Villanueva del Rey - Cordoba

Hoy ya no se pude hablar de gobiernos nacionales que toman decisiones importantes al margen de instituciones como la Unión Europea. Desde que se creó la moneda única ese margen se ha acabado. Oímos constantemente al ejecutivo de turno decir aquello de: “Es una imposición de Bruselas y poco más se puede hacer”. Ante esta situación es de suponer que en pocos años todas las decisiones se tomarán desde la Troika y no desde las regiones o países. Lo hemos visto en el escarmiento a Grecia.
Pero antes de abordar el objeto de este post quiero recordar las palabras de un viejo historiador alemán (Karl von Clausewitz) que preguntado sobre qué era la guerra, dijo: “La guerra es la continuación de la política por otros medios.” Se refería a la guerra convencional, con armamento de todo tipo, pero sin imaginar que habría guerras posteriores en las que se utilizarían otro tipo de armas capaces de causar miles de víctimas sin pegar un tiro.
Ese es el caso de este IV Reich alemán que en una guerra sorda y prolongada se ha hecho de nuevo con el dominio de toda Europa. En esta ocasión, de momento, no ha necesitado de su potente Wermach para liquidar a sus enemigos, le ha bastado con el poder de sus bancos y la complicidad por miedo, de todos sus vecinos. Hasta Francia, competidora natural, se ha bajado los pantalones cuando la señora Merkel y su amado banquero Wolfgang Schäuble dicen que por ahí no se pasa.
Después del varapalo recibido por Grecia escucho a mucha gente, y sobre todo a los medios, alegrarse soterradamente de este desenlace con frases como estas: “Ya te lo decía yo”. “A eso llevan los extremismos”. “Han engañado a su pueblo prometiéndoles cosas que ahora no van a cumplir”. Etc, etc. Muy propio de quien normalmente practica la política del todo o nada, o la de esperar a verlas venir. En su cabeza no cabe que para conseguir un mínimo avance se requiere una lucha prolongada y dura. Igual que ocurrió en la II guerra mundial; sólo la unión de los aliados consiguió acabar con la tiranía del nazismo alemán.
Entonces fueron los judíos y otras minorías los chivos expiatorios. Fueron masacrados ante la ceguera cobarde de los países democráticos que pensaban que así el ogro se calmaría. Pero no se calmó y todos acabaron probando su medicina. Hoy ha sido Grecia la que se ha quedado sola ante el peligro y como podría imaginarse no iba a salir bien parada en un enfrentamiento tan desigual. La solidaridad del resto de países no se ha visto por ningún lado. Sola, más sola que la una. Pero para escarnio de los pesimistas y agoreros salieron a ganar, algo que la izquierda no practicaba desde décadas. Y solo de esta forma es como se puede conseguir el triunfo, aunque sea una vez entre mil y endosarle un roto al contrario, algo así como el 4-0 que le metió el Alcorcón al todopoderoso Real Madrid hace unos años. No imagino a ningún equipo que salga a competir por pequeño que sea sin la ilusión de que se puede ganar.
Pues bien, está claro que en nuestro país las cosas han cambiado algo desde las elecciones pasadas, pero los medios se están encargando ya de fragmentar a la izquierda y a sus bases advirtiéndoles de lo que puede pasar si apoyan a formaciones parecidas a Syriza. Es la misma táctica de siempre, el miedo a perder. El mensaje queda claro, con nosotros o el caos.
Sin embargo, en un lenguaje que está muy al uso, un equipo que sale al campo con el miedo a la derrota, acomplejado por el poderío del contrario, nunca será capaz de doblegarle, solo estará pensando en cómo justificarse al final del encuentro.
Que no nos engañen, Syriza ha conseguido más de lo que nos quieren hacer creer. Al igual que el 15M, que pareció perder fuelle tras la primavera, el paso del tiempo nos dice que sin esa rebelión no estaríamos hablando ahora sobre el fin del bipartidismo.
No seamos miopes, nuestro país no está libre de más recortes y humillaciones, lo vamos a ver si vuelve a gobernar la derecha tras las elecciones generales. Lo que vivimos ahora es una tregua, unas vacaciones que se acaban en el próximo otoño-invierno.

Ferrovia
No se puede describir la situacion de forma mas clara. Si hay alguien a quien le cuesta comprenderlo, es porque no usa su sentido comun o porque sus intereses personales de corto plazo superan a su racionalidad.
?A quien le va a tocar arrodillarse despues de Grecia?

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