Pedroche - Cordoba

Amando de Miguel

La observación de que las cosas no son lo que parecen es el principio de la Filosofía, del conocimiento en general, y también de los análisis de opinión pública. Ese es el menester que me compete. El principio se puede aplicar a todo lo que se comenta en los medios.

La noticia más preocupante del momento es que “sube la luz”. Se quiere decir que sube la factura de la electricidad. La luz no es más que una pequeña parte de ese consumo. Por cierto, lo de ir apagando las luces no siempre es el mejor método para ahorrar electricidad. Pero a lo que iba. La realidad es que suben los precios de algunos artículos intervenidos. Si están intervenidos por el Gobierno es porque se derivan de medidas políticas y porque en las facturas se esconde una buena cantidad de impuestos. Las medidas políticas son, por ejemplo, la protección al carbón. De esa forma, la electricidad es cada vez más cara. Así pues, si suben los precios intervenidos de la electricidad es para pagar el coste de esas medidas políticas disparatadas y para recaudar más impuestos. Por otro lado, lo que está mal es que suban los precios mientras disminuyen los sueldos intervenidos. Es decir, cada vez somos más pobres.

Hay más cosas que no son lo que parecen. Por ejemplo, el llamado “fin de ETA”. El fin de la ETA no está meramente en que “dejen las armas”, sobre todo si, con ese gesto, los antiguos terroristas pueden llegar a ser ediles. El fin de ETA sólo puede ser justo y auténtico si significa que van a reparar los daños ocasionados durante 50 años. Ahí entran las reparaciones a las familias de las víctimas, la devolución del dinero robado, la compensación por los estragos. Si no tienen dinero para pagar todo eso, no podrán salir nunca de la cárcel. Ese será el fin de la ETA. De momento, nada de llamarlos “guerrilleros”, “independentistas” o “etarras”. Son simplemente criminales.

Hay más hechos preocupantes que no son lo que parecen. Por ejemplo, la llamada violencia de género. Realmente, es violencia doméstica, no sólo contra las mujeres sino contra los niños o los viejos. Sabemos que está aumentando. La razón es el aumento de una población marginada. La ley de violencia de género no es el mejor medio para superar esas formas de violencia dentro del círculo familiar.

Está también la picaresca del transfuguismo. Es asunto menor, pero también preocupa y está mal enfocado. Todos los partidos dicen estar en contra del transfuguismo, pero todos lo practican. En principio, a mí no me parece mal que un político se cambie de partido y de ese modo ayude al que era hasta entonces adversario. Es parte del juego democrático y consecuencia de la libertad. Arremeter contra esa práctica es reforzar la tendencia oligárquica de los partidos. A quien hay que perseguir no es al tránsfuga sino al corrupto que muchas veces suele ser.

Luego está lo de Cataluña, qué fatiga. En contra de la divisa de los arquitectos minimalistas, en este caso, “Mas es menos”. Quiero decir que el señor Mas va a conseguir que Cataluña represente cada vez menos en el concierto de la economía española. Lo hace a cambio de su deseo de “independencia subvencionada”. Es una idea curiosa. Consiste en que el Gobierno español no interfiera en los asuntos de Cataluña, incluidos los que se refieren a la corrupción. Pero el Gobierno de Cataluña sí debe tener una cuota en los asuntos de la gobernación de España. El nacionalismo no es de derechas ni de izquierdas; colabora con la derecha o la izquierda cuando está en el Gobierno de España. La condición es que le deje manos libres para la independencia subvencionada. No es nada nuevo. Esa política ha funcionado en todos los Gobiernos desde Cánovas hasta la fecha. La subvención puede querer decir también proteccionismo económico.
*Amando de Miguel es catedrático de Sociología.