez que real con sus comas puntos y exclamaciones así es nuestra mami de ingeniosa y si se decidiera hasta podría escribir un libro,yo ya se lo digo pero ella no esta por esa labor,parte porque no tiene tiempo para escribirlo ya que en su agenda hay pocos huecos para atender otros menesteres de los que ya tiene y por ello yo la digo..Que es un Cielo sin fin,dulzura y naturaleza,es la flor que en un jardín,resalta por su grandeza.. Bueno ciao family hasta otro momento.. Salutis per tutis...

¡Vaya, vaya! Papi ha dado señales de vida

¿Has plantado a la de Lugo y has vuelto al hogar?

Vuelves muy zalamero y yo me pregunto por qué será; no sé si es porque yo soy buena o es que tú te has portado muy mal

Me alegro mucho de que hayas venido a vernos porque esta casa se ha quedado sin papi, sin tates, sin titos... Vale que de vez en cuando pasan las vecinas a quitar el polvo porque ni Marifrutis ni yo estamos para esos menesteres.

Y digo yo, papi... ¿recuerdas cuando tú ponías la letra y yo la música?. Antes nos entreteníamos con cualquier cosilla y llenábamos el foro de risas pero no sé que nos está pasando que cada vez estamos más perezosos y, poco a poco, la familia se ha ido desintegrando. ¡Que difícil es eso de mantener a la familia unida! Pero no quiero que te sientas obligado, papi. Sabes que no puedo enfadarme por tus largas ausencias y que siempre me alegro cuando pasas por aquí aunque papi solo hay uno y a ti te encontré en la calle.
Creo que hasta nos has adornado la página con unos puntitos azules; gracias, lo aceptaremos como un pequeño regalo comparado con el regalazo que ha sido tu visita.
Besitos y cuídate, no vaya a ser que a las niñas les de por hacernos abuelos y tengamos que cuidar de los nietos.

Sois geniales, amigos.




Muaccccccssssss