Casas de Benítez - Cuenca

Esta vez la conversación queda "sin asunto" por voluntad propia. No sé qué título ponerle. El hecho es que la muerte de una persona de cincuenta y cuatro años es inmerecida. No es ley de vida. Quién iba a decir que en tan poco tiempo, en sólo veinte días que fue la última vez que le ví y que su cara reflejaba, por lo menos, alivio, al pensar que al operarle le quitarian los dolores y las molestias, en tan sólo estos días, que para él habrán sido más largos que para mí, haya perdido la vida. Hoy, al verle, no he podido evitar pensar en el trato que me dió desde que llegué al pueblo. Era un hombre de pocas palabras, pero no hacían falta muchas más. Todos le conocíais, no hace falta que me extienda. Le echaré de menos, sobre todo cuando vea a sus amigos de cena de los domingos y fiestas de guardar, alguna que otra he compartido con ellos. Lo siento mucho Juan.

Me uno a ese pesar,E.P.D.