Villanueva del Rey - Cordoba

Gonzalo Fernández de Córdoba, alias “El Gran Capitan” constituye sin duda alguna, una de las figuras más admirables y representativas de la cuestión militar y por ende de la Historia de España. Revolucionó la técnica y estrategia militares y sentó las bases del ejército moderno y de los tercios españoles (con sus coronolerías). Admirado por muchos y envidiado por otros, su excesiva popularidad entre la población acabaría traicionándole.

Nació en Montilla (Córdoba) en 1453 y se dedicó en cuerpo y alma a la vida militar. Luchó a favor de los derechos dinásticos de Isabel I de Castilla (“La Católica”), contra los partidarios de La Beltraneja en la Guerra Civil Castellana. Tomó parte como negociador con Boabdil en la capitulación de Granada.

La lealtad mutua entre la Reina Isabel I (su gran valedora) y el Gran Capitán llegó a ser tan grande, que a la muerte de aquélla era previsible que los recelos del monarca Fernando (“El Católico”) provocaran que los parabienes de El GC devinieran a peor fortuna.

Fue enviado a liberar Nápoles de las tropas francesas, que fueron vencidas en lo que se denominó la “1ª Campaña de Italia”. Los desacuerdos entre franceses y el Rey Fernando por el reparto del Reino de Nápoles dio pie a la “2ª Campaña de Italia”. Los franceses volvieron a ser derrotados en la batalla de CERIÑOLA (1503) y, posteriormente en la batalla de GARELLANO (1504). Esta última acabaría en un Tratado de Paz con los franceses, Nápoles pasó a la corona de España y El GC convertido en virrey.

Su vertiginoso ascenso y el aprecio de los napolitanos y de la ciudadanía en general por El GC terminó con los recelos y la ruptura con el Rey Católico. Fue tal la disparidad de criterios y el desencuentro entre Fernando “El Católico” y El GC que en determinado momento aquél, pidióle cuentas sobre los dispendios gastados en las innumerables guerras y contiendas italianas, contestándole éste, con las conocidas cuentas del GC”:


“ - Cargo.
Ciento treinta mil ducados remitidos por primera partida.
Ochenta mil pesos por la segunda.
Tres millones de escudos por la tercera.
Once millones de escudos por la cuarta.
Trece millones de escudos por la quinta.

- Descargo.
Doscientos mil setecientos y treinta y seis ducados y nueve reales en frailes, monjas y pobres para que rogasen a Dios por la prosperidad de las Armas Españolas.
Cien millones en picos, palas y azadones.
Cien mil ducados en pólvora y balas.
Diez mil ducados en guantes para preservar a las tropas del mal olor de los cadáveres de los enemigos tendidos en el campo de batalla.
Ciento setenta mil ducados en poner y renovar campanas, destruidas con el uso continuo de repicar todos los días por nuevas victorias conseguidas sobre el enemigo.
Cincuenta mil ducados en aguardiente para las tropas en día de combate.
Millón y medio de idem, para mantener prisioneros y heridos.
Un millón en misas de gracias y Te Deum al Todopoderoso.
Tres millones en sufragios para los muertos.
Setecientos mil cuatrocientos noventa y cuatro ducados en espías […].

Cien millones por mi paciencia en escuchar, ayer, que el Rey pedía cuentas al que le ha regalado un Reino. “


El irónico y pormenorizado relato protagonizado por el GC, demuestra lo absurdo y desleal de la petición formulada por el Monarca, que con dicho despropósito quedó en evidencia ante sus súbditos y ante la Historia como bien es sabido.

Una gran lección histórica, que deja al descubierto cuán importante es la lealtad, sin duda alguna una de las virtudes más grandes del ser humano, en oposición a la deslealtad y por ende a la traición, las más repugnantes y despreciables de su comportamiento; como rezaba, en este sentido, el sabio lema de La Roma Clásica, cuna de nuestra civilización, ¡Roma no paga a traidores!




“utopia.2”
Miguel Valmisa
Barcelona