Un año en el Museo de Ulía. D. Pablo Moyano

1973 ha entrado en la recta final de su agonía. El pobre se
nos muere entre restricciones y amenazas de racionamiento en
materia de carburantes. ¿Pero... que ha supuesto este 1973,
dentro del campo de la arqueología, para el Museo de Montemayor?
Se las prometía espléndido en descubrimientos. Uno de los
sitios más estratégicos del pueblo -arqueológicamente hablandoiba
a ser demolido, en este año: el Municipio. Ubicado en el
mismo centro de Montemayor, era presumible que se sus cimientos
afloraran vestigios de valor incalculable. No más lejos de
treinta metros de sus muros, en el centro de la vieja plaza hace
tan sólo quince años, apareció el pedestal del monumento a Quinto
Casio, con su valiosísima inscripción. Al parecer la imponente
piedra estaba en su mismo emplazamiento, o a un par de metros de
su ubicación primitiva. Y al mismo pie del pedestal los obreros
encontraron un brazo de una estatua y otros pequeños restos,
parte de un conjunto espléndido. Aquella debió ser la hora de una
búsqueda más detenida. No se hizo y se perdió una ocasión
inmejorable de bucear un poco en la entraña de esta tierra, tan
pródiga en hallazgos. Las obras de cimentación, en el nuevo
Ayuntamiento que ahora se construyen, han defraudado todas la
esperanzas que en ellas teníamos depositadas. Tan sólo
aparecieron algunos restos de cerámica, sin importancia alguna, a
pesar del desfonde que se viene haciendo.
Pero lo que no nos ha dado la plaza ha venido a darlo -y muy
colmadamente- la propia iglesia de Montemayor. Bajo el suelo del
actual teleclub -instalado en la antigua y destartalada sacristíalos
chicos intentaban una pequeña ampliación, para su bar. La
piqueta de uno se clavó en la pared dando un hueco. Ante el
asombro de todos descubrimos que estábamos en presencia de una
maravillosa bóveda, construída en ladrillo de grandes
proporciones y con un par de arcos asimétricos, de admirable
factura. Los chicos hicieron un trabajo agotador, quitando de la
bóveda y los arcos todo el enlucido hasta dejar intacta una
preciosa cripta, que es hoy uno de los rincones más sugestivos de
nuestra parroquia. ¿Qué fue en su origen esta cripta? ¿Qué razón
de ser tiene una obra tan costosamente trabajada? ¿Tiene relación
con la iglesia? La cripta está muy separada de la parte más
antigua del templo. Cae al lado del sagrario, pero se nota a
simple vista que es mucho más antigua. ¿Se trata de una
edificación romana? ¿Acaso de un silo? Parece pequeño para ese
menester. Más de un erudito amigo se ha quedado perplejo, pero
todos afirman que el descubrimiento merece un estudio detenido de
especialistas.
Este ha sido sin duda el hallazgo más importante del año.
Ya en campo abierto, Montemayor ha seguido dando pruebas de
su riqueza arqueológica. Y no precisamente por que hayan aflorado
esculturas nuevas. La tierra en este sentido no ha sido pródiga
con nosotros, como lo fuera en Aguilar o en La Victoria, donde
aparecieron dos o tres piezas ibéricas y romanas, hoy en el Museo
Arqueológico Provincial, uno de los mejores de España, y con
mucho el mejor de la provincia. Pero si no hemos tenido piezas de
ese valor, sí ha aflorado otros restos, de menor importancia,
pero que poco a poco van enriqueciendo el Museo de Ulía. Así,
cerca de la Zargadilla -tan pródiga siempre en restos- el arado
levantó una gran piedra de molino romano, con su aro,
desgraciadamente partido en pedazos. Y en otro lugar, cerca del
camino hacia Espejo, medio capitel de mármol, romano,
preciosamente tallado. A estos hallazgos hay que añadir pequeños
trozos de cerámica, un pequeño lacrimal intacto y un platito de
barro cocido. En el llamado Cerro del Cristo el arado levantó
algunos ladrillos y unas cuantas "tégulas" también partidas.
En cuanto a numismática no ha sido pródigo el año que
termina. Escasos ejemplares y todos en mal estado de
conservación. No ha sido mucho lo conseguido, pero sí lo
suficiente para seguir ilusionados.
Si en el campo de los hallazgos no ha sido pródigo, no se
pude decir lo mismo en el interés despertado entre los
estudiosos, por este pequeño Museo de Ulía. La Real Academia de
Córdoba escuchó un amplio y detallado informe sobre las piezas en
él conservadas. El profesor José María Luzón, director de las
Excavaciones en Itálica, prepara un estudio exhaustivo del Museo.
Y hasta aquí han llegado solicitudes pidiendo detalles sobre el
mismo desde la Universidad de Murcia, de su catedrático de
Historia, López Ontiveros. Los estudiantes de la Universidad
cordobesa acuden de vez en cuando a visitarlo y tomar datos.
Ello nos plantea de forma irreemplazable la urgencia de
buscar un marco más amplio y digno para la exposición de las
piezas. En este empeño estamos. ¿Será el año de 1974, el de la
definitiva construcción de un edificio digno para las piezas que
se guardan hoy en un pequeño local de la parroquia de Montemayor?
¡Dios lo quiera!
Lo que sí queremos dejar bien sentado es que estos pequeños
museos, ubicados en los lugares de origen, son una aportación
insustituíble a la cultura. Y que favorecerlos es el paso más
positivo para que las piezas se salven. Por esta precisa razón
los campesinos de Montemayor entregan todo cuanto cae en sus
manos.
No. No se ha portado del todo mal este 1973. Para Ulía no ha
pasado sin pena ni gloria. Porque la gloria no se construye sólo
a golpes, solamente. la gloria -arqueológicamente hablando- puede
estar en un trozo de vasija que tenga un centímetro.