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07-10-12 18:41 #10634858
Por:Antonio Escobar Ruiz

Carta de un policía antidisturbios a los manifestantes
"Carta de un Policia...

Querido manifestante, déjame felicitarte por lo de ayer.

Te portaste como un valiente, te ganaste a base de insultos y amenazas camuflado en la masa el respeto que como manifestante pacifico te mereces, cumpliste a la perfección el encargo de descargar tu ira contra los policías que te hacían, te obligaban, incluso a porrazos, y pelotazos, con la ley que tu mismo, tus padres o abuelos, a lo largo de los últimos años, y en todas las elecciones has querido para ti, esa misma ley que tanto invocas, y con la que se te llena la boca, al pedir tus derechos, incluso por encima de los de los demás, derechos que muchas veces te inventas desde tu más absoluto desconocimiento e ignorancia, muchas veces bajo la premisa de la inconstitucionalidad, aunque lo más cerca que hayas visto la constitución es en los decorativos mensajes de las puertas de los retretes de bar de barrio.

Estimado manifestante, dices que la policía está para intimidar, montar follón, incitar y exaltar, pero es lo único que queda cuando me pongo enfrente de una población de borregos que se levanta de la cama como zombis y acude a manifestaciones sin saber que son ilegales, porque en este caso era completamente ilegal, no como muchas veces tu confundes ilegal con no comunicada, y pese a todo, pretendes que se trate como un honrado ciudadano, eres un delincuente, y ese termino lo acuña la academia de la lengua, te define perfectamente como una persona que acude a un sitio a cometer un delito ¿has oído alguna vez hablar del riesgo asumido?, por supuesto que no, solo sabes de cubatas y porros.

Ayer estaba en el congreso, frente a ti, integraba el dispositivo policial creado, con tu dinero, para hacerte cumplir las leyes, esas leyes que tu has votado, y que si quieres cambiar, tienes que hacerlo en el marco de una legalidad vigente, pero tu no sabes de legalidad, solo de consignas sindicales marxistas-leninistas que te llenan la boca, o más bien, llenan la boca de tus pastores y tu las repites como un zombi.

Como estuve allí vi lo que vi, vi la misma gente que hace 8 años cobraba 3000 € por poner ladrillos, se hipotecaba por el 120% del valor, se compraba el BMW y se iba de vacaciones a Punta Cana, esa gente que aborregada en los últimos 8 o 10 años, ahora seguía aborregada pero al dictado del pastor.

Y tu borrego-manifestante no entiendes de edades, eras desde un jubilado hasta un pobre niño de 10 años que acompañaba a su padre desesperado por el mundo que el ha creado y ahora no quiere.

Hace no mucho os veía reír cuando veíais a unos y otros robando a manos llenas, os reíais porque teníais la cartera caliente y la boca fría, ahora lloráis, porque tenéis la cartera fría, y eso os calienta la boca.Me acusas de no defender al pueblo, pero lo que tu no entiendes es que el “pueblo”, no eres tu y tus 150.000 hostigadores, yo no defiendo al pueblo, yo cumplo y hago cumplir la ley, es algo que tu no entiendes y como tu dices, lo entenderás “a sangre y fuego”, no dudes que al final lo entenderás, por mucho que te cueste o te duela, que te dolerá, te lo aseguro, porque una de las pocas verdades absolutas que existen es que la letra con sangre entra.

Querido manifestante, sigues siendo el mismo borrego que cree que solo tiene él derechos, que el congreso le representa solo a él, y que como te ves arropado por la manada eres anónimo y puedes hacer lo que quieras, pero no te preocupes, que para instruirte en el arte del derecho, ya estoy yo, te he visto muchas veces y se lo que vas a hacer, no te protejo, te vigilo, te vigilo para que no entorpezcas el buen funcionamiento de las instituciones, y eso lo dice la constitución, esa que tanto invocas en tu defensa, y que ahora, ya cansado quieres cambiar, sin saber ni siquiera lo que dice.

