Doña Mencía - Cordoba

La Plaza del Sol de Madrid ha sido escenario de grandes acontecimientos históricos, como los sucesos del 2 de mayo de 1808, la proclamación de la II República, a las protestas estudiantiles de la llamada Noche de San Daniel del 8 de abril de 1865. De éstos últimos me ocupé en mi biografía sobre Martín Belda, por ser nuestro paisano uno de los protagonistas indirecto de aquellos terribles sucesos.

Aunque la rebelión de los jóvenes de hoy es bien diferente a la de aquellos jóvenes de hace 146 años, al igual que el desenlace de más cien muertos a manos de la fuerzas del orden público de entonces no tendrá nada que ver con lo que ahora ocurra, por si a alguien le interesará a modo de entretenimiento conocer algo sobre la Noche de San Daniel, y si no tiene otra cosa mejor que hacer,inserto aquí un apartado de mi libro: “Martín Belda. Un político al servicio de Isabel II”

8.5. La Noche de San Daniel

Uno de los problemas más acuciantes a los que se enfrentaba Narváez (Presidente del Gobierno) era sacar al erario de los 600 millones a que había llegado el déficit público, para lo cual el Ministro de Hacienda García de Barzanallana ideó una contribución especial a la que se opusieron desde un primer momento amplios sectores de las clases acomodadas, al igual que la mayoría parlamentaria y la minoría unionista. Así al gobierno no le quedó otra salida que abandonar la propuesta de Barzanallana, viéndose éste obligado a dimitir al no encontrar otras vías para acabar con el déficit. Narváez dio explicaciones sobre el desenlace de la crisis:

"La salida de Barzanallana se debe a que era partidario de mantener ‘el anticipo’ de los 600 millones por ser lo más beneficioso para el erario y el país, pensamiento que comparte el gobierno, pero como no sólo la oposición sino también cada vez más diputados de la mayoría consideran que debía rectificarse se le pidió a Barzanallana si se podrían aplicar otras medidas, no creyéndolo este conveniente optó por dejar el gobierno, y llamado Castro manifestó que creía que se podía sustituir por otras medidas ".

Al dejar Alejandro de Castro la presidencia del Congreso para hacerse cargo de la cartera de Hacienda, el primer vicepresidente, Martín Belda, pasó a ocupar la presidencia de forma interina. El mismo día en que se producían estos cambios, el 20 de febrero de 1865, el presidente del gobierno dio cuenta al Congreso de la decisión de la reina de ofrecer algunos bienes del patrimonio real para paliar los agobios del erario. Ante tal noticia, los diputados estallaron en aplausos al concluir Narváez un discurso en tonos grandilocuentes, en el que calificó de “rasgo generoso” la decisión de la reina:

"Narváez: ¡Cuán feliz es la nación que tiene una Reina tan grande, tan generosa, tan patriótica, que llega a lo que nunca Monarca alguno en ningún tiempo, en ningún siglo y en ninguna nación ha llegado! (Bien, bien, en todos los bancos del Congreso)".

El enardecimiento de los diputados hizo que algunos de ellos (Benavides, Hevia, Jové, Belda), lanzasen atronadores gritos de “¡Viva la Reina!”, coreados “desde todos los ángulos del salón”. Seguidamente se suspendieron los debates del día para marchar a Palacio una representación de diputados, entre cuales iba Belda, con el propósito de entregarle a la reina un mensaje de agradecimiento “aprobado por unanimidad” .

Al día siguiente La Iberia y La Nación criticaron el proyecto del gobierno, por autorizar la venta de bienes públicos reservándose la Corona el 25 por 100 de lo obtenido, con lo que “la Reina vendiendo muchas de sus propiedades hace un buen negocio” . Algunos días después, el 25 de febrero, Castelar publicó en La Democracia un artículo, titulado “El rasgo”, que alcanzaría una extraordinaria relevancia. En él se criticaba duramente la decisión del gobierno de privatizar bienes públicos no pertenecientes al patrimonio particular de la reina, al considerarlo ilegal, además de que con ello tampoco se iban a paliar los apuros de Hacienda y, por tanto, se engañaba a los que entendieran que con “el rasgo” se paralizaría la subida de los impuestos. Lo considerado hasta el momento por gran parte de la opinión pública como un hermoso rasgo de desprendimiento y generosidad de Isabel II, comenzó a criticarse por amplios sectores sociales. Los progresistas aprovecharon la ocasión para agitar las filas de sus seguidores, argumentando que el rasgo era una maniobra de la reina para apropiarse de unos bienes de propiedad de la nación.

