Rute - Cordoba

La cifra de desempleados que soporta España es escandalosa. Tanto que es legítimo que los españoles se cuestionen para qué sirve una administración mastodóntica, con hasta cinco niveles competenciales (europeo, estatal, autonómico, provincial y local) pero que es incapaz de garantizar el derecho al trabajo.
Los casi 6 millones de parados españoles no sólo lastran la economía sino que amenazan con terminar por deshacer el tejido social de nuestra Nación. España envejece, y no sólo por el invierno demográfico al que nos han conducido las políticas antinatalistas de PSOE y PP-el problema más grave al que se enfrenta España-sino también por la creciente emigración de nuestros talentos. Trescientos mil jóvenes se han marchado en los últimos años a trabajar al extranjero, en un éxodo que nos retrotrae a los años 50 del siglo pasado. A diferencia de entonces, ahora se marchan los más imprescindibles profesionalmente con lo que, cualitativamente, la situación es mucho peor. España invierte ingentes cantidades de dinero en la formación de sus jóvenes -la tasa de universitarios es de las más altas de Europa, en paralelo al prestigio de nuestras universidades, que es de los más bajos- pero estos se ven abocados a partir hacia el extranjero para encontrar un trabajo. Como en tantas otras ocasiones, España adolece de planificación: qué hace falta y dónde, adecuándolo a nuestra ideosincrasia productiva. Y partiendo de esas conclusiones, elaborar un modelo ambicioso de formación.
Es urgente poner en marcha un plan de empleo juvenil. Pero no uno de esos señuelos con los que de vez en cuando los políticos castigan a los jóvenes procurándoles trabajos temporales, mal pagados y sin relación con aquello para lo que se han preparando en sus años de estudio. Un plan para que empresas y administraciones aprovechen el talento y la formación de los jóvenes sin explotarlos ni minusvalorarlos.
FE JONS es poco amiga de adular a los jóvenes con cantinelas como la de que son "la generación más preparada de la historia" o evidencias como que "son el futuro". Preferimos apelar a la responsabilidad de quienes tienen la obligación de devolver a la sociedad lo que esta les entrega. Pero, precisamente por eso, somos vehementes en la demanda de oportunidades para nuestros jóvenes. Porque una nación sin activos capaces de regenerarla es una nación muerta. Por patriotismo, seamos conscientes y trabajemos para ponerle remedio.