Aguilar de la Frontera - Cordoba

Los rumanos de Córdoba no dan un palo al agua pero al menos no mienten: “Seguimos aquí por Cáritas”

«Sí, somos mayoría». La frase, tan contundente, la lanza Gabriela Stan, portavoz de la Asociación Traian que agrupa a buena parte de los inmigrantes rumanos que residen en la provincia de Córdoba, y que superan la cifra de 12.000. Ella fue una de las sorprendidas por los datos que hizo públicos la pasada semana el Instituto Nacional de Estadística (INE) en los Censos de Población y Viviendas correspondientes a 2011, y que muestran un aumento de la población extranjera a pesar de las estrecheces económicas de la crisis. La propia Stan da la respuesta a tal fenómeno, en apariencia contradictorio: «En nuestros países de origen la situación está peor que aquí, porque además de que no hay trabajo allí no hay una red de asistencia social tan amplia con en España», afirma. La conclusión es que «el inmigrante, por mal que le vaya en Córdoba, prefiere aguantar aquí el chaparrón: regresar al sitio del que proviene sería mucho más dramático».

¿De qué vive la población rumana en Córdoba, colectivo nacional al que pertenecían los cuatro fallecidos en el accidente de tráfico acontecido a última hora de la noche del pasado sábado en Montalbán? ¿Sigue vigente la imagen mendicante de este colectivo? «Que nadie se crea, que la mayoría está trabajando, aunque quizás en unas condiciones que no son las más adecuadas», rubrica la componente de la Asociación Traian. El hecho es que quien quiere ganarse la vida se la gana, si bien de una forma discontinua. Alejado desde hace años de la imagen mendicante de una mujer pidiendo limosna con un bebé en las puertas de una superficie comercial del centro de la ciudad, el que sigue es el perfil medio de una familia rumana en Córdoba: la madre gana unos 300 euros en labores de asistencia domésticas mientras que su marido consigue reunir unos 700 más al mes en tareas de recolección agrícola, si es que logra que lo contraten. Ahora, con la campaña del olivar a la baja, es probable que el cabeza de esta familia estereotípica no encuentre trabajo y haya recurrido al subsidio de desempleo.

«Sí, cada vez hay más parados entre nosotros: las asociaciones, no sólo la nuestra sino todas, cada vez ofertan cada vez menos puestos, y eso lo notamos mucho, porque hasta ahora esas bolsas de trabajo eran la salvación de muchas familias», recalca Gabriela Stan. En estos momentos, la salvación se llama Cáritas y Cruz Roja: «Sin ellas habría muchos compatriotas que tendrían que marcharse a Rumanía, y doy fe de que allí se vive mucho peor que aquí».

La mirada de un sociólogo

Por su parte, el director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados de Andalucía (IESA), Eduardo Moyano, cree que el mantenimiento de la población inmigrantes a pesar de la crisis se debe a que «el sistema de bienestar ofrece una serie de servicios que en los países de emisión de inmigrante no existen», y citó los subsidios al desempleo, la atención sanitaria o la educativa. Además, Moyano estima que «la actitud solidaria de los españoles hacia los inmigrantes es fundamental para que éstos sigan sintiéndose a gusto en el país a pesar de las dificultades económicas». Otros dos factores que el sociólogo considera esenciales para explicar el mantenimiento de la población extranjera es el ahorro acumulado durante los años de bonanza económica y, de otro lado, el temor de los foráneos a regresar a sus países de origen «como fracasados» porque no han podido culminar su proyecto de vida en el exterior.

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