En “El rasgo”, al comentar los debates parlamentarios en los que se había discutido sobre la generosidad de la reina, escribió Castelar: “Don Martín Belda, hombre de grandes pulmones, ha gritado de suerte que se bambolearon hasta las bóvedas del Congreso” . Belda, por supuesto, era de los que ensalzaban el rasgo de la reina. Cuando el diputado Riquelme le preguntó qué cuando se elegiría presidente, a pesar de que “S. S. preside bien, muy bien, tan bien o mejor que pueda presidir el que deba sustituirle”, le respondió:

"Ha sido siempre costumbre dejar pasar algunos días para que la Cámara forme opinión (...) pero si no mañana, en uno de los primeros días de la semana próxima podrá anunciarse el nombramiento de Presidente y tercer Vicepresidente. Por lo demás, ya sé que no presido bien. (Varios Sres. Diputados desde todos los lados de la Cámara: No, no es eso: S. S. preside bien). Sí, sé que no presido bien y que no tengo ningún título para ocupar este puesto que en verdad no ambiciono".

El 8 de marzo, sin que vislumbremos los motivos, Martín Belda fue sustituido en la presidencia del Congreso por Fernando Álvarez . En las diez sesiones en las que dirigió los debates parlamentarios se desenvolvió con soltura, tacto y sagacidad, granjeándose el beneplácito general de los diputados. Hoy nos parecerá extraño, pero Belda permaneció al frente de la Dirección General de Obras Públicas mientras ocupó la vicepresidencia y la presidencia interina del Congreso.

Entre tanto, se acrecentó la polémica avivada por “El rasgo”, al retomar los ministros la idea inicial del dimitido Barzanallana. El gobierno, para amortiguar las críticas crecientes de la opinión pública, decidió aplicarle a Castelar la Real Orden de Alcalá Galiano citada anteriormente, dejándolo suspendido de empleo y sueldo en su cátedra de Historia de España de la Universidad de Madrid, a la vez que le abría un expediente disciplinario (20 de marzo). Estas medidas del gobierno venían a complicar la situación, pues con ello se le entregaba a demócratas y progresistas puros una causa en defensa de la libertad; en los periódicos progresistas y demócratas se empezó a hablar como nunca de la necesidad de aunar las fuerzas de unos y otros frente a un enemigo común. El malestar de muchos subió cuando el gobierno destituyó al rector Pérez Montalbán por no expedientar a Castelar.

El sábado 8 de abril decidieron los estudiantes de Madrid dar una serenata de desagravio al rector destituido, dándose algunas carreras entre las fuerzas de orden público y los estudiantes. Al lunes siguiente por la mañana, en la toma de posesión del marqués de Zafra como nuevo rector, los estudiantes protestaron y silbaron a placer a las autoridades académicas, y metieron un burro en la Universidad en representación del nuevo rector. Nicolás Salmerón, Miguel Morayta y otros catedráticos dimitieron, por lo que, sin sustitutos, tuvieron que suspenderse las clases en varias cátedras. Ese mismo día, festividad de san Daniel, se concentraron por la tarde en la Puerta del Sol, ante el ministerio de Gobernación, grupos de estudiantes y curiosos con pitos para armar escándalo en señal de protesta. Ante la llegada de numerosas tropas policiales y de la Guardia civil veterana (guardias civiles y soldados del ejército jubilados) se caldearon los ánimos, se lanzaron insultos a las fuerzas de orden público, y hasta algún ladrillazo desde una casa en obras de la misma Puerta del Sol. González Bravo, desde el ministerio de la Gobernación, dio orden a la Guardia veterana de disolver sin contemplaciones a los concentrados. Las fuerzas de orden público se ensañaron sin distinciones con los viandantes por las calles adyacentes a la Puerta de Sol, produciéndose cerca de doscientos heridos y algunos fallecidos (nueve u once, según distintas fuentes). Aquella misma noche, dada la gravedad de la situación, reunido en sesión de urgencia el consejo de ministros, se entabló una dura disputa sobre si la Guardia veterana se había extralimitado o solamente había seguido las órdenes del ministro de la Gobernación. El anciano don Antonio Alcalá Galiano, haciendo honor a los ardores liberales de su juventud, le recriminó a González Bravo la actuación policial, y en el acaloramiento de la discusión cayó desfallecido para no levantarse más; conducido a su casa murió al día siguiente.