Tengo ojos y veo, también leo, y utilizo los medios coercitivos con los que el Estado (tu a través de tus representantes) me has dotado para defenderte de ti mismo, no dejas de ser un especulador a pequeña escala, a la que te permite tu corto entendimiento, eres el peón de un amo invisible, del que se oculta tras unas consignas pseudo anónimas, al que manipulan y obedece.

Yo se lo que hago, se por que lo hago, y me pagan por hacerlo, y lo seguiré haciendo.

Querido manifestante, debes de sentirte muy valiente sabiendo que la masa te oculta, te invito a que te pases por cualquier comisaria y digas que fuiste tu el que me insultaba ayer, el que me tiraba vallas, el que me lanzaba piedras, el que quemaba contenedores, el que quería meter un camión de bomberos en el congreso, así se demostrará tu intención de cambiar el mundo pacificamente.

Se que lo que te digo no es “políticamente correcto”, pero es la verdad, no eres más que un zombi amansado por la mano invisible del que quiere lo imposible, del que te ve desde lo lejos y se ríe.Que duermas caliente, porque desgraciadamente es lo único que te espera con tu actitud.

Fdo. un policía sin número"
Puntos:
07-10-12 18:52 #10634883 -> 10634858
Por:Antonio Escobar Ruiz

RE: Carta de un policía antidisturbios a los manifestantes
La mayoría de los policías del foro aplaudían la carta de este antidisturbios "Sin número" (muy legal por cierto...) pero un agente de la Guardia Civil le responde con la siguiente carta:

"CyHe (Guardia Civil)

Aquí este señor refleja el sentir de una buena parte de los Cuerpos de Seguridad del Estado, aunque afortunadamente no de su totalidad. Espero que la firma sea tan sólo una mediocre licencia poética y que no represente su práctica habitual cuando viste el uniforme (suponiendo que pertenezca a uno de los cuerpos mencionados; que conste que esto no es necesario para dar en el clavo con ese sentir general).

Aunque, dados los sentimientos plasmados, no puedo más que inclinarme a pensar que así es.

Dejémoslo, no es el tema; además, no está bien emitir un juicio así sobre nadie tan sólo sobre la base de un escrito.

No todos los policías nacionales son, ni mucho menos, como ese antidisturbios que aparece en uno de los vídeos del asalto de la policía a la estación de cercanías de Atocha, que amenaza con agredir a un periodista cuando, ante el abuso de poder al que se vieron sometidos los usuarios del tren, se atrevió a pedirle su identificación.

Y es que, hombre de Dios, ¡qué atrevimiento! ¡A quién se le ocurre! Lo que le haya pasado, él se lo ha buscado. ¿No es verdad, buen policía? Te hablo a ti, al que has escrito esta carta. Pero aún es pronto para jugar con la familiaridad de la segunda persona.

Este señor nos dice que nos va a instruir en leyes, en el "arte" del derecho. Con lo que se referirá, supongo, a ese carácter de técnica que el derecho tiene, esa "ars" que se decía antiguamente en nuestra Europa católica (palabra de la cual hemos obtenido nuestra actual “arte”), derivada de la "téchne" griega, y que mienta no tanto un hacer manual cuanto el saber que guía dicho hacer; eso sí, sin desligarlo de ese mismo hacer.

Es interesante el juego etimológico aquí, incluso aunque haya pasado inadvertido al propio escritor, pues pone de manifiesto justamente eso de que la ley no es sólo palabra escrita.

Porque palabra escrita es esto también, plasmado en este foro, pero esto no vincula de la misma manera que lo hace la ley; además, esto no se "efectúa" en el mundo con la misma técnica: aquí se escribe algo y se lee; la ley, en cambio, se hace realidad, como bien insinúa en cierta medida el misterioso policía, haciéndola valer por medios coercitivos.

No nos pongamos a lloriquear aquí y a indignarnos; esto es así. Lo dicen incluso esos ilustrados que se consideran hoy los padres del pensamiento que ha llevado al Estado de Derecho (que es otra forma de decir al "Imperio de la Ley"), lo dice Kant, por poner un ejemplo que no se usará para justificar atropellos del poder, sean en la dirección que sean. La ley exige coerción para su realización, es verdad.

