Torrenueva - Ciudad Real

Gabriel y Galán

Y Dios Padre del mundo
Le dé también cosecha
De frutos vivos que el vivir anudan
De frutos bellos que el vivir alegran
Señor que das la vida
Dame salud y amor y sol y tierras
Y yo te pagaré con campos ricos.
Las ambas sementeras.


Feliz día de San Isidro a todos mis paisanos y muy especialmente a todos los hombres del campo.

A LOS AGRICULTORES DE MI PUEBLO.

El día 15 de mayo ha tenido lugar la festividad de San Isidro, un hombre sencillo y modesto, de eminentes virtudes y sólida piedad, además fue un hombre que profesó un acendrado amor al campo y sentía un notable aprecio para todas aquellas personas que trabajaban en el mismo, lo que le valió ser venerado en muchos lugares como Patrón de los labradores. Patronazgo que extendió el Papa Juan XXIII a los agricultores y campesinos españoles. Por ello, ese día todos los agricultores celebran su fiesta, y como no, entre ellos los de mi pueblo.

Aun no dedicándome a ese menester, el hecho de haber sido hija de agricultor hace que me sienta especialmente vinculada a esta actividad, que aunque dura no deja de ser interesante, incluso a veces apasionante por el simple hecho de ser un trabajo realizado en íntimo contacto con la naturaleza. El filósofo romano CICERÓN ya lo tuvo en su pensamiento, pues al referirse a la agricultura decía de ella ser “la profesión propia del sabio, la más apropiada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre”. ¡Y cuánto de verdad hay en ello! Sin embargo, el trabajo del campo no ha estado ni está suficientemente valorado pues hay quienes piensan que los que trabajan en él son personas de poco saber y conocimiento. Pensar así es un grave error. Todos y cada uno de los que se dedican a la agricultura son poseedores de un rico caudal de sabiduría, pero su sencillez, su silencio, su austeridad hacen que ese saber permanezca dormido para sólo despertar cuando tienen que transmitirlo a otras generaciones.

Ellos son los auténticos inquilinos del campo, hombres briosos, tenaces, que con su duro esfuerzo de cada día y la sana alegría que infunden la paz y el trabajo hacen que éste sea fuente de vida.

No obstante, la situación de hogaño no es la misma que la de antaño. La llegada de la mecanización ha condenado a la desaparición todos esos útiles de labranza que usaron nuestros antepasados, carros, mulas, trillas, aventadoras, cribas, arado romano… y con ellos la cuadra, el granero y el pajar. Como también se ha dejado de hablar de la siega, la era, el acarreo, de las huertas y no se habla de gañanes, mayorales ni manijeros. Sin embargo, aunque todo ello haya desaparecido, así como las personas que lo utilizaron, siempre permanecerán vivas en el recuerdo, porque sobre ellos se asienta la memoria viva de nuestra tierra.

Se dice, y es cierto, que nuestro pueblo poco a poco está dejando de ser eminentemente agrícola y ello como todos sabemos, está siendo provocado por factores de diversa naturaleza, como las sequías, las heladas, el bajo valor de los frutos, la tardanza en el cobro de los mismos, la carencia de mano de obra, siendo el índice de envejecimiento tremendo ya que los jóvenes no ven atractivo en esta actividad y como no las cada vez mayores exigencias e imposiciones de la Unión Europea. Todo ello hace que dedicarse a la agricultura deje de ser un medio de supervivencia para convertirse en un acto de heroísmo. Aún así, a pesar de todas las adversidades, de sus muchas preocupaciones, siempre mirando al cielo, ahí están cuidando y cultivando sus olivares, sus viñas y sus pedazos y con ello contribuyendo a mantener nuestro paisaje, cultura y población, pues sin agricultura y sin agricultores, crecería inexorablemente la erosión, la desertización y los incendios forestales.

Estas palabras que han salido de mi cariño y afecto hacia vosotros, los agricultores de mi pueblo, quiero que sirvan de estímulo y que sean un reconocimiento a vuestra importante labor y quehacer diario.

Quisiera terminar transcribiendo las hermosas palabras de un insigne escritor muy vinculado al campo, GABRIEL Y GALÁN, exaltando los importantes frutos y valores del mismo:

Que el campo es buen amigo
y es dulce miel su sosiego,
y es salud el puro día,
y estas bregas son vigor,
y este ambiente es armilla,
y esta luz es alegría.
¡Ara y canta labrador!

Mª Reyes Hellín Cruz
Mayo 2007