El Museo de Ulía: la colección numismática (II) D. Pablo Moyano

Cortamos el hilo de estos comentarios sobre nuestro
Museo de Ulía hablando de su colección numismática en aquel
artículo donde narraba el comienzo de la moneda, no sólo en
Iberia sino en Roma, Grecia y Asia. Aquí en España, la moneda
como signo de valor y de cambio se generaliza ya en el siglo
IV-III antes de Cristo. Toda población importante acuña su
propia moneda. Si a lo largo y ancho de todo el valle
del Guadalquivir existieron no menos de doscientos
poblados importantes, es lógico suponer la
proliferación de monedas aparecidas constantemente sobre
nuestro suelo. Y más concretamente sobre la moneda ibérica
aparecida en Córdoba, tiene publicado un preciosos trabajo
el académico don Luis Mapello.
Aquí en Montemayor la aparición de monedas ibéricas, y
sobre todo romanas, es un hecho frecuentísimo, hasta el
punto que rara vez transcurre una sola semana sin que
alguna familia se encuentre una moneda en el campo, más o
menos conservada. Esta buena colaboración de niños,
campesinos, etc., ha hecho realidad la ya numerosa colección
numismática del Museo de Ulía.
Naturalmente son más raros los ejemplares de
monedas ibéricas; son más raros y aparecen más de tarde en tarde. La
más codiciable para mí es, naturalmente, la moneda de Ulía.
El Museo conserva ya unos diez ejemplares de ella. En su
anverso tiene una imagen de divinidad, rodeada por una palma
y por la media luna, signo válido de que una de las muchas
representaciones que se hicieron en nuestra numismática de
nuestro pálido y hoy hollado satélite. Ovidio en su
"Metamorfosis" habla de la palma como símbolo de la Luna.
En su reverso la moneda conserva el epígrafe "VLIA", rodeado
de ramas de olivo, con fruto. Ya desde los tiempos
romanos el olivo se convierte en símbolo de España,
incluso en las monedas imperiales. Estrabón nos cuenta cómo
el mejor aceite del Imperio se sacaba de la Bética. Por eso
Marcial adorna el Betis (rio Guadalquivir) con una corona de
olivo, signo de su riqueza y fecundidad. Era pues natural que
Ulía, llevase a su moneda lo que constituyó durante siglos
y siglos su riqueza más importante: el olivo. Hoy todavía
muchos de nuestros campos están surcados de olivares,
retoños de aquellos que alimentaron a los ejércitos de Julio
César.
Pero no es sólo la moneda de Ulía la única que aflora. A
mis manos han llegado ejemplares de Gades, Obulco, Colonia
Patricia, Carteia y otros, que confirman el intercambio
social de aquellas poblaciones antiquísimas.
Pero el núcleo mayor de la colección lo componen, como
es lógico, las monedas imperiales y más concretamente de
aquellos tres siglos del I al III, que constituyen el cenit
de la grandeza romana. Algunos bronces se conservan en
perfecto estado, casi como si acabasen de salir de un
taller de acuñaciones. tal es el caso de algunas monedas
dedicadas a los emperadores Claudio, César Augusto,
Trajano, Antonino Pio, Marco Aurelio, a quien la República
Uliense consagró una estatua, cuyo pedestal se
conserva. también en esta colección sale muy bien
parado Constantino, del que tenemos unas diez o doce
monedas, aunque ciertamente las más pequeñas de la
colección.
El Museo de Ulía cuenta en total con unas ciento
treinta monedas ibéricas y romanas, conseguidas en unos cinco
años.
En otra vitrina central del Museo se conserva una
amplia colección de monedas de plata, de todos los tiempos.
Hay seis denarios romanos, algún ejemplar bellísimo de
los Reyes católicos, algunos columnarios de Carlos III, de
Napoleón, Teresa de Austria, Pio IX, conseguidos a fuerza
de paciencia y de sacrificio dentro y fuera de España,
rastreando por tiendas de antigüedades.
Todo esta material está ya pidiendo a gritos su
traslado a un local infinitamente más digno y mejor
preparado. Yo sueño en el "Museo de la Ruta del Vino".
Una gran casa en la ruta
Córdoba-Málaga, abierta al turismo y a la admiración de
los estudiosos. El material coleccionado bien vale la pena.
Pero no son pequeñas las dificultades para ello. Se
precisan unos gastos muy cuantiosos. ¡Ojalá el tiempo haga
posible estos anhelos!