Es interesante este juego etimológico, decía, porque da una idea de lo que este señor defiende como efectuación del derecho (si el derecho es un arte, entonces se hace, casi cabría decir que se fabrica; incluso aunque no deje, como en el caso de la téchne, una obra material, pues no todo arte excreta un producto): el fuego y la sangre.

Sí, efectivamente, así es cómo nuestro amado policía, nuestro querido protector de la seguridad ciudadana, nuestro admirado instrumento "a pie de calle" de ejecución de las normas que posibilitan nuestra convivencia, nos enseña la Ley; y no sólo nos la enseña, sino que la hace valer, la realiza. Con fuego y con sangre.

Este señor, que a duras penas ha podido escribir una carta simbólica a un destinatario simbólico, anónimo, a eso que quizás podríamos llamar, con Hardt y Negri, multitud; que comete faltas de ortografía y de expresión por doquier; este señor, cuya torpe ironía no puede ocultar una ira contenida que rebosa cada palabra tecleada, cada párrafo escupido con espuma rabiosa, nos quiere enseñar ciertas nociones básicas del derecho.

Así es. El escrito es pródigo en la utilización de conceptos del derecho, tanto específicos como metapositivos, algunos limítrofes con la ciencia política.

Este policía simbólico utiliza aquí y allá con gran seguridad las nociones de "constitución", "ley", "representación", "Estado", "ilegalidad", "delincuente", "riesgo asumido" (¡vaya, este tipo debe saber de lo que habla! ¡Fíjate en cómo usa este tecnicismo!), "voto", "democracia", "institución" y muchas otras.

Algunas de ellas las menciona directamente, otras no, porque, ya se sabe, cuando se controla un tema lo importante es dejar claro el contenido y no las etiquetas.

Si esto es así, si nos encontramos ante un experto de tal calibre, que no sólo sabe sobre legislación positiva, sino también sobre los conceptos fundamentales que la sustentan, entonces tendrá que ser verdad eso que nos dice sobre los manifestantes, sobre el manifestante simbólico destinatario de la carta (la multitud): sólo entiende de cubatas y porros.

En efecto, todos aquellos médicos, enfermeros y trabajadores de la sanidad; todos esos bomberos; todos esos profesores, educadores, pedagogos; todos esos funcionarios públicos; todos esos empresarios y trabajadores del sector privado; todos esos desempleados, jóvenes y mayores; todos esos jubilados; todos esos estudiantes; todos, todos sin salvedad, que lo más cerca que han estado de la constitución es junto a "los decorativos mensajes de las puertas de los retretes de bar de barrio", sólo entienden de cubatas y porros.

Y claro, se entiende que, como bien dice el policía simbólico (Policía; es significativo que el encabezado de la carta utilice la mayúscula), todos estos egoístas ignorantes del tesoro de la ley sólo salgan a la calle ahora que tienen la cartera fría y la boca caliente (¡si es que es un poeta, un poeta guerrero de los de antaño!), porque todos ellos, todos sin excepción, cobraban tres mil euros al mes trabajando en la obra hace ocho años, se hipotecaban al 120%, se compraban un BMW y se iban de vacaciones a Punta Cana. Todos.

La multitud lo hacía, la multitud es la culpable de la catastrófica situación macroeconónima. Porque nuestro policía no sólo entiende de derecho y de ciencias políticas: es también un experto en economía, y tan avezado que puede señalar a los culpables de haber creado este mundo en crisis.

Y los culpables son, claro, los manifestantes: los médicos, los profesores, los bomberos, los asalariados en general; todos ellos están desesperados, como ese padre que señalas (¿simbólico también?) llevando a su hijo de la mano. Por cierto que el niño también es uno de esos manifestantes, eso lo dejas claro; ese niño de diez años también forma parte de esa multitud que sólo entiende de cubatas y porros.

