Torrenueva - Ciudad Real

Quería empezar con “lo que diga la madre”, -ESPOLIQUE y capón o doble espolique, sello… Espolique como expresión torreveña, que procede del talonazo que recibía el que estaba agachado. Indudablemente, proviene de espuela, espolón.

Y he caído en que además de expresión torreveña, es una de las expresiones del juego. Por lo que creo que podríamos sacarle algún jugo a 15 ó 20 juegos mas comunes, o de los que recordemos.

Al saltar al burro, representado por cualquier amigo o compañero de clase, la madre (el que mandaba en el juego) elegía la forma de “gastar”: dos espoliques y capón. No recuerdo bien, pero algún golpe en la espalada y eso debía ser el “sello de correos”. Un poco brutos, ¿verdad?. A mí me gustaba más la “chicha” o el churro, media manga, "mangantera". Estos para otros.

Me suena en el juego de "piola" y que en otros sitios se llama "pídola" los manotazos que se daban en la espalda con el puño cerrado eran "2 bravos" y si se hacia con la mano abierta, pero se daba fuerte golpe en la espalda eran "2 mansos".

Cuando habían pasado todos sin incurrir en fallo, el "burro" adelantaba un paso y la madre (que había sido elegida por el burro) mandaba nuevas instrucciones para saltar. Si se pisaba la raya, se pisaba entre la raya y el burro o no se hacía bien lo ordenado por la madre, el que cometia ese fallo relevaba al burro, iniciándose nuevamente el juego.

Para JUGAR AL MOCHO era obligatorio decir en cada tirada:
-Lirio,
-Lario,
-A la puerta del tío boticario.

Una vara de la longitud de un brazo (tala), un palo pequeño de un palmo con sus dos extremos afilados o más propiamente desmochados por una navaja (mocho), ambos de oliva, y una piedra incrustada en la tierra y con pico o relieve (lito). Se colocaba el mocho en el lito, se golpeaba con tiento el extremo saliente del mocho, con la tala, ni muy fuerte, ni muy flojo, lo justo para que se elevara el mocho y con la misma tala (y en el mismo movimiento) había que pegarle un golpe y mandarlo “a la puerta del tío boticario”, es decir, donde llegara (siempre hacia delante).

Dos grupos de muchachos (nunca ví jugar a ninguna muchacha, pero las habrá habido). Alternativamente a cada fallo (no dar con la tala al mocho, creo que había tres oportunidades o intentos) los equipos pasaban de defender a atacar (realmente no era ataque-defensa, la iniciativa la llevaba el equipo que le tocaba tirar). El “ataque” consistía en que cada chico del grupo tenía que sacudir al mocho (por lo tanto la participación era igualitaria, otra cosa es que no fuera bueno dándole). La “defensa” consistía en intentar coger el mocho en el aire (casi imposible, pero alguna vez lo he visto en la plazoleta cuando chocaba el mocho en alguna rama de árbol y caía sin fuerza, pero en las eras nunca), muy parecido al béisbol de los americanos, si se cogía se eliminaba al equipo. Cuando no se cogía al vuelo, que era una vez cada cien mil, existía la posibilidad de eliminar al jugador porque se extendía la tala sobre el lito y el equipo contrario lanzaba el mocho para intentar darle a la tala.

Cada equipo tenía que conseguir 100 puntos que equivalía a 100 medidas de la tala desde el lito al lugar donde fuese a parar el mocho. Cien puntos que se repartían y sumaban entre los componentes de cada grupo: 25 uno, 40 otro, 10 otro, etc. (creo recordar que cada lanzamiento se medía de 5 en 5).

¿Cómo se medían las tiradas o distancias? El que sacaba tenía que calcular a ojo, en medidas de tala, el número de talas que había desde el lito -en línea recta- al lugar donde había caído el mocho. El cálculo tenía que ser por exceso y en unidades de 5 porque si el equipo contrario no estaba de acuerdo, estaba en el derecho de medir sobre el terreno la cantidad que se “había pedido”, si era inferior perdía el tirador y como había que calcular en unidades de 5 (creo) no recuerdo bien esta regla, pero sí que la medición beneficiaba al que la pedía.

Si iban sumando las puntuaciones de las tiradas y cuando se llegaba a cien, que era media “bella” (o una cuando se iba a dos), se preguntaba al otro equipo que por donde se seguía tirando: por arriba o por abajo -¿o era por delante o por detrás?, el otro equipo pedía por abajo o detrás (o “por la mea”), por ser más difícil manejar en el mismo golpe la tala entre las piernas y por la rapidez necesaria para darle al mocho en el mismo movimiento. Era cuestión de mucha MAÑA.

Conseguida “la bella” el equipo ganador se dedicaba a “gastar” a los contrincantes (a desgastar el ánimo del perdedor) tirando tantas veces como quisieran, hasta que se cansaban.

Conozco algún mellico y a algún marcado por la fuerza y velocidad que alcanzaba el mocho, cuando se daba bien.

Esto es con errores y olvidos un bonito juego de niños, en el que era mucho más fácil jugar que explicarlo. Ente el olvido y el recuerdo está “la bella”, la medición “punta a´lante y punta atrás” y más que no me importaría que me recordarais.