Pedroche - Cordoba

El Trasgo

Tengo una confesión que hacer, un oscuro secreto: me gustan los rojos. No dan una, y si se salieran con la suya –o cada vez que se han salido con la suya– convierten los países en eriales de miseria y opresión. Pero no lo puedo evitar, les tengo cariño, me enternecen los rojos-rojos. Por eso no puedo evitar solidarizarme con los redactores de la prensa progresista, que tienen que estar pasando un calvario, los pobres. Me refiero, sobre todo, a ‘Público’, guardián de las esencias izquierdistas. Prisa está echada a perder, es puro posibilismo, puro poder. Pero en ‘Público’, donde todavía hay tanto redactor capaz de recitar de principio a fin La Internacional, debe ser torturante tener que hablar de “gran pacto social” y dedicarle algunas flores verbales a una medida que, se vista como se vista, es un recorte en las prestaciones sociales que este Gobierno se comprometió a ampliar. “Rajoy no se compromete a apoyar el pacto social”, titula ‘Público’ una desangelada crónica de la entrevista de Pedro Jota con Mariano Rajoy.

Refugiados en Egipto

Un día antes aprendíamos de ‘Público’ que el fascismo ya no existe (¡glub!) y las informaciones más o menos triunfalistas sobre el recorte del Estado de bienestar, presentado como un logro del Gobierno, convivía en flagrante esquizofrenia literaria con inflamadas columnas a la contra de los opinadores habituales del periódico. En el ejemplar de ayer ya han claudicado, refugiándose la mayor parte de los comentarios en ese remedo de Revolución de Octubre que es la revuelta egipcia. Huyen del desolador panorama nacional, donde ‘los suyos’ se pliegan vergonzosamente a ‘los mercados’ –de Satán–, para poder volver a soñar con las barricadas. “¡Lárgate, Mubarak!”, titulan a toda página con el estilo agresivo de su primera.

Viva, viva la insurrección árabe que nos permite pasar de puntillas sobre un Gobierno socialista que recorta una victoria social –la jubilación a los 65– que se ha conseguido mantener contra viento y marea desde la monarquía de Alfonso XII. “Un proceso imparable”, nos cuenta el propio director, Jesús Maraña, pero no se refiere al desmantelamiento del Estado del bienestar a manos de un sedicente rojo, sino a una revuelta egipcia, refrescantemente lejana, que ayer el tirano parecía perfectamente capaz de parar. “La soledad de las pirámides”, titula en la página enfrentada Juan Carlos Escudier.

Qué bien se está en Egipto, oliendo a pueblo e insurrección, lejos de una realidad nacional en la que la izquierda presume de un recorte de derechos sociales. Lástima que el partido de Mubarak, como el del sátrapa tunecino, pertenezcan hasta ayer a la Internacional Socialista. Pero no esperen que la izquierda patria sume dos más dos.

¡Champán, champán!

Manuel Saco entra a ídem con el tema. O, mejor, de costadillo. El núcleo no es lo que ha hecho el Gobierno, sino que el malo malísimo, la ‘Bruja del Oeste’, el Partido Popular, no quiere sumarse a la fiesta de este pacto de pega. “Y lo que es peor, con la traición de su electorado genético, que no es otro que la patronal...”, escribe Saco. Qué repartida está la riqueza en este país, que tiene 11 millones de empresarios –los votantes de Aznar en su segunda legislatura–. Pero Saco tiene que decir lo que dice, aunque sabe que “lo peor” es que el PSOE, al que hay que suponer, por seguir el paralelismo simplista, que su electorado “genético” son los trabajadores, haya hecho un sonriente corte de mangas a sus votantes, diciéndoles que tendrán que trabajar más si quieren ver un euro en la vejez. Que corra el champán.

Dirán que lo mío es síndrome de Estocolmo pero, qué quieren que les diga, prefiero este malestar ideológico de ‘Público’ al cinismo de ‘nomenklatura’ de Prisa, que no parece sufrir representando el papel de vocero del régimen. Es más: titula exactamente lo contrario que ‘Público’: “El PP se sumará al mayor acuerdo social de la etapa Zapatero”. ¡País...! “Plaza de la Liberación”, el editorial que dedica ‘El País’ a la crisis egipcias es el más soporífero e inane ejemplo de prosa irrelevante que he leído sobre la cuestión.

Es todo un logro convertir un proceso histórico tan emocionante en semejante desperdicio de tinta de imprenta, con sus inevitables “necesarias cautelas ante un proceso de incierto desenlace” y sus “figuras egipcias de reconocido prestigio internacional”. Si me dicen que han inventado un programa para hacer editoriales –‘Editorialator 2.0’– combinando frases hueras con tópicos grandilocuentes y que este es su primer experimento, me lo creo. Ni una idea original empaña su estilo de parte oficial, ni una chispa de ingenio en cinco párrafos como cinco adoquines.

Y, ahora, la publicidad

Luego está el juanpalomismo de ‘El Mundo’, que parece decidido a dedicar sus portadas a la promoción de su renqueante –por ser piadosos– cadena de televisión. Ayer le tocaba a la entrevista de Pedro Jota –están agotando a sus ‘primeros espadas’– con Mariano Rajoy: “Si gobernamos, en 100 días se pondrán las bases para un cambio de rumbo”. ¿Eso no está ya dicho, que me suena –y glosado hasta la saciedad–?