Pues te voy a decir una cosa que parece que, a pesar de tu erudición, pareces no tener clara. Arremetes contra los manifestantes, a los que tachas directamente de delincuentes, enarbolando la constitución y afirmando que ellos sólo la defienden de boquilla, sin conocerla, y que ahora que están cansados quieren cambiarla.

Tú te presentas como su verdadero paladín, el defensor de su inviolabilidad. La memoria debe ejercitarse, y más cuando atañe a la historia.

Te recuerdo que hace un año “le metieron mano” a tu princesa, redactando de nuevo el artículo 135 con el pretexto de “salvaguardar la estabilidad presupuestaria” a través de un estricto control del déficit.

Y te recuerdo que no hubo ningún consenso ciudadano en tal modificación, ni siquiera una consulta; no se ha puesto en marcha ninguno de los mecanismos de la sacra democracia que tú defiendes “a sangre y fuego”, los cuales recuerdan que el poder descansa sobre eso que suele llamarse pueblo, un concepto del que también haces uso para desacreditar a los manifestantes.

Pues bien, lo que no tienes claro para nada es la diferencia entre constitución y pacto constitucional.

El pacto constitucional constituye la base sobre la que se erige la estructura fundamental del ordenamiento jurídico constitucional, y es algo que, en una democracia como la actual, no puede arrollarse so pena de arrollar también a la misma democracia.

Pero la constitución, la constitución nuestra, concreta, la ratificada en referéndum el 6 de diciembre del 78, no es un principio general inviolable de la democracia, sino su expresión en una serie de normas fundamentales.

Y, como tal, debe amoldarse a las necesidades histórico-políticas del pueblo español. No es inviolable, entre otras cosas, porque ha sido “violada” con la modificación del artículo 135.

Así que, quizás, deberías pararte a pensar un poco antes de enarbolarla como lo haces, porque quizás hay algo mucho más importante que debe ser defendido: el pacto constitucional.

Y no voy a entrar en el tema, tan escabroso y tan evidente, de cómo nuestra constitución ha sido secuestrada, de cómo nuestra legalidad en general está secuestrada y no emana del pueblo.

Es evidente, sí; esa Grande de España que ha destruido sistemática y pormenorizadamente el sistema público madrileño, Doña Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, lo ha proclamado sin tapujos: “cambiaremos lo que haya que cambiar”, dijo refiriéndose a toda normativa que importunase a Sheldon Adelson y estorbara su proyecto titánico.

Carl Schmitt, que aparte de muy nazi era un científico del derecho como pocos ha habido, llama a este vapuleo de la constitución por parte de grupos privados con intereses privados una ética del principio pacta sunt servanda (“lo pactado obliga”; también la llama una “ética de la guerra civil”).

Nuestro parlamento se asemeja más a un mercado privado que a una cámara de representantes públicos, es la escenificación grotesca de una discusión que se ha decidió previamente en petit comité para satisfacer intereses partidistas, destrozando el principio sobre el que se asienta todo parlamentarismo: la publicidad.

Contra esa ciega defensa de la legalidad vigente, esa defensa borreguil que tú profesas (quizás esa insistencia en llamar borregos a los demás esconde una cierta conciencia de lo que tú eres), siempre se pone el mismo ejemplo, ya tan manido que hasta me da vergüenza repetirlo: la Alemania nazi también tenía un ordenamiento jurídico positivo que había que cumplir.

Esa fue la gran baza de Eichmann en el juicio-espectáculo que se celebró en los sesenta en Israel.
No es ninguna tontería, por cierto, y para poder emitir estos juicios “transnacionales” se crearon las figuras políticas del derecho internacional sobre crímenes de lesa humanidad y demás.

No digo que España ni mucho menos esté en una situación siquiera similar, pero sí que podrías pararte a pensar un poco, o incluso, ya puestos, escuchar a algunas voces críticas que sepan del tema, y sopesar la posibilidad, que tan descabellada te parece, de que lo que hay en España es algo así como una institucionalización del latrocinio.