FOTO34: En la Noche de San Daniel las fuerzas de orden público se ensañaron en la Puerta del Sol con los estudiantes y viandantes.

Desde entonces se ha discutido largo y tendido sobre si fueron desproporcionadas las medidas del ministro de la Gobernación, sobre si éste fue alentado por Narváez, sobre la participación en las algaradas de hombres y mujeres llegados de los barrios obreros que acosaron a los guardias con lanzamientos de ladrillos tomados de unas obras... Recurramos una vez más a Valera, imparcial observador de aquellos sucesos; en una carta escribía a Moreno:

"Sigue D. Luis González Brabo siendo el más bravo y feroz de los reaccionarios. Parece imposible que haya bastante desfachatez para hacer tan varios y opuestos papeles. No puede usted imaginarse los ardides y falsedades a que apela ahora para desfigurar lo ocurrido el 10 en la noche. A Nava le han desenterrado, a pesar de la oposición de la familia, para que cirujanos nuevos le examinasen y dijesen que la bala que le mató no era de la tropa. No lo han conseguido. Solo han conseguido irritar á la familia del muerto desenterrado, que es de las mas conocidas y principales de Madrid. Creo que se pretende seducir a mucha gente para que declare en falso. Todo el propósito es demostrar que hubo una gran provocación y tiros de parte del pueblo. Es mentira: no hubo nada. No hubo mas que pitos. Si tiraron tal cual ladrillazo los que se refugiaron a la obra fue después de corridos, apaleados y acuchillados. Habían emborrachado en el Patio de Correos a dos o tres compañías de la guardia veterana. D. Luis los azuzó luego contra la gente (...)
Ya habrá usted visto que hemos firmado la protesta de la prensa. Esto trae furioso a D. Luis. Ha dicho en la reunión de la mayoría que ha de echar una mordaza a los Catilinas de la prensa y a todos los firmantes, creo que se nos seguirá o ya se nos sigue causa. Puede que los que no son diputados vayan al Saladero (...)
Benavides parece que quiere salir del ministerio, como ya se fueron Córdoba fingiéndose enfermo y Galiano muriéndose. Supongo que Arrazola y Seijas estarán también gibados. Estas bizarrías de D. Ramón y D. Luis no pueden acabar bien",

Para sustituir a Alcalá Galiano en Fomento fue designado Manuel Orovio. Sobre este nombramiento opinaba Juan Valera, en esa misma carta:

"No he visto aún a Martín después del nombramiento de Oprobio (alias el Abate Pirracas). Buen jefe se ha echado y a gran personaje le han preferido. No comprendo como Benavides, Castro y el mismo D. Ramón, que se mostraban tan amigos de Martín, le han hecho este desaire y le han subordinado a tal mamarracho. Es de suponer que Martín hará dimisión ahora".

De aquí se desprende que se barajó la posibilidad de encomendar a Belda el ministerio de Fomento. Desdichadamente nada se nos dice al respecto en las cartas de Belda de estos días , aunque suponemos que debió sentirse postergado: unas semanas antes se le había desechado para la Presidencia del Congreso, y ahora se designaba para Fomento a un político de menor relevancia que él. Seguramente, Orovio fue escogido por González Bravo en razón de sus ideas reaccionarias.

En el Senado hubo durísimas discusiones al enjuiciarse el comportamiento de las fuerzas de orden público en la Noche de San Daniel. Algunos periódicos mantuvieron durante dos semanas campañas de denuncias ampliando detalles sobre lo ocurrido, a la vez que abrieron suscripciones para atender a los heridos y a los familiares de los fallecidos. Los odios populares se extendieron tanto, en especial contra la Guardia veterana, que llegada la semana santa el Ayuntamiento de Madrid acordó que los guardias no participasen en la procesión del viernes santo, ni que hicieran el despeje de plaza en la primera corrida de toros de la temporada como era costumbre. Disconforme el gobierno con estas decisiones del Ayuntamiento de Madrid destituyó a todos sus miembros (Pi y Margall, 1902: IV, 338-341).

