Hinojosa del Duque - Cordoba

Durante ocho años, Mariano Rajoy ha estado explicando a todo el que quiso escucharle que sabía exactamente lo que había que hacer para sacar a España de la crisis. Ese saber hacer, se tradujo en un programa electoral, por el que votaron millones de españoles, como demostración de que fueron muchos los que le creyeron. Todos esos ciudadanos confiaron en él para que, cumpliendo el programa electoral prometido, nos sacara del atolladero en que estábamos, y en el que seguimos, más hundidos si cabe. Para eso se le concedió, una mayoría absoluta. Sin embargo, la realidad ha demostrado que todas sus promesas electorales han sido incumplidas sistemáticamente. Esto hace que se ponga en duda la legitimidad para continuar en el cargo, puesto que los ciudadanos le eligieron para hacer un tipo de política concreta, y está haciendo justamente la contraria. Eso lleva a que la palabra de Rajoy, valga hoy muy poco, por no decir nada. Criticábamos antesdeayer que las palabras de Rajoy diciendo que la crisis de Bankia y la prima de riesgo no guardaban relación y pronosticábamos, no porque tengamos una bola de cristal sino porque era lo lógico, que los mercados internacionales castigarían la insensata rueda de prensa y el ocultismo mostrado por Rajoy. Ayer, en un vacuo intento de echar balones fuera, el ministro De Guindos, salía a la palestra para echar la culpa ¡a Grecia! de nuestra escalada de la prima de riesgo. Margallo el otro día la vinculó a los pitidos. Mañana puede que salga otro iluminado y la vincule a la pertinaz sequía, a la conjura judeomasónica o a los partidos de preparación de la eurocopa. Total, cualquier cosa vale.