Tus amadas instituciones, esas que defiendes porque así lo dice la constitución, no facilitan la vida de las personas en libertad, sino que succionan constantemente la riqueza que todos generamos para repartirla entre unos pocos grupos de poder, mientras recortan lenta pero inexorablemente sus derechos civiles y políticos.

Esto no es ni siquiera neoliberalismo. Los ordoliberales alemanes de la Escuela de Friburgo, como Eucken o Böhm, o los anarcocapitalistas clásicos norteamericanos, como Hayek, estarían aterrados ante lo que ocurre hoy. Nos roban, querido Policía. Y no son únicamente grandes corporaciones que imponen condiciones atroces a los trabajadores.

Es el Estado, esa joya de la racionalidad política moderna que debiera actuar de muro de contención contra la realidad económica salvaje, y que en el siglo XVII actuó muy eficientemente, en su forma de Estado absoluto, contra la realidad religiosa salvaje, el que lo hace.

Y pone al servicio del robo los instrumentos de que dispone, entre ellos la ley y sus distintos centros de aplicación, entre los que tú te encuentras.

No quiero hacer apología ni de una planificación estricta de la economía, ni de una liberalización extrema, ni de ninguna de las posturas intermedias. Sólo quiero hacerte ver que esto que ocurre en nuestra realidad política no es fruto de una ideología al uso, ni siquiera extrema.

Es, simple y llanamente, un robo, un robo macropolítico y macroeconómico, un robo de proporciones globales en el que la ley positiva participa. Esto sólo podrás entenderlo si eres capaz de ver que hay posibilidad de pensar el robo más allá de lo que el código penal estipula. Pero claro, tú pareces identificar sistemáticamente ley y justicia.

Pero no te voy a hacer ver nada de esto. Esta contestación es completamente inútil, bien lo sé desde que comencé a escribirla. ¿Y sabes por qué? Porque te da igual. Porque todo argumento que manejas, todos esos pesudoargumentos en los que invocas a la ley, a la constitución y a las instituciones, no te importan lo más mínimo.

Porque lo que a ti te importan es pegar palos.

Eres un salvaje. Es un peligro que la gente como tú tenga placa, porque tus ideas, sean cuales sean, son sólo un pretexto para descargar tu ira contenida, para desatar una violencia con la que disfrutas.

Tu carta es puro odio, odio contra la multitud. Tu carta es violencia; y no sólo contra esa institución que invocas, la RAE, cuyas normas destrozas en cada frase construida a duras penas. Es violencia contra la multitud, contra la gente. Da igual el motivo de la manifestación, tú lo que sabes hacer es pegar, y punto. En definitiva, eres una de esas personas que hace el mundo un poco peor, la vida un poco menos digna de ser vivida".
Puntos:
08-10-12 18:02 #10645816 -> 10634883
Por:wolf66

RE: Carta de un policía antidisturbios a los manifestantes
Sin lugar a dudas me quedo con la segunda carta.
Puntos:
08-10-12 20:07 #10646207 -> 10645816
Por:Antonio Escobar Ruiz

RE: Carta de un policía antidisturbios a los manifestantes
Yo también, aunque la mayoría de los policías elogian a la primera y sin embargo es la Guardia Civil quién apoya más a la segunda.
Puntos:
08-10-12 21:42 #10646614 -> 10646207
Por:wolf66

RE: Carta de un policía antidisturbios a los manifestantes
A fin de cuentas ellos tambien están sufriendo los recortes igual que todos y a pesar de que su profesión les obliga a cumplir las órdenes,seguro que muchos piensan como los que se manifiestan,no logro entender que haya gente que defienda la gestión de los políticos y siga culpando a los ciudadanos de la situación en la que estamos metidos.Si tener una casa y un coche es vivir por encima de nuestras posibilidades,pues que me digan a que aspiramos en este pais y si los gobiernos se preocuparan en emplear el dinero en dar puestos de trabajo y no en darselo a los bancos,pues la gente estaría trabajando y no estaría manifestándose en la calle.
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