Durante quince días se mantuvieron cerradas las Cortes para rebajar la tensión política. En la primera sesión presentó Belda una proposición –conjuntamente con el marqués de la Merced, Méndez Álvaro, Pla y Cancela, donde de San Juan, Heredia, y Moraza–, para solicitar “un reconocimiento de confianza al gobierno por sus actuaciones del 8 y 10 en defensa del orden publico”. Narváez les rogó que retirasen la proposición para evitar entrar en nuevas discusiones, al considerar el tema suficientemente tratado en el Senado. Posada intercambió una larguísima disputa con González Bravo, en la que censuró el comportamiento del gobierno, no el de los guardias. Al día siguiente Vega de Armijo lanzó contra el gabinete toda una batería de imputaciones: lo acusaba de ineptitud por emplear la fuerza pública de manera desproporcionada, por ordenar a los guardias el despejo de cafés y calles sin previo aviso a los pacíficos ciudadanos, por mandar utilizar las armas de fuego sin que se hubiera producido ni un solo herido entre la fuerza pública, ni haberse demostrado el que se lanzara ningún disparo contra ellos. También resaltaba las divergencias surgidas entre el Gobierno, el Ayuntamiento, la Diputación y el Gobierno Civil:

"Señor, ¿qué es esto? Se pregunta todo el mundo: ¿qué pasa aquí? ¿qué motivos hay para que todas las corporaciones populares resistan la acción directa de este Gobierno? ¿es una protesta? Algo de esto debe ser cuando hay quien dice que habiendo comprendido el Gobierno la inconveniencia de echar sobre la guardia civil veterana faltas ajenas, ha pensado en librarse de estas manifestaciones de las corporaciones populares echando al fin al gobernador de Madrid".

Concluyó con una demoledora sentencia: “la verdad es que siempre que ocupáis ese banco, dejáis un rastro de sangre, y la opinión pública por eso os ha juzgado ya”. Los debates del Congreso continuaron por unos días, sin dejar de caer sobre el gobierno otras durísimas censuras de los diputados unionistas más relevantes. Ríos Rosas llegó a tildar a los guardias y a los que los mandaban de miserables:

"Hubo una suma de hechos que constituyen un crimen. ¿Podremos detenernos en los miserables instrumentos? Y los llamo miserables, porque lo son; y los llamo miserables, porque han deshonrado su uniforme, y los llamo miserables, porque afortunadamente son una minoría".

Tras estas palabras el estruendo en la Cámara alcanzó un nivel inusual, los militares, encabezados por Narváez, salieron en defensa de su honor. Finalmente, una propuesta de censura al gobierno fue rechazada por 155 votos (entre ellos el de Belda) contra 104 (en ellos el de Valera); un considerable grupo de moderados se desvincularon de las responsabilidades del gobierno.

El gobernador civil Gutiérrez de la Vega también fue sustituido por un fiel incondicional del Gobierno de Narváez: Martín Belda. Quien aceptó a pesar de los menosprecios recibidos en días anteriores. En malos momentos llagaba al gobierno civil de Madrid. Tras la famosa Noche de San Daniel, al malestar creciente entre la opinión pública se unió un pronunciamiento en Valencia del general Prim. Por sólo unas semanas fue gobernador civil de Madrid Martín Belda.

QUE SUSTO ME HAS DADO CON LO DE UN LAGARTO DE VISITA...
Pense que se habia tomado un tripi el gran Rey Lagarto Rosa estando de copas y le habia dado por sacar un billete de ida al desierto de Kalahari a cuenta de la Visa del Leoni muy generoso el para visitar a sus primos africanos al tiempo que el Lendakari esta en el trullo por traficar dentro de la jornada electoral por las esquinas de Doña Mencia con lacasitos rellenos de chocolate Trappa y licor de cereza y envueltos en una foto del cerdañolo como candidato municipal de Zuheros.

Estos están intentando desengancharse de la cremallera.
No veas como les está costando,que pena.

Nikita ¿como te has dado cuenta? estamos al borde del precipio y hemos de saltar. ¿tu como lo saltarias? .

Estoy leyendo ALICIA EN EL PAIS DE LAS MARAVILLAS a ver si me inspira,

A los echar al lagarto, lendakari y leoni por el precipicio y despues te sacas un billete de autobus que te lleve al otro lado ... bonita lectura Alicia en el pais de las maravillas... pero te aconsejo mas el lendakari con pijama a rayas.