Ante un crucifijo. Incienso, luz, armonía Llevar quiero á tus altares, ¡ Oh Dios, que enfrenas los mares Y enciendes de un beso el dia! Por eso mi alma te envía Al altar del firmamento, Como armonía, el acento, Al orarte con fervor: Como perfume, el amor; Como luz, el pensamiento. Cuando ante ti reverente A orar me postro de hinojos. Asoma el llanto á mis ojos Y el infinito á mi mente; Y siento sobre mi frente, Nublada por el desvelo, Bajar en callado vuelo El hilo de luz fecundo Por donde vienen al mundo Las bendiciones del cielo. No pretendo comprenderte, Ni llegar á definirte; Tan sólo aspiro á sentirte, A admirarte y á quererte. Quien vaya á ti de otra suerte, Luchará con la impotencia: Te busca la inteligencia De los astros en el fondo, ¡ Y tu habitas lo más hondo Y oculto de la conciencia ! Sin ternura y sin amor, La mente desatentada Te busca en lo que anonada, En lo que infunde terror: En el rayo asolador, En la batalla cruenta, En el volcán que revienta, En la tempestad que brama, En el simoun, en la llama, En la noche, en la tormenta. Y el corazón te va á hallar Adonde ve sonreír, Y hay que amar y bendecir, Y lágrimas que enjugar ; Y te mira palpitar, Prestando vida y calor En cuanto respira amor: En el iris, en la bruma, En el aroma, en la espuma, En el nido y en la flor. No te anuncia el huracán Y del trueno el alboroto, Como el sordo terremoto La aparición del volcán. Tus pasos marcando van, Difundiendo la alegría, Nuncios de luz y armonía; ¡ Que sólo la bella aurora Puede ser la precursora Del astro que enciende el día! Cuando los cielos escalas, Llevas soles por joyel, Y te forman un dosel Los ángeles con sus alas; Los mundos te ofrecen galas, Y tú los huellas triunfal, Envuelto en leve cendal De nácares y zafiros, Y en músicas de suspiros Y de liras de cristal. Como en el yermo la palma, Como el astro en el vacío, Pones en la flor rocío Y sentimiento en el alma: Truecas la tormenta en calma, Y en dulce sonrisa el lloro, Y llevando tu tesoro A donde el hombre el estrago, Con flores de jaramago El erial bordas de oro. Tú formastes, al crear Del universo el palacio, Con un suspiro el espacio, Con una lágrima el mar; Y queriéndonos probar Que el que te adora ti' alcanza, Como señal de bonanza Dibujastes en el cielo La aurora, que es el consuelo, Y el iris, que es la esperanza. Tu purísimo esplendor El universo colora, Como el beso de la aurora Los pétalos de la flor; Y si tu soplo creador En el caos se derrama, El mismo caos se inflama, Y entre nubes y arreboles Brotan estrellas y soles, Cual las chispas de la llama. Así, cuando nada era, A tu voz jamás oída Tomó movimiento y vida La naturaleza entera: Surcó el rio la pradera, Dio la flor fragancia suma, La luz disipó la bruma, Y tu aliento soberano La ola hinchó en el Océano Y la coronó de espuma. Mas con ser la suma esencia. Es tu arrogancia humildad, Tu riqueza caridad Y tu justicia clemencia; Pues quiso tu omnipotencia Las flores por incensario, El monte por santuario, Por águilas golondrinas, Por toda corona espinas, Por todo trono el Calvario. Mas ¡ ay ! que mi fantasía En pintarte tiene empeño, Y no te alcanza en su sueño, Por ser humana y ser mía; Pues si á ti sus alas guía, Y cual la nube ondulando, Altiva se va ensanchando Y á grandes alturas sube, Al fin, como sólo es nube, Se va, al subir, disipando. Y, ante ti, ¿cuál no se abruma, Si la de más poderío Tan sólo encierra el vacio, Como el crespón de la espuma? ¡Que el filósofo presuma Explicar tu majestad! ¡ Que te niegue la impiedad! ¡ El pensamiento atrevido, Como en el aire el sonido. Se pierde en tu inmensidad ! Si alguien quiere tu creencia Arrojar del pensamiento, Eres tú el remordimiento Y te lleva en la conciencia. Con ansia busca en la ciencia Cómo empañar tu corona; Mas la ciencia no le abona, Y entre dudas y entre asombros, Ve que, deshecha en escombros, Su Babel se desmorona. En vano te envuelve en luz Y te da pomposo nombre : Cuanto de ti sabe el hombre No alcanza á más de la Cruz : Y si extiende su capuz La noche en su corazón, Que no busque salvación En sus abstracciones fijo ¡Que mire hacia el Crucifijo, Que allí está la redención ! Tú, que en el Leño enclavado, Aunque inmóviles y yertos, Tienes los brazos abiertos Para todo desgraciado, Vuélveme al tiempo pasado, Cuando en calma la conciencia, Como del jazmín la esencia, De mi corazón de niño Volaba á ti mi cariño, Perfume de la inocencia. J. P. VELARDE
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