Las inscripciones latinas revelan la importancia... D. Pablo Moyano

Ya hemos comentando para los lectores de CORDOBA algunos
textos, inscripciones sobre Ulía, que se conservan en Museos
Nacionales, o en el mismo patio de armas del castillo ducal de
Frías. Nada menos que treinta y siete inscripciones latinas,
aparecidas en el término de Montemayor, lo cual es fiel reflejo
de la importancia de aquella población ibero-romana. Hoy al
continuar con los temas de nuestra Ulía, quiero hacerlo reseñando
los textos de algunas cuantas inscripciones aparecidas
modernamente sobre nuestro suelo y que se conservan en ese
pequeño Museo de Ulía, orgullo del Montemayor actual.
La primera inscripción está grabada sobre una piedra negra,
cuadrangular de gran peso. Sólo consta de tres renglones y dice
así: "Caio Caesari, augusto patrono." (A Caio César augusto,
benefactor). Esta inscripción permaneció durante siglos formando
parte de la pared de la cárcel del pueblo. Fernández Franco la
cita. hará unos cuarenta o cincuenta años había sido enlucida,
pero los más viejos del pueblo conservaban en su memoria y un
buen día uno de ellos, hablando de algún nuevo descubrimiento
para el Museo, lo puso en mi conocimiento. Tras ímprobos trabajos
la lápida pudo ser rescatada. No cita Fernández Franco el lugar
exacto de donde fue sacada. Tal vez la inscripción fuera
descubierta en los mismos cimientos del edificio y fue
aprovechaba para construir la pared, cuidando colocar el texto de
cara a la plaza.
No lejos de esta lápida y sobre una mesa se conserva la
segunda inscripción que guarda el Museo de Ulía. Se trata de una
lápida sepulcral, de un niño. La familia debió ser bien modesta
porque está grabada sobre un trozo de mármol blanco, aprovechado
de algún otro edificio. Dice así: "Frigito infans, vixit annis
VII, mense, dies, receptus..." (Frígito, niño, vivió siete años,
un mes...) y aquí deja en blanco la lápida un espacio para poner
el número de días, dato éste que dejó sin completar. La palabra
receptus, parece indicar una inscripción tardía, y sin duda
cristiana. No puedo señalar exactamente el sitio el sitio dónde
apareció la lápida sepulcral que comentamos. No pocas veces esas
inscripciones han ido rodando de un sitio para otro y alguna
incluso ha pasado de cortijo en cortijo donde sirven -cuento un
hecho real- hasta para tejado de una perrera.
La tercera inscripción del Museo de Ulía se conserva en una
vitrina, pequeña, junto a algunas vasijas árabes y romanas. Es la
que acompaña en la fotografía de este artículo. Se trata de una
pequeña inscripción sepulcral, en mármol blanco y cuyo texto casi
se puede leer en la fotografía. "D.M.S.Q.C. Hermes. Año XXXX.
P.I.S.H. S.E.S.T.T.L.". No se alarmen ante tanta sigla. Es muy
fácil su lectura. (A los dioses manes sagrados. Quinto Caio
Hermes, de 40 años, piadoso entre los suyos. Aquí está sepultado,
sea para tí la tierra leve". Estas últimas palabras eran muy
usuales entre los romanos. Y venían a expresar en términos
concretos el deseo de inmortalidad para el difunto. Algo así como
nuestra expresión cristiana D.E.P.
Esta inscripción, sí se sabe con certeza el lugar de su
descubrimiento. Se trata de una huerta conocida con el nombre de
"El Cañuelo"muy abundante en agua y en la cual aún hoy se
conservan algunos restos de villa romana, tales como cerámicas y
pedazos de columna. En este lugar situaban ingenuamente estos
buenos vecinos la localización de Ulía. Incluso fue creencia,
largo tiempo mantenida, de que la vieja fuente cercana,
bellísima, era el centro justo de la ciudad ibérica. Y es que la
abundancia de restos arqueológicos allí existentes (????????)
confusión. Sin duda no conocían el texto primitivo de Quinto
Hircio quien expresamente afirma de Ulía que estaba situada en un
lugar elevado. "In loco édito" con palabras textuales. En este
mismo sitio han aparecido algunos restos mucho más antiguos.
Recuerdo una pequeña figurita de un caballo -hoy existente en el
castillo- que se asemeja tremendamente a las figuritas de los
tartesos. Ello viene a confirmar cómo las civilizaciones se
suceden y vienen unas tras otras a asentarse en los mismos
lugares. Ni más ni menos que en aquellos lugares donde la
naturaleza hace posible la vida del hombre. Y no hay vida lejos
del agua.
En la misma fotografía pueden contemplar algunos ejemplares
de cuchillos, con mango de marfil, que sin duda no son de Ulía,
como pueden comprender. Son unos extraordinarios puñales, pero
cuya antigüedad no se remonta más allá de doscientos años.
Y punto final hoy